La idea de que el Grupo de Bilderberg es un embrión de gobierno mundial ha venido extendiéndose desde hace años. Por haber tenido acceso a los archivos de ese club secreto, Thierry Meyssan señala que esa imagen es una pista falsa destinada a enmascarar la verdadera identidad y la real función del Grupo: el Bilderberg es una creación de la OTAN. Su objetivo es convencer a los líderes y manipular a través de ellos a la opinión pública para llevarla a aceptar los conceptos y acciones de la alianza atlántica
Thierry Meyssan / Red Voltaire
Desde 1954, un centenar de eminentes personalidades de Europa occidental y de Estados Unidos se reúne anualmente –a puertas cerradas y bajo condiciones de estrecha protección– en el seno del Grupo de Bilderberg. La reunión dura tres días y nada se publica sobre los temas tratados.
Después de la desaparición de la Unión Soviética, algunos periodistas comenzaron a interesarse por el Grupo de Bilderberg. Varios autores han visto en él el embrión de un gobierno mundial y de las principales decisiones políticas, culturales, económicas y militares de la segunda mitad del siglo XX, una interpretación que Fidel Castro ha retomado. Nada permite, sin embargo, confirmarla o desmentirla.
En aras de saber lo que realmente es y lo que no puede ser el Grupo de Bilderberg, me di a la tarea de buscar documentos y testigos. Tuve acceso a todos sus archivos correspondientes al periodo que va desde 1954 hasta 1966 y a muchos documentos posteriores, y he podido conversar con uno de sus antiguos invitados, a quien conozco desde hace mucho tiempo. Ningún periodista, ni ciertamente los exitosos autores que han popularizado los actuales clichés, ha tenido acceso a tantos documentos internos del Grupo de Bilberberg.
He aquí lo que he logrado descubrir y comprender.
La primera reunión
Setenta personalidades provenientes de 12 países participaron en 1954 en la primera reunión del Grupo, un seminario de tres días, del 29 al 31 de mayo, que se desarrolla cerca de Arnhem, en los Países Bajos. Los invitados se reparten entre dos hoteles cercanos, pero los debates se desarrollan en el establecimiento principal con cuyo nombre se conocerá el Grupo.
Las invitaciones, que llevan el membrete del Palacio de Soestdijk, resultan bastante oscuras: “Apreciaría muchísimo su presencia en el congreso internacional, sin carácter oficial, que tendrá lugar en los Países Bajos a finales de mayo. Este congreso desea estudiar cierto número de cuestiones de gran importancia para la civilización occidental y tiene como objetivo estimular el goodwill [buena voluntad] y el entendimiento recíproco gracias al libre intercambio de puntos de vista”. Las invitaciones llevan la firma del príncipe consorte de los Países Bajos, Bernhard zur Lippe-Biesterfeld, y van acompañadas de varias páginas informativas de índole administrativa sobre el transporte y el alojamiento. Lo más que permiten saber es que habrá delegados de Estados Unidos y de 11 Estados de Europa occidental y que se realizarán seis sesiones de trabajo de tres horas cada una.
Dado el pasado nazi del príncipe Bernhard –quien fue miembro de la caballería SS (cuerpo de combate de e9lite de la Alemania de Hitler) hasta su matrimonio, en 1937, con la princesa Juliana– y el contexto del macartismo de aquella época, resulta evidente que las “cuestiones de gran importancia para la civilización occidental” tienen que ver con la lucha contra el comunismo.
Ya en el lugar del encuentro, los dos presidentes de la reunión –el empresario estadunidense John S Coleman y el ministro saliente de Relaciones Exteriores de Bélgica, Paul van Zeeland– mitigan la impresión de los invitados. Coleman es un militante del libre mercado, mientras que el ministro Van Zeeland es partidario de la Comunidad Europea de Defensa (CED). Finalmente, los participantes verán, en un extremo de la tribuna, a Joseph Retinger, la eminencia gris de los británicos. Todo ello parece indicar que las monarquías holandesa y británica apadrinaron la realización de la reunión en apoyo a la CED y al modelo económico del capitalismo de libre mercado en oposición al antiamericanismo que promueven comunistas y gaullistas.
Las apariencias, sin embargo, son engañosas. No se trata de hacer campaña a favor de la Comunidad Europea de Defensa, sino de movilizar a las elites a favor de la Guerra Fría.
La personalidad escogida para convocar a los invitados fue el príncipe Bernhard, porque su condición de príncipe consorte le confiere un carácter estatal, sin ser por ello oficial.
Tras él se esconde el verdadero promotor del encuentro: una organización intergubernamental interesada en manipular a los gobiernos de algunos de los Estados que la conforman.
Por aquel entonces, John S Coleman no se ha convertido aún en presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, pero acaba de crear el Comité de Ciudadanos por una Política Nacional de Comercio (CCNTP, por sus siglas en inglés). Afirma que la libertad de comercio absoluta –es decir la renuncia a todos los derechos de aduana– permitirá a los aliados de Estados Unidos acrecentar sus propias riquezas y financiar la CED, léase emprender el rearme de Alemania e integrar su potencial militar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Los documentos demuestran, sin embargo, que el CCNTP lo único que tiene de “ciudadano” es el nombre. Se trata, en realidad, de una iniciativa de Charles D Jackson, el consejero de la Casa Blanca a cargo de la guerra sicológica. A la cabeza de la operación se encuentra William J Donovan, el exjefe de la Office of Strategic Services (el servicio de inteligencia estadunidense creado durante la Segunda Guerra Mundial), ahora encargado de crear la rama estadunidense del nuevo servicio secreto de la OTAN, el Gladio.
Paul van Zeeland no sólo es el promotor de la CED, es, además, un político de mucha experiencia. Al término de la ocupación nazi, presidió la Liga Independiente de Cooperación Europea, que tenía como objetivo la creación de una unión aduanera y monetaria, organización que fue instaurada por el ya mencionado Joseph Retinger.
El propio Retinger, quien funge como secretario en el encuentro de Bilderberg, sirvió durante la guerra en los Servicios Secretos Ingleses (SOE, por sus siglas en inglés) del general Colin Gubbins. En el Reino Unido, Retinger, un aventurero polaco, fue consejero del gobierno de Sikorski en el exilio. En Londres, protagonizó el microcosmo de los gobiernos creados en el exilio, lo cual le proporcionó múltiples contactos en la Europa liberada del fascismo.
Su amigo Sir Gubbins abandonó oficialmente los servicios secretos británicos y el SOE fue disuelto. Dirige entonces una pequeña empresa de tapices y productos textiles que le sirve de “pantalla”. En realidad, Gubbins está a cargo de la creación de la rama inglesa del Gladio. Después de haber participado en todas las reuniones preparatorias del congreso de Bilderberg, se encuentra entre los invitados, sentado al lado de Charles D Jackson.
Los participantes ignoran que son, en definitiva, los servicios secretos de la OTAN quienes realmente dan origen al encuentro de Bilderberg. El príncipe Bernhard, Coleman y Van Zeeland sirven de fachada.
Aunque periodistas imaginativos hayan creído encontrar en el Grupo de Bilderberg la voluntad de crear un gobierno mundial oculto, este club de personalidades influyentes no es más que una herramienta de cabildeo que la OTAN utiliza para promocionar sus propios intereses. Esto es mucho más serio y mucho más peligroso, ya que es la OTAN la que ambiciona convertirse en un gobierno mundial oculto capaz de perpetuar el statu quo internacional y la influencia de Estados Unidos.
Además, en las siguientes reuniones, la seguridad del Grupo de Bilderberg no estará en manos de la policía del país donde se organiza el encuentro, sino de los soldados de la OTAN.
Entre los 10 oradores inscritos, se destacan dos exprimeros ministros –el francés Guy Mollet y el italiano Alcide de Gasperi–, tres responsables del Plan Marshall, el halcón de la Guerra Fría Paul H Nitze y, sobre todo, un poderosísimo financiero: David Rockefeller.
Según los documentos preparatorios, una veintena de participantes están al tanto del secreto. Conocen más o menos en detalle quiénes son los que realmente manejan el show y han redactado sus intervenciones. Hasta los menores detalles están previstos y no se deja ni el más mínimo espacio a la improvisación. Por su parte, los demás participantes, unos 50, ignoran lo que se está tramando. Han sido escogidos para que ejerzan su influencia sobre sus respectivos gobiernos y sobre la opinión pública de sus países. Así que el seminario ha sido organizado para convencerlos y para llevarlos a que se impliquen en la propagación de los mensajes.
En vez de abordar los grandes problemas internacionales, las intervenciones analizan la supuesta estrategia ideológica de los soviéticos y explican el método por seguir para contrarrestarla en el “mundo libre”.
Las primeras intervenciones evalúan el peligro comunista. Los “comunistas conscientes son individuos que pretenden poner su patria al servicio de la Unión Soviética para imponerle al mundo un sistema colectivista, y hay que combatirlos. Pero se trata de una lucha difícil ya que estos comunistas conscientes” están diseminados por toda Europa dentro de una masa de electores comunistas que nada saben de sus siniestros propósitos y que los siguen con la esperanza de obtener mejores condiciones sociales.
La retórica se endurece poco a poco. El “mundo libre” debe enfrentar el “complot comunista mundial”, no sólo de forma general, sino dando también respuesta a problemas concretos vinculados con las inversiones estadunidenses en Europa y la descolonización.
Finalmente, los oradores abordan el problema principal que, según afirman ellos, los soviéticos están explotando en su propio beneficio: por razones culturales e históricas, los responsables políticos del “mundo libre” emplean argumentos diferentes en Estados Unidos y en Europa, argumentos que a veces se contradicen. El caso más emblemático es el de las purgas que organiza el senador McCarthy en Estados Unidos. Éstas resultan indispensables para salvar la democracia, pero el método utilizado es visto en Europa como una forma de totalitarismo.
El mensaje final es que no hay negociación diplomática ni compromiso posible con los “Rojos”. Hay que impedir, cueste lo que cueste, que los comunistas logren desempeñar un papel en Europa occidental. Pero habrá que actuar con astucia. Como no podemos arrestarlos y fusilarlos, habrá que neutralizarlos con discreción, sin que los electores se den cuenta. Es decir, la ideología que se desarrolla en el encuentro es la de la OTAN y el Gladio. Nunca se dijo allí que se recurriría al fraude electoral ni que los indecisos serían asesinados, pero todos los participantes admitieron que, para salvar el “mundo libre”, había que poner las libertades entre paréntesis.
Aunque el proyecto de la Comunidad Europea de Defensa fracasó tres meses más tarde debido a los golpes que le asestaron tanto diputados comunistas como “nacionalistas extremistas”, es decir los gaullistas, su objetivo no era apoyar la creación de la CED ni ninguna otra medida política en particular, sino divulgar una ideología en el seno de la clase dirigente y transmitirla después, a través de dicha clase, al resto de la sociedad. Objetivamente, los ciudadanos de Europa occidental disponían cada vez más de información sobre las libertades que no tenían los habitantes de Europa oriental, pero tenían cada vez menos conciencia de las libertades que ellos mismos iban perdiendo en Europa occidental.
El Grupo de Bilderberg se convierte en una organización
Un segundo congreso se organiza entonces en Francia, del 18 al 20 de marzo de 1955, en la localidad de Barbizon.
Poco a poco va imponiéndose la idea de que estos congresos van a realizarse cada año y de que es necesario conformar una secretaría permanente. El príncipe Bernhard se aparta luego de evidenciarse su participación en un caso de tráfico de influencia –el escándalo Lockheed-Martin–. Cede entonces la presidencia al exprimer ministro británico Alec Douglas Home (de 1977 a 1980). La presidencia del Grupo de Bilderberg será ocupada posteriormente por el excanciller y presidente de la República Federal de Alemania, Walter Scheel (de 1981 a 1985); el exgobernador del Banco de Inglaterra, Eric Roll (de 1986 a 1989); el exsecretario general de la OTAN, Peter Carrington (de 1990 a 1998), y, finalmente, el exvicepresidente de la Comisión Europea, Etienne Davignon (desde 1999).
El presidente del Grupo de Bilderberg contó durante mucho tiempocon la ayuda de dos secretarios generales, uno para Europa y Canadá –los Estados vasallos– y otro para Estados Unidos –el monarca–. Pero actualmente existe un solo secretario, desde 1999.
De un año a otro, los debates son muy repetitivos. Es por eso que no son los mismos invitados. Hay siempre un núcleo central que se encarga de preparar el seminario de antemano y otros personajes que vienen por primera vez, a los que se les inculca la retórica atlantista del momento.
Los encuentros anuales reúnen actualmente más de 120 participantes, un tercio de los cuales son miembros del núcleo. La alianza atlántica los selecciona según la importancia de sus contactos y su capacidad de influencia, independientemente de las funciones que ejerzan en la sociedad, y siguen siendo miembros del núcleo central cuando cambian de ocupación.
Hay que ver la lista exacta de dicho núcleo, incluyendo a los miembros del Consejo de Administración, que sirven de vitrina para los invitados, y algunos de los miembros que se mantienen menos visibles para no asustar a los nuevos.
Los miembros no implican en el Grupo a las empresas o instituciones en las que trabajan. Es, sin embargo, interesante observar la diversidad de sectores en los que desarrollan sus actividades.
Grupo de influencia de la organización militar más poderosa
La cantidad de temas abordados en los encuentros anuales del Grupo de Bilderberg ha ido en aumento en los últimos años, en función de la actualidad internacional. Pero eso no nos dice nada nuevo, ya que esas discusiones no tienen en sí mismas ningún objetivo. No pasan de ser pretextos para comunicar mensajes. No hemos tenido acceso, por desgracia, a los documentos preparatorios más recientes, por lo que sólo podemos entonces inferir las consignas que la OTAN trata de divulgar a través de estos líderes de la opinión.
La reputación del Grupo de Bilderberg ha llevado a algunos a atribuirle capacidades de nominación. Se trata de una tontería que esconde, además, la identidad de quienes realmente manejan los hilos en el seno de la alianza atlántica.
Se dice, por ejemplo, que durante la más reciente campaña para la elección presidencial estadunidense, Barack Obama y Hillary Clinton desaparecieron durante todo un día, el 6 de junio de 2008, para negociar el fin de su rivalidad. En realidad se fueron al seminario anual del Grupo de Bilderberg, en la localidad estadunidense de Chantilly, Virginia. Al día siguiente, la señora Clinton anunciaba su salida de la carrera presidencial. Algunos autores concluyeron entonces que la decisión se había tomado durante la reunión del Grupo de Bilderberg, lo cual es ilógico en la medida en que aquella decisión ya era un hecho desde tres días antes, debido a la cantidad de votos que el senador Obama había obtenido en el comité de investidura del Partido Demócrata.
Según una fuente, lo que sucedió aquel día fue otra cosa. Barack Obama y Hillary Clinton se reunieron en privado para concluir un acuerdo financiero y político. El senador Obama reinyectó fondos en la caja de su rival y le ofreció un puesto en su administración –la señora Clinton rechazó la vicepresidencia y escogió el Departamento de Estado– a cambio de su activo apoyo en la campaña contra el candidato republicano. James A Johnson presentó después a los dos líderes en el Seminario de Bilderberg, donde ambos aseguraron a los participantes que trabajarían juntos. Ya desde mucho antes, Barack Obama era el candidato de la OTAN. El señor Obama y su familia siempre trabajaron para la Agencia Central de Inteligencia y el Pentágono. Además, los primeros fondos para su campaña electoral fueron proporcionados por la corona de Inglaterra a través del hombre de negocios Nadhmi Auchi. Al presentar al senador negro ante los participantes del encuentro de Bilderberg, la alianza atlántica estaba organizando a escala internacional las relaciones públicas del futuro presidente de Estados Unidos.
También se reportó que el Grupo de Bilderberg organizó entonces una cena que no estaba prevista, fuera del marco del seminario, y que se desarrolló el 14 de noviembre de 2009 en el castillo de Val Duchesse, propiedad del rey de Bélgica. El exprimer ministro belga Herman van Rompuy pronunció un discurso en aquella ocasión. Cinco días después, Van Rompuy fue electo presidente del Consejo Europeo. También, en este caso, varios autores concluyeron, erróneamente, que el Grupo de Bilderberg lo había “puesto en el cargo”.
En realidad, el presidente de la Unión Europea no puede ser una personalidad que no forme parte de los círculos de la OTAN, ya que –y es importante recordarlo– la propia Unión Europea es fruto de las cláusulas secretas del Plan Marshall. Y la persona escogida debe contar, por lo tanto, con el aval de los Estados miembros de la OTAN. Se trata, por consiguiente, de una decisión que exige largas negociaciones y que no se toma simplemente durante una cena entre amigos.
También, según la fuente de Red Voltaire, el presidente del Grupo de Bilderberg, Etienne Davignon, convocó aquella cena imprevista para propiciar la presentación de Van Rompuy ante sus vectores de influencia. Aquello se hacía más indispensable aún en la medida en que el hombre escogido para convertirse en el primer presidente de la Unión Europea –cargo que acababa de ser creado– era un perfecto desconocido fuera de su propio país. Durante aquella cena, el señor Van Rompuy expuso su programa de creación de un impuesto europeo destinado a financiar directamente las instituciones de la Unión Europea sin tener que depender de los Estados miembros. El papel de los participantes en el encuentro del Grupo de Bilderberg no era otro que decir, después en todas partes, que ya conocían a Herman Van Rompuy y que eran testigos de sus cualidades como presidente.
La realidad sobre el Grupo de Bilderberg es, por lo tanto, menos romántica de lo que algunos autores de éxito han imaginado. El increíble despliegue de fuerzas militares que garantiza su seguridad no está tan destinado a protegerlo como a impresionar a los propios participantes. No expresa el poderío de estos últimos, sino que les demuestra que el único verdadero poderío en Occidente es el de la OTAN. Queda por parte de los participantes decidir si la apoyan para que ella los apoye o si la combaten y se exponen así a ser aplastados.
Además, a pesar de haber desarrollado en sus comienzos una retórica anticomunista, el Grupo de Bilderberg no era antisoviético, como tampoco es hoy antirruso. Lo que hace es seguir una estrategia de la alianza atlántica que no constituye un pacto contra Moscú, sino que está destinada a defender –y de ser posible a extender– la zona de influencia de Washington. En el momento de su creación, la OTAN concibió la esperanza de lograr que la Unión Soviética se integrara a ella, lo cual hubiese implicado un compromiso de Moscú a mantener la distribución del mundo que había resultado de las conferencias de Postdam y de Yalta. La alianza atlántica acogió recientemente al presidente ruso Dmitri Medvédev en la cumbre de Lisboa y le propuso que Rusia se uniese a ella. No se trataría entonces de una relación de vasallaje, sino del reconocimiento del nuevo orden mundial en el que toda Europa central y oriental ha caído en la órbita estadunidense. Una adhesión rusa sería, en cierta forma, como una especie de tratado de paz: Moscú reconocería así su derrota en la Guerra Fría y la nueva repartición del mundo.
En ese caso, el Grupo de Bilderberg invitaría a personalidades rusas a sus reuniones anuales. No les pediría que influyeran en la opinión pública rusa para estadunizarla, sino para convencerla de que renuncie definitivamente a los sueños de grandeza del pasado.
Grupo Bilderberg
Consejo de Administración
Josef Ackermann: banquero suizo, director del Deutsche Bank; vicepresidente del Foro de Davos
Roger C Altman: banquero estadunidense, exconsejero de las campañas electorales de John Kerry y de Hillary Clinton; director del banco de negocios Evercore Partners, Inc
Francisco Pinto Balsemao: exprimer ministro socialista de Portugal (de 1981 a 1983); presidente fundador del principal grupo portugués de televisión
Fran Bernabe: banquero italiano, actual propietario de Telecom Italia
Henri de Castries: presidente-director general de la compañía francesa de seguros AXA
Juan Luis Cebrián: director del grupo español de prensa escrita y audiovisual Prisa
W Edmund Clark: banquero canadiense, presidente del Toronto-Dominion Bank Financial Group
Kenneth Clarke: exvicepresidente de British American Tobacco (de 1998 a 2007); canciller y ministro británico de la Justicia; vicepresidente de Movimiento Europeo UK
George A David: presidente-director general de Coca Cola
Etienne Davignon: hombre de negocios belga; exvicepresidente de la Comisión Europea (de 1981 a 1985); actual vicepresidente de Suez-Tractebel
Anders Eldrup: presidente-director general de la compañía danesa de gas y petróleo Dong Energy
Thomas Enders: director de Airbus
Victor Halberstadt: profesor de economía en la universidad holandesa de Leiden; funge como consejero de diversas empresas, como Goldman Sachs y Daimler-Chrysler
James A Johnson: financiero estadunidense. Fue uno de los principales responsables del Partido Demócrata y estuvo entre los artífices de la investidura de Barack Obama. Es vicepresidente del banco de negocios Perseus
John Kerr of Kinlochard: exembajador del Reino Unido en Washington, vicepresidente del grupo petrolero Royal Dutch Shell
Klaus Kleinfeld: presidente-director general alemán del gigante estadunidense del aluminio Alcoa
Mustafa V Koç: presidente-director general del holding Koç, la empresa más importante de Turquía
Marie-Josée Drouin-Kravis: editorialista sobre temas económicos en la prensa escrita y audiovisual de Canadá. Investigadora del extremadamente militarista Hudson Institute. Es la tercera esposa de Henry Kravis
Jessica T Mathews: exdirectora de asuntos globales en el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Actual directora de la Fundación Carnegie
Thierry de Montbrial: economista; director fundador del Instituto Francés de Relaciones Internacionales y de la World Policy Conference
Mario Monti: economista italiano, excomisario europeo para la competencia (de 1999 a 2005); cofundador del Spinelli Group por el Federalismo Europeo
Egil Myklebust: expresidente del patronato noruego; director de Scandinavian Airlines System
Matthias Nass: director adjunto del diario alemán Die Zeit
Jorma Ollila: hombre de negocios finlandés; expresidente-director general de Nokia; actual presidente del grupo petrolero Royal Dutch Shell
Richard N Perle: expresidente del Consejo de Consulta de Defensa del Pentágono. Es uno de los principales líderes de los llamados straussianos (los discípulos de Leo Strauss) y, por lo tanto, importante figura de los neoconservadores
Heather Reisman: mujer de negocios canadiense, Presidenta-directora general del grupo de edición Indigo-Chapters
Rudolf Scholten: exministro de Finanzas de Austria; gobernador del Banco Central
Peter D Sutherland: excomisario europeo irlandés para la competencia. Fue posteriormente director general de la Organización Mundial del Comercio. Actual presidente de Goldman Sachs International. Expresidente de la sección europea de la Comisión Trilateral y vicepresidente de la European Round Table of Industrialists; actual presidente de honor del Movimiento Europeo en Irlanda
J Martin Taylor: exdiputado británico; presidente-director general del gigante de la química y de la actividad agroalimentaria Syngenta
Peter A Thiel: jefe de empresa estadunidense; presidente-director general de PayPal; presidente de Clarium Capital Management y, debido a esa posición, accionista de Facebook
Daniel L Vasella: presidente-director general del grupo farmacéutico suizo Novartis
Jacob Wallenberg: banquero sueco. Es administrador de numerosas compañías transnacionales
Miembros disimulados del núcleo
Carl Bildt: exprimer ministro liberal de Suecia (de 1991 a 1994); exenviado especial de la Unión Europea y posteriormente de la Organización de las Naciones Unidas en los Balcanes (de 1995 a 1997 y de 1999 a 2001). Actual ministro sueco de Relaciones Exteriores
Oscar Bronner: presidente-director general del diario austriaco Der Standard
Timothy C Collins: financiero estadunidense; director del fondo de inversiones Ripplewood
John Elkann: presidente-director general del grupo automovilístico italiano Fiat (su abuelo Gianni Agnelli fue durante 40 años uno de los promotores del Grupo de Bilderberg. Heredó la fortuna familiar luego del deceso, por causas naturales, de su abuelo Giovanni y de la prematura muerte de su tío Edoardo, quien se había convertido al Islam chiíta. Existe la convicción, en fuentes policiales, de que Edoardo fue asesinado para que la fortuna volviera a la rama judía de la familia)
Martin S Feldstein: exconsejero económico de Ronald Reagan (de 1982 a 1984) y actual consejero económico de Barack Obama. Fue también consejero de George W Bush para la inteligencia exterior. Imparte clases en Harvard
Henry A Kissinger: exconsejero de seguridad nacional de Estados Unidos y exsecretario de Estado; personalidad central del complejo militaro-industrial estadunidense; actual presidente de la firma de consejería Kissinger Associates
Henry R Kravis: financiero estadunidense a cargo del manejo del fondo de inversiones KKR. Es uno de los principales recolectores de fondos del Partido Republicano
Neelie Kroes: exministra holandesa de Transporte; comisaria europea para la competencia y actual comisaria para la sociedad numérica
Bernardino Léon Gross: diplomática española; secretaria general de la presidencia del gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero
Frank McKenna: exmiembro de la Comisión de Vigilancia de los servicios de inteligencia canadienses; embajador de Canadá en Washington (de 2005 a 2006); vicepresidente del Banco Toronto-Dominion
Beatriz, de los Países Bajos: reina de Holanda. Es la hija del príncipe Bernhard
George Osborne: ministro británico de Finanzas. Este personaje neoconservador es considerado como un euroescéptico, lo cual implica que se opone a la integración del Reino Unido a la Unión Europea, aunque sí es partidario de la organización del continente en el seno de la Unión Europea
Robert S Prichard: economista canadiense; director del grupo de prensa escrita y audiovisual Torstar
David Rockefeller: es el patriarca de una larga dinastía de financieros y el más antiguo miembro del núcleo del Grupo de Bilderberg. Es también presidente de la Comisión Trilateral, organización similar en la que participan personajes asiáticos
James D Wolfensohn: financiero australiano que adoptó la nacionalidad estadunidense para convertirse en presidente del Banco Mundial (de 1995 a 2005). Actual director de la firma de consejería Wolfensohn & Co
Robert B Zoellick: diplomático estadunidense; exdelegado de Comercio de Estados Unidos (de 2001 a 2005); actual presidente del Banco Mundial