Leonard Peltier, indígena lakota, lleva preso 45 años en cárceles de alta seguridad en Estados Unidos a pesar de ser inocente. Es el preso político con más años de reclusión en aquel país. Su delito ha sido promover el Movimiento Indígena Estadunidense. Es un activista que ha luchado a lo largo de su vida por los derechos de los pueblos originarios de ese país.
Su pueblo ha defendido los territorios sagrados Sioux de Dakota del Sur, donde al encontrar uranio y carbón comenzaron a ser hostigados, murieron asesinados más de 250 indígenas. Hubo un tiroteo en 1975 en la Reserva Pine Ridge de Dakota del Sur cuando agentes del Buró Federal de Investigaciones (FBI) irrumpieron en propiedad privada, causando la muerte de dos agentes de lo que se acusó injustamente y sin pruebas a Leonard. Hoy hasta el fiscal James Reynolds, quien llevó el caso en su contra, ha admitido que Peltier es inocente.
Leonard de 77 años, esta enfermo confinado en la prisión de Coleman, incomunicado y completamente aislado, condenado a morir en prisión. Prometen liberarlo si reconoce su “crimen” y si da la espalda al movimiento indígena, pero él se niega y ha dado su apoyo a movimientos como el de Standing Rock y también a la movilización contra del oleoducto Keystone XL Así como el Stop Line 3 en Minnesota el oleoducto que funciona desde 1968 y recorre 1 mil 659 kilómetros que ha ocasionado repetidamente a lo largo de su historia derrames de petróleo de millones de litros. El del 1991 en Grand Rapids, Minnesota fue el peor de toda la historia en territorio estadunidense. Los pueblos indígenas han estado en permanente resistencia, recordemos que Estados Unidos ha firmado 371 tratados con naciones indias a lo largo de su historia y todos los ha incumplido.
El 21 de enero de 2022, Leonard Peltier emitió una declaración que reproducimos:
“Los presos requieren atención al Covid no la tortura de los confinamientos
“La Covid ha devuelto la prisión de Coleman a la Edad Media. Recuerdo una época en Marion USP en la que me confinaron en una celda solitaria durante tanto tiempo, que luego de 72 horas podían hacer que empezaras a olvidar quién eras. Una vez escribí quién era yo en el piso de concreto debajo de mi cama, así que, si lo olvidaba, podía leerlo para mí. Cambié mi último cigarrillo por un lápiz. Corría a la puerta cuando un guardia dejaba el plato con escasa comida, sólo para ver de un vistazo de otro ser humano, incluso si era alguien que me odiaba, era otro humano y eso era bueno por un minuto para mi mente.
“Estoy en el infierno, y no hay forma de lidiar con eso sino aguantando todo el tiempo que pueda. Me aferro a la creencia de que la gente está haciendo lo que puede para cambiar nuestras circunstancias aquí. El miedo y el estrés están afectando a todos, incluido el personal. Puedes verlo en sus caras y escucharlo en sus voces. Toda la institución está en total confinamiento.
“He estado dentro y fuera del confinamiento, el año pasado al menos podía darme una ducha cada tercer día, y me daban un poco de comida más allá de un sándwich mojado con un poco de mantequilla de cacahuate, pero ahora con la excusa de la Covid, no hay nada. Estoy sin teléfono, sin ventana, sin aire fresco, sin humanos para reunirme, sin escuchar la voz de un ser querido. Sin alivio. Para enfermos y ancianos, quedarse solo y sin atención es como una cámara de tortura.
¿Dónde están nuestros activistas de derechos humanos? ¡Estás escuchando de mí, y conmigo, a muchos hombres y mujeres desesperados! Están convirtiendo un entorno ya duro de por sí en un aislamiento total, y para muchos que no recibieron la pena de muerte, ¡ahora la estamos viendo cara a cara! Ayúdenme, mis hermanos y hermanas, ayúdenme, mis buenos amigos.”
Cuando fue detenido Leonard, el Movimiento Indio Americano (AIM) que dirigía realizaba amplia labor de organización y la causa de los pueblos originarios avanzaba. Hoy se cuenta con documentos, obtenidos gracias a las gestiones de una demanda apoyada en la Ley de Libertad de Información que en 1980 liberó archivos, se hicieron públicos y explican su injusta detención, causada por las medidas de contrainsurgencia del programa de nombre Cointelpro (acrónimo en inglés del Programa de Contrainteligencia) en el marco de las acciones gubernamentales que buscaban desarticular a los movimientos sociales de las décadas de 1960 y 1970 y a sus líderes. También se ha demostrado que el juicio de Peltier no fue justo, estuvo mal conducido y plagado de anomalías y errores que no se sostendrían actualmente ni siquiera en un tribunal del propio Estados Unidos. Los fiscales ocultaron pruebas claves. El FBI amenazó y obligó a los testigos a mentir. Desde el segundo día, un miembro del jurado admitió discriminar a los “indios” y, aun así, se le permitió quedarse. James Reynolds, el fiscal estadunidense que llevó a la cárcel a Peltier en la década de 1970, hoy reconoce su error, publicó una carta en el Huffington Post reconociendo que el activista indígena no tuvo un juicio justo. En julio del año pasado lo manifestó en una carta al presidente Joseph Biden en el que le rogó liberar a un hombre condenado por error, porque no se logró probar que Peltier haya cometido ningún delito en la reserva Pine Ridge. Es sabido que Biden puede darle clemencia ejecutiva para que salga libre.
Carol Gokee, directora nacional del Comité de Defensa Leonard Peltier, y quien es nativa del pueblo Oiibwe de Wisconsin ha denunciado las acciones del FBI y del gobierno que falsificaron declaraciones juradas de extradición, falsificaron la balística y en una segunda autopsia no revisaron los cuerpos de modo de determinar el arma usada, además de la intimidación de testigos. De esta forma irregular Peltier recibió dos condenas de cadena perpetua.
Durante décadas, Amnistía Internacional ha sostenido que no existen pruebas que vinculen al activista con la muerte de los dos agentes del FBI por lo que lo consideran un preso político. Entre las anomalías que citan se encuentra la coacción de una testigo para que declarase haber visto a Peltier disparando a los oficiales, lo que condujo a su extradición de Canadá a Estados Unidos. Pero mas tarde la testigo se retractó de su testimonio en el juicio. La organización sostiene que un gran número de pruebas se ocultaron durante el proceso, incluyendo informes cruciales sobre la munición utilizada. Por si fuera poco, la Corte de Apelaciones que determinó que no se repitiese el juicio expresó en 1986 que había “evidencias de conducta inadecuada por parte de algunos agentes del FBI”. Y el juez que presidió la apelación, Gerald Heany, escribió años más tarde que las “tácticas inapropiadas” usadas en la repatriación merecerían revisitarse en una posible petición de clemencia.
En 1976 Canadá lo extraditó a Estados Unidos, haciéndole el juego a la venganza instigada por el FBI. Y es de llamar la atención que ahora el fiscal general de Canadá que presidió esa extradición, Warren Allmand, también ha lamentado desde entonces su acción.
El año pasado, en octubre, 10 congresistas demócratas encabezados por el representante de Arizona Raul Grijalva le escribieron una carta al presidente Biden donde solicitaban la liberación de Peltier bajo las regulaciones de Covid-19. Durante la pandemia, el Departamento de Justicia autorizó a la Oficina Federal de Prisiones a liberar de las prisiones federales a los reclusos ancianos y aquellos con problemas de salud subyacentes.
Los representantes también destacaron las fallas procesales en el caso Peltier. “Durante el enjuiciamiento del caso de Peltier surgieron muchos problemas de pruebas y de procedimiento, como una testigo clave de los tiroteos que luego se retractó de su testimonio y admitió que el FBI la había amenazado”.
A nivel internacional todos los defensores de derechos humanos han demandado su libertad desde hace décadas, entre ellos Nelson Mandela; Coretta Scott King; el papa Francisco; el Dalai Lama; la Madre Teresa; Mary Robinson, expresidenta de Irlanda y exalta comisionada de derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU); el Premio Nobel arzobispo Desmond Tutu; el reverendo Jesse Jackson; Robert Redford; Gloria Steinem; Harry Belafonte; Willie Nelson, y el cineasta Michael Moore. Y músicos como Rage Against The Machine, Bonnie Raitt y Jackson Browne, que han organizado numerosos conciertos a favor de Leonard. Miles de personas en todo el mundo apoyan la causa de la liberación de Peltier.
Leonard Peltier, está actualmente encarcelado en Coleman, que es una de las 98 prisiones federales en Estados Unidos que operan con la clasificación de “3”, lo que significa el más alto nivel de aislamiento médico por la Covid-19. Así los 1 mil 335 reclusos de la prisión no tienen contacto con otras personas dentro de la instalación y no pueden recibir visitas del exterior. Ahora, pese a las medidas de aislamiento Leonard ha contraído Covid, y sufre de diabetes y un aneurisma de la aorta abdominal, que puede causarle la muerte si se rompe. Urge que se libere a Leonard Peltier y parar su sufrimiento.
El racismo, que se hizo patente con el asesinato de George Floyd y el movimiento o Black Lives Matter, ha vuelto a sacar a la luz la discriminación racial en Estados Unidos que no se dirige sólo a los negros y mexicanos, centro y sudamericanos: los indígenas de las naciones originarias han sido perseguidos durante mucho tiempo a lo largo de los años, desde la invasión europea que practicó un feroz genocidio contra millones de habitantes originales de la tierra, hasta la práctica en el siglo XX de arrebatar niñas y niños del seno familiar, de su comunidad, para “civilizarlos”, internarlos en escuelas-cárcel y obligarlos a abandonar su idioma, religión y cultura. Este racismo se observa en las fuerzas policiacas que detienen personas únicamente por su color de piel. “Las penitenciarías de Estados Unidos son la reserva india más grande del país”, ha dicho Peltier. Hacia los indígenas se ha practicado “una política de exterminio”, declaró hace poco el abogado de Peltier, Kevin Sharp, consciente de que, si no se obtiene la firma de Joseph Biden, la única posibilidad de que el activista salga libre sólo llegaría en 2024, pues en esa fecha podrá solicitar la libertad condicional, pero puede ser demasiado tarde para él.
Urge que levantemos la voz por la liberación inmediata de Leonard Peltier.
Pablo Moctezuma Barragán*
*Doctor en estudios urbanos, politólogo, historiador y militante social
Te puede interesar: Presos políticos: el drama de ser luchador social y enfrentar la venganza del poder