Xavier Caño Tamayo*/Centro de Colaboraciones Solidarias
Hadil Almajdalawi, una palestina que hoy vive en Madrid, España, denuncia que “Gaza no se diferencia tanto de la Varsovia ocupada por los nazis. También en Gaza hay superpoblación, no dejan salir a la gente, no llegan alimentos ni medicinas, destruyen las casas y es un lugar cerrado donde se matan civiles”.
Ya ha habido en Gaza más de 1 mil 260 muertos, más de 7 mil heridos, 140 mil palestinos han huido de sus hogares y no pasa día sin que las portadas no rezumen destrucción y muerte en Gaza. No ha habido en el mundo en las últimas décadas ataque más brutal que el de Israel contra Gaza. El pretexto de Israel es que desmantela las bases de lanzamiento de cohetes de Hamás. Pero el historiador Jorge Ramos Tolosa recién ha explicado que “la masacre de Gaza es un episodio más de la limpieza étnica que sufre el pueblo palestino desde décadas”.
Es la clave: “limpieza”étnica. El último acto de una acometida que empezó hace 66 años en el territorio de Palestina. Con mismos métodos o parecidos. Como denuncia la Coalición Nacional de Organizaciones Cristianas de Palestina, “lo que pasa en Gaza no es una guerra, sino una masacre de civiles”. Como entonces.
El israelí Ilan Pappé reveló en su libro Limpieza étnica de Palestina (2008) que “el 10 de marzo de 1948, 2 meses y 4 días antes de proclamar el Estado de Israel, un grupo de 11 hombres formado por veteranos líderes sionistas y jóvenes oficiales judíos, dieron los toques finales a un plan para la ‘limpieza’ étnica de Palestina. Esa misma tarde se enviaron órdenes militares a las unidades de combate para preparar la expulsión sistemática de los palestinos de vastas áreas del país”.
Otro historiador israelí, Simha Flapan, ha explicado que “la campaña militar contra los palestinos, incluida la conquista y destrucción de las áreas rurales, se concretó en el Plan Dalet”. Y es el propio Ben-Gurión, padre de Israel, quien en su libro Renacimiento y destino de Israel reconoce que “hasta la marcha de los británicos el 15 de mayo de 1948, los palestinos no habían capturado ningún asentamiento judío, ni siquiera entrado en ninguno por remoto que fuera, mientras la Haganá capturó muchas posiciones palestinas, por lo que el día de la verdad (la proclamación del Estado de Israel) gran parte de Palestina estaba casi libre de árabes”.
Pappé y Flapan forman parte de los “nuevos historiadores”, investigadores israelíes que desde la década de 1980 estudian la fundación del Estado de Israel y la denominada guerra árabe-israelí de 1948, tras la desclasificación masiva de documentos archivados en Israel, Cisjordania y Occidente. Esos archivos han permitido un conocimiento veraz del nacimiento de Israel. Y lo que sucedió fue “limpieza” étnica. Lo corroboraron incluso los normalmente silenciosos observadores de la Organización de las Naciones Unidas, que en octubre de 1948 remitieron un informe al secretario general de la Organización donde afirmaban que la política israelí era “expulsar a los árabes de sus aldeas natales en Palestina por la fuerza o por amenazas”.
Y Pappé concluye que “en la creación de su Estado, los líderes judíos no libraron una guerra que, trágica pero inevitablemente, significó la expulsión de una parte de la población nativa, sino que su meta era la ‘limpieza’ étnica de toda Palestina. Se tardó 6 meses en completar el plan. Cuando acabó, se habían destruido 531 aldeas y 11 núcleos o barrios urbanos y se había expulsado a unos 800 mil palestinos, más de la mitad de población nativa de entonces”.
Los nuevos historiadores, que utilizan sobre todo informaciones de archivos militares israelíes desclasificados, demuestran que las “expulsiones masivas de aldeas y ciudades palestinas por las tropas judías se lograron cometiendo un considerable número de atrocidades (como envenenar el agua potable de Acre), incluidas docenas de masacres”.
Tiene razón Hadil Almajdalawi cuando dice que “los israelíes hacen con los palestinos lo mismo que los nazis hicieron con los judíos”. Amnistía Internacional ha acusado a Israel de crímenes de guerra en sus informes Plomo fundido y Gatillo fácil, en los que denuncia las muertes de palestinos en Cisjordania, además de la masacre de Gaza.
Es momento de exigir que los dirigentes de Israel y de sus Fuerzas Armadas sean procesados y juzgados por limpieza étnica y crímenes de guerra.
*Periodista y escritor
Textos relacionados:
Xavier Caño Tamayo*/Centro de Colaboraciones Solidarias
Contralínea 398 / 10 agosto de 2014