El cambio de régimen en México: los números de la victoria

El cambio de régimen en México: los números de la victoria

Andrés Manuel López Obrador, en su tercera incursión de forma consecutiva en búsqueda del gran objetivo, por fin ha logrado quitarse el estigma. El candidato de la coalición Juntos Haremos Historia –Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Partido del Trabajo (PT) y Partido Encuentro Social (PES) – obtuvo el 52.96 por ciento de los votos y logró de este modo convertirse en el próximo presidente de México, cargo que asumirá el 1 de diciembre y que desempeñará hasta 2024.

López Obrador había quedado en segundo lugar en las pasadas elecciones presidenciales, tanto en 2006 –por un escasísimo margen de tan sólo 0.58 por ciento y denuncias de fraude mediante– como en 2012. En esta oportunidad encabezó todas las encuestas a lo largo de la campaña electoral y nadie ponía en duda que sería el ganador sino que el ojo estaba puesto en ver cuál sería la distancia con sus contendientes. La victoria ha sido arrolladora, registrándose la mayor diferencia respecto a su inmediato perseguidor desde las elecciones de 1982. Así como en el 2000 México decidió optar por el PAN y poner fin a la hegemonía del PRI después de 70 años, en esta ocasión se ha dado un nuevo vuelco y la ciudadanía se inclinó masivamente por un cambio de régimen tras dos décadas de alternancia entre los partidos tradicionales.

Votación presidencial

En un resultado sumamente abultado, ubicándose incluso por encima de la gran diferencia que la mayoría de las consultoras vaticinaban en la previa, al cierre del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) y con el 93.5 ´por ciento de las casillas computadas, López Obrador aventajó en más de 30 puntos porcentuales a Ricardo Anaya Cortés (22.49 por ciento) de Por México al Frente –Partido Acción Nacional (PAN), Partido de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano (MC) –, 36.56 puntos a quien sin lugar a dudas ha sido el gran perdedor de la jornada, el oficialista José Antonio Meade (16.40 por ciento) de Todos por México –Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido Nueva Alianza (Panal) y Partido Verde Ecologista de México (PVEM) – y 47.83 puntos a Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón (5.13por ciento) –candidato independiente.

La participación registrada en términos porcentuales ha sido casi la misma que en los comicios presidenciales pasados –con el lógico y esperable incremento en valores absolutos por el aumento poblacional– y se mantuvo acorde con lo previsto. De este modo, con los resultados parciales del PREP se estima una participación del 63 por ciento de los ciudadanos de la lista nominal de 89 millones 123 mil 355 habilitados para votar –el 99.77 por ciento del padrón electoral–. Por último, un ítem a destacar es que tanto el Panal como el PES obtuvieron registros menores al 3 por ciento de los votos válidos, por lo que de confirmarse este resultado perderán su registro a nivel nacional.

Senado y Cámara

En los comicios, los mexicanos no solamente eligieron presidente sino que también la composición de las dos Cámaras del Congreso, las cuales se renovarán de forma completa: a nivel federal se eligieron a los 500 integrantes de la Cámara de Diputados y los 128 miembros del Senado. La coalición Juntos Haremos Historia obtuvo según el PREP la mayoría tanto en el Senado –45 por ciento de los votos– como en la Cámara de Diputados –44 por ciento–, mientras que la coalición Por México al Frente se ubicó en un alejado segundo puesto. El PRI y sus aliados apenas consiguieron un remoto tercer lugar.

El reparto final de los 128 escaños al Senado y los 500 a la Cámara de Diputados dependerá de la incorporación de los plurinominales –representación proporcional– y los principios de mayoría relativa y primera minoría por lo cual aún no se conoce la composición definitiva de ambas Cámaras. Pero la información con la que se cuenta hasta el momento nos dice que en el Senado Juntos Haremos Historia ganó en 23 estados, Por México al Frente en seis, Todos por México en uno, y de manera individual Morena se llevó un estado y Movimiento Ciudadano otro. Con la misma tendencia, de las 300 diputaciones por mayoría relativa Juntos Haremos Historia ganó 210, Por México al Frente 62, Todos por México solamente 14, y de manera individual Morena se queda con ocho, el PAN cinco y el PRI una.

Si bien se trata tan sólo de estimaciones y aún falta el conteo definitivo, la posibilidad de obtener mayoría en ambas Cámaras resultaba de vital importancia para Juntos Haremos Historia. De este modo, la coalición gozará de una mayor gobernabilidad y se podrá atender el plan de López Obrador de revisar el programa de reformas implementadas por el Gobierno de Peña Nieto –especialmente los contratos en materia energética para “prevenir actos de corrupción e ilegalidad”.

Gubernaturas

En primer lugar y como dato sobresaliente, los candidatos de Morena –que actualmente no gobiernan ningún estado– se alzaron con el triunfo en cuatro de las ocho gobernaciones en disputa, más la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. Estas conquistas modifican sustancialmente el mapa político de los 32 estados, los cuales hasta el momento eran gobernados casi exclusivamente por el PRI y el PAN –este último en alianza con el PRD en varios de ellos–. De este modo, la espectacular elección de Morena le permitirá pasar de no gobernar a ningún mexicano en ningún estado a hacerlo sobre el 21.6 por ciento de la población –más de 26 millones de mexicanos– que se concentra en los distritos ganados.

La victoria más importante seguramente sea la de Claudia Sheinbaum Pardo, candidata de Juntos Haremos Historia al gobierno de la capital, quien además –en otra muestra simbólica del cambio de época que se avecina– se convertirá de esta forma en la primera mujer electa a la alcaldía de la Ciudad de México. Además, las cuatro gobernaciones que habría ganado Morena serían las de Chiapas, Tabasco, Veracruz y Morelos, mientras que el PAN se quedaría con Yucatán, Puebla y Guanajuato –estos dos últimos junto al PRD–, y Movimiento Ciudadano habría triunfado en Jalisco. Sorprendentemente, o quizás no tanto, el PRI se quedó con las manos vacías, perdiendo Chiapas, Jalisco e incluso Yucatán –estado que calculaban poder retener.

Un proceso electoral signado por la violencia

La campaña electoral se ha visto manchada, desde su comienzo el día 8 de septiembre de 2017, por la violencia. Según el sexto informe de la consultora Etellekt, suman más de 130 las figuras políticas que han sido asesinadas desde el inicio del proceso electoral, incluyendo 48 precandidatos y candidatos a distintos puestos de elección popular, y más de 50 familiares de políticos. La cifra es escandalosa y representa un aumento superior el 600 por ciento con respecto al proceso electoral de 2015, en el cual se han reportado 21 homicidios, y alrededor de un 1 mil 500 por ciento en relación a los 9 homicidios registrados en el proceso electoral de 2012. A esto debemos agregar que aproximadamente el 75 por ciento de las agresiones fueron cometidas contra candidatos de la oposición.

Es importante señalar que esta ola de violencia no afecta sólo a los políticos, sino que es la fiel representación de un drama que vive México de un tiempo a esta parte. Tal es así que en 2017, el país vivió su año más violento desde que comenzaron los registros hace 2 décadas, contabilizando más de 29 mil asesinatos. Frente a este clima de época, los comicios de ayer no fueron la excepción. Sin embargo, resulta cuanto menos curioso que frente a los dos asesinatos registrados durante la jornada electoral el presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdova, haya declarado que “la jornada electoral está transcurriendo con normalidad, sin incidentes mayores”, y en el mismo sentido el presidente Enrique Peña Nieto afirmase que el proceso electoral se estaba llevando a cabo “de manera ordenada y pacífica, en un clima de armonía social”.

Aguardando la cuarta transformación

Según el informe de Latinobarómetro de 2017, tan sólo el 8 por ciento de los mexicanos consideran que se gobierna para el bien de todo el pueblo, siendo el tercer país con índice más bajo de la región después de Brasil y Paraguay. A su vez, el visto bueno hacia el gobierno de Peña Nieto es nuevamente el tercero más bajo –luego de Brasil y El Salvador–, con tan sólo un 20 por ciento de ciudadanos que aprueban la gestión del PRI, aprobación que cayó de forma constante desde 2011 (59 por ciento) hasta la fecha, evidenciando el descontento generalizado con el presidente saliente. A partir de estos datos, se puede comprender mejor por qué el PRI cayó derrotado estruendosamente en la que fue la peor elección de su historia.

Con el Congreso de su lado y unos índices de apoyo que hace mucho tiempo no se veían –por lo abultado de los márgenes y para todos los niveles de los comicios–, la coalición gobernante tendrá una oportunidad histórica para dar un giro trascendental en el país azteca. López Obrador nos promete encabezar la cuarta gran transformación en la historia de México tras la Independencia, la Reforma y la Revolución. Y confirmando el deseo, en su primer discurso como presidente electo, López Obrador dejó una frase que será leimotiv de su presidencia: “Por el bien de todos, primero los pobres”.

Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica/Telesur

[OPINIÓN][ARTÍCULO]