El primer número de Contralínea vio la luz el 10 de abril de 2002. El entonces mensuario –largamente soñado y planeado por un grupo de periodistas que buscaba romper con la censura– apareció por vez primera en el aniversario luctuoso de Emiliano Zapata, un revolucionario de origen humilde que no traicionó ni claudicó, y cuyas aspiraciones, si bien inconclusas con su asesinato, se mantienen vigentes en las luchas cotidianas de los campesinos e indígenas, de estudiantes y obreros, profesionistas y amas de casa, pequeños comerciantes y sociedad mexicana en general: reforma, libertad, justicia y ley.
Estas páginas han buscado reflejar esas aspiraciones y con firmeza continuar la tradición de un periodismo libertario y de denuncia, iniciada en México con el periódico insurgente El Despertador Americano –fundado por Severo Maldonado, a instancias de Miguel Hidalgo en plena lucha por la Independencia de México– y consolidada por los hermanos Flores Magón y su periódico Regeneración en las vísperas de la avalancha social armada que sería la Revolución Mexicana.
Durante estos 10 años Contralínea ha rechazado convertirse en parte del “cuarto poder”, que ocupan con gusto los consorcios mediáticos y sus voceros. Por el contrario, se ha esmerado en ser un contrapoder que vuelva la mirada hacia abajo para documentar las luchas de emancipación de los pueblos, denunciar las violaciones a los derechos humanos y difundir la cultura y las demandas de los sectores más vulnerables, los invisibles del statu quo.
También ha vuelto la mirada hacia arriba para documentar la impunidad, la injusticia, la corrupción, el abuso de poder, el tráfico de influencias, el peculado, la malversación de fondos, los fraudes y el nepotismo. La mirada hacia arriba, para investigar a quienes –desde el espectro político que va de la izquierda a la derecha– ejercen poder y son responsables del uso de recursos públicos. En suma, Contralínea se ha esmerado en mantenerse, con un trabajo profundo y serio, como un medio incómodo.
En esta tarea, Contralínea no ha caminado sola, lo ha hecho con la sociedad. Otros medios de comunicación y periodistas críticos e independientes también mantienen esos principios y con su trabajo diario construyen una sociedad más democrática, justa y libre.
Estos primeros 10 años de Contralínea han coincidido con las primeras dos administraciones federales emanadas del Partido Acción Nacional. El autoritarismo y la censura, que para muchos eran características privativas de los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional, no sólo no se fueron: en algunos casos se profundizaron. A lo largo del sexenio de Vicente Fox y en lo que va del de Felipe Calderón, 88 periodistas han sido asesinados y 16 desaparecidos; se renueva el “no pago para que me pegues” priísta y se excluyen de las pautas publicitarias a los medios críticos; se judicializa la libertad de expresión, y se garantiza la impunidad de quienes agreden a la prensa.
Junto con muchos otros medios y periodistas de las 32 entidades de la República Mexicana, Contralínea ha padecido una de las etapas más aciagas para las libertades de expresión y de prensa de los últimos años. Pero también ha participado de una alegre efervescencia social por la información veraz e independiente.
Contralínea nació como una revista mensual impresa. Con la convicción y el esfuerzo del equipo que la hace posible y con la solidaridad de sus lectores, se convirtió en publicación quincenal y, después, semanal. A 10 años, Contralínea es hoy también un periódico de distribución gratuita y una página electrónica con sus ramificaciones en redes sociales. También cuenta con siete ediciones estatales. Refrendamos nuestra razón de ser, establecida desde el primer número: hacer periodismo comprometido con la sociedad, la verdad y la independencia. Gracias, lector, por caminar juntos.