Los tratados de libre comercio –y en especial la Asociación Trasatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP, por su sigla en inglés) entre Estados Unidos y la Unión Europea– son una seria amenaza para el pueblo trabajador. Ese TTIP supondrá, por ejemplo, una violación sistemática de derechos de los trabajadores, porque Estados Unidos no acepta las pautas de derechos laborales de la Organización Internacional del Trabajo, y la armonización de normas negociada en el TTIP será a la baja. Se impondrá la ausencia estadunidense de derechos laborales. Será así porque quienes negocian el tratado consideran los derechos de los trabajadores “barreras” para el libre comercio.
Además, el TTIP prevé crear un consejo de cooperación reglamentaria que podrá determinar si los proyectos de ley de los gobiernos perjudican intereses de empresas trasnacionales. Y hacerlos retirar. Además crear unos pretendidos tribunales internacionales para conflictos de inversores (grandes empresas, corporaciones trasnacionales) y gobiernos. Pero hay trampa:?únicamente pueden demandar las empresas y esos “tribunales” sólo son tríos de abogados privados carísimos sin ningún mandato ni legalidad democráticos. Una mafia cerrada.
Por otros tratados bilaterales (que también establecen esos equívocos medios de resolución de conflictos), tenemos un amplio conocimiento de cómo actúan esos falsos tribunales: dictando sentencias multimillonarias de indemnizaciones contra los Estados por pretendidos perjuicios a los beneficios de las empresas. Por informar en Uruguay, por ejemplo, que el tabaco perjudica la salud.
Pero, como si la Asociación no fuera bastante amenaza, la Comisión Europea crea una Unión de Mercados de Capitales. Para financiar empresas, dicen. Mercados de capitales no son bancos ni tienen oficinas o sucursales en pueblos y ciudades. Son fondos de inversión, fondos buitre, fondos de pensiones, mercados de divisas, mercados de acciones, de bonos, aseguradoras… ¿Qué pretende la Comisión?
Según un Libro verde donde expone su plan, lo prioritario es “detectar y suprimir las barreras y obstáculos que dificultan el financiamiento de la inversión en la Unión”. ¡Alarma! Porque cuando la Comisión Europea suprime lo que cree impedimentos económicos, al final lo paga la ciudadanía. Sólo hay que repasar los últimos años de historia europea para comprobarlo.
Esa Unión de Mercados de Capitales significaría la completa financiarización de Europa. Es decir que todo (tangible o intangible, con valor presente o futuro) se puede comprar y vender como producto financiero. Productos del trabajo y servicios transformados en activos financieros. Para especular. No olvidemos que el aumento del hambre en 2008 (con las muertes consiguientes) fue por la especulación de los precios de alimentos básicos.
La historia reciente demuestra cuán destructora ha sido la financiarización de la economía, porque va acompañada de la desregulación. Y ya sabemos cuánto cuesta la ausencia de reglas. Por cierto, en el Libro verde de la Comisión, la regulación de la actividad financiera y el control de los mercados de capitales… no se proponen en lugar alguno regular y controlar capitales y transacciones financieras.
Esta crisis es consecuencia directa de la financiarización desregulada. Para los olvidadizos, empezó con una masiva titulización de activos (agrupación de activos financieros en un nuevo producto). Se les llamó “títulos tóxicos”, porque contenían préstamos hipotecarios incobrables, camuflados hábilmente en los títulos con otras deudas. ¿Resultado? La mayor crisis de la historia del capitalismo. Billones de euros de los Estados y pretexto para una austeridad criminal que ha empobrecido a más de medio mundo. Por eso saltan las alarmas al saber que la Comisión tiene como objetivo prioritario “fomentar la titulización de alta calidad” con esa Unión de Mercados de Capitales. ¿Qué otras burbujas no estallarán?
Si se crea la Unión de Mercados de Capitales, y no se impide la firma del TTIP, Europa retrocederá a la Edad Media política. Porque las soberanías nacionales se irán por el desagüe y la ciudadanía y los parlamentos no figurarán en nada. Los mercados decidirán más que nunca y la democracia se convertirá en ritual, liturgia. Atados de pies y manos parlamentos y gobiernos por el TTIP y la libérrima actuación de los mercados, unos pocos decidirán lo que a todos atañe en función de sus intereses. Porque el poder económico-financiero no quiere que la ciudadanía haga valer sus derechos con los medios que la democracia proporciona. Porque va contra sus beneficios. Ya no recurren a golpes de Estado violentos ni a dictaduras militares. De momento. Pero asaltan la democracia con el rodeo de los tratados y la financiarización total. Para vaciarla de contenido.
Xavier Caño Tamayo*/Centro de Colaboraciones Solidarias
*Periodista y escritor
[Sección: Opinión]
Contralínea 438 / del 25 al 31 de Mayo 2015