No conformes con haber incrementado de manera escandalosa sus fortunas en medio de la pandemia del Covid-19, a costa de acrecentar el hambre y la pobreza de millones de habitantes en el mundo, las familias que integran la oligarquía internacional, entre ellas las de acaudalados empresarios mexicanos, buscan una vez más especular en los mercados financieros con la hipotética crisis económica que ocasionará la variante del Covid-19, bautizada como Ómicron.
La lectura social y económica resultante de la pandemia que paralizó por más de un año al mundo, no tiene vuelta de hoja: los pobres quedaron miserables y los ricos multimillonarios, demostrando que el neoliberalismo y su capitalismo salvaje son una maquinaria insaciable de ganancias, que rompió desde hace muchas décadas el mínimo equilibrio que debe regir el capital y trabajo.
Las empresas y franquicias extranjeras no solo cometieron abusos contra sus trabajadores al despedirlos de manera injusta y sin una indemnización de acuerdo a la ley, sino además, con la complicidad de políticos como el ex gobernador de Chihuahua, Javier Corral, ocultaron cifras sobre los decesos reales por Covid en los centros de trabajo, como ocurrió en las maquiladoras del estado fronterizo cuando en junio del 2020 las autoridades locales hablaban de solo 17 muertos cuando el Movimiento 20/32 presentó un total de 200 decesos. Quedo claro que para los dueños del capital, la vida humana era solo una cifra entre sus pérdidas y ganancias.
En México, la pandemia mostró la devastación que la tecnocracia neoliberal hizo del sistema público de salud; así como también del encargado de brindar atención médica como parte de la seguridad social tanto a los trabajadores del apartado “A” como del “B”. Hospitales sin infraestructura ni insumos y personal suficientes, fueron tomados por sorpresa por ríos de enfermos que deambularon día y noche en un agónico y mortal suplicio.
Análisis elaborados tras la crisis sanitaria, muestran que mientras en 2005, en el sexenio del panista Vicente Fox, 25 millones 419 mil trabajadores estaban marginados de los servicios de salud, para 2020 en que apareció el Covid-19, la cifra ya ascendía a los 34 millones 167 mil personas.
La emergencia también puso al descubierto la ralentizada creación de empleos estables y bien remunerados; durante lo más álgido del aislamiento social decretado por el gobierno federal, por lo menos 10 millones de personas que subsisten de la informalidad ejerciendo el comercio en la vía pública, se quedaron sin ningún ingreso al vaciarse las calles y aceras.
Y ahora que de manera paulatina se reactiva la actividad económica, deberá sumarse otro millón 900 más de nuevos informales por los millones de empleos perdidos. Tan solo en la primera quincena de abril del 2020, entre 5.2 y 8.1 millones de personas reportaron haber quedado cesantes e impedidos a buscar un nuevo empleo ante las restricciones impuestas por las medidas de aislamiento.
Pero en contraparte, mientras millones de trabajadores fueron despedidos y obligados por las circunstancias a desprenderse de sus pertenencias o echar mano a sus ahorros para no perecer con sus familias, los hombres más ricos del planeta y de América Latina, incluido México, vieron en la desgracia de millones su oportunidad para incrementar sus fortunas.
El sistema de medición financiera Bloomberg, estableció en el segundo trimestre del 2020 que las 25 familias más ricas del mundo sumaban en sus fortunas una cantidad de 1.4 billones de dólares, acrecentado su fortuna en medio de la pandemia en un 24 por ciento, en relación al 2018.
Uno de estos clanes privilegiados, los Walton, dueños de la cadena WalMart, vieron fortalecer su riqueza en la crisis sanitaria hasta llegar a los 190 mil 500 millones de dólares; de acuerdo a Bloomberg, cada hora la firma gana cuatro millones de dólares. Esto es, 96 millones de dólares al día. Jeff Bezos, considerado el hombre más rico del mundo y dueño de Amazon, encontró en el nicho de consumidores por internet una mina de oro que la ha permitió generar ganancias por 11 mil dólares por segundo llevándolo a superar con creces los ingresos por día de los Walton, al captar 39 millones de dólares por hora.
La firma internacional dio a conocer en fecha reciente que, guardadas las proporciones, la fortuna de las cinco familias más pudientes de México incrementaron en el contexto de la pandemia un 27.3 por ciento sus fortunas. Aparecen como los mexicanos alejados años luz de toda penuria económica, Carlos Slim, Sara Mota de Larrea, Ricardo Salinas, Juan Beckmann Vidal y Germán Larrea.
De igual forma, el reporte más reciente de la firma Credit Suisse, indica que el pasado año en que golpeó con fuerza a la economía nacional el Covid-19, el uno por ciento de la población más rica del país concentró el 31 por ciento de la riqueza nacional. En conjunto los magnates mexicanos, acumulan una fortuna de 110 mil 410 millones de dólares. En tanto la crisis sanitaria sumó otros 3,8 millones de habitantes al rango de la pobreza extrema, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Millones de desempleados y miles y miles de pequeños y medianos empresarios que se fueron a la quiebra al perderlo todo, muestran la urgencia de impulsar un verdadero cambio en el actual esquema político y económico no solo en México sino en el mundo, pues los trabajadores que generan la riqueza no tienen oportunidad alguna de ser tomados en cuenta ni siquiera en el manejo de sus fondos de ahorros, exiguos luego de que infinidad de desempleados debieron echar mano a lo acumulado en sus afores y, en el peor de los casos, se enteraron al intentar sus retiros, que los habían cambiado de Afores sin pedirles parecer.
Hasta hoy, las financieras globales que se han adueñado de los ahorros de millones de trabajadores en el mundo, siguen sin rendirles cuentas del manejo de su dinero y seguramente que cuando lo hagan alegarán cuantiosas pérdidas endosando la culpa a la pandemia. Y ahora que nuevamente las bolsas alegan probables pérdidas por la variante Ómicron, serán los fondos de ahorro de la clase trabajadora los que paguen los platos rotos.
Hay sobradas razones para preocuparse al respecto, pues financieras mundiales como Black Rock se han ido apoderando de las carteras de inversión donde se contienen los ahorros de millones de trabajadores para apoyar a gigantes trasnacionales como WaltMart; es decir, que las multimillonarias cantidades de recursos no se utilizan precisamente en fortalecer las economías locales y menos sociales de los países pobres, sino en acrecentar el poder firmas tendientes a prácticas desleales y monopólicas.
Tan solo en Latinoamérica, estas firmas manejan unos 500 mil millones de dólares de los ahorros de los trabajadores, entre ellos los de nuestro país. Por eso apremia que los sindicatos independientes y organizaciones sociales empecemos a exigir a gobernantes y legisladores, apoyen una rendición de cuentas clara y puntual de las Afores y sus financieras internacionales, pues es inadmisible que unas cuantas familias en México y en el mundo, acrecienten sus fortunas mientras la clase trabajadora cada día es más pobre.
Martín Esparza*
*Secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas
Te puede interesar: Covid-19 aún afecta a indígenas migrantes en Los Ángeles: López Reséndiz