A lo largo del tiempo y a la orilla del río Fuerte, se mantiene Baca como el único de los tres pueblos de la nación de los sinaloas que aún pervive. Toro y Sinaloa o Sinaloíta o Cinaro, río abajo, ya no existen. El otro pueblo de la misma nación, Baymena, está a las orillas de un gran arroyo.
No obstante, los nuevos tiempos del capital lo han amenazado. Primero, la hacienda de Lamphar que se montó a escasos 4 kilómetros aguas arriba en la comunidad de Agua Caliente en tiempos del porfiriato, donde se plantó agave y aún se ven rastros de los hornos a las orillas del arroyo que atraviesa la comunidad de la vinata que ahí había y de los restos del casco de la hacienda con sus palmeras de taco. La hacienda afectó tierras de los nativos de Baca y comunidades aledañas. El segundo momento es a mediados del siglo pasado con el trazo del ferrocarril Chihuahua al Pacífico, más conocido como El Chepe, aunque el proyecto ya venía desde el porfiriato con los planes de Albert Keasy Owen, de conectar Nueva York con el Oriente a través del puerto de Topolobampo, trazando una línea férrea desde Ojinaga, Chihuahua, que uniera el sureste de Estados Unidos y a su vez salir hasta Topolobampo, atravesando la Sierra Madre Occidental en los estados de Chihuahua y Sinaloa y desde ahí embarcar la mercancía. Este proyecto le cercenó tierras al ejido de Baca, al pasar por ambas mesas de tierra colorada, a las márgenes del río Fuerte, aunque la mesa que está por el lado de Baca, desde el punto el vista legal era herencia de Lamphar a una persona que oí mentar como Carmen; pero que al final esas tierras en los últimos repartos de la reforma agraria pasó a ingresar a la superficie del ejido de Toypaqui, ejido vecino a Baca, que terminó vendiéndolas a un nuevo prominente político y empresario de la cabecera de Choix.
Con el trazo del ferrocarril Chihuahua al Pacífico se crearon pueblos efímeros o satélites al calor de la bonanza del empleo en Ferrocarriles Nacionales de México (Ferronales), como La Mesa en Agua Caliente, donde estaba la estación del Chepe, y también en Loreto estación Loreto. Hoy La Mesa, al privatizarse Ferronales, está despoblada y la estación Loreto a duras penas se aferra a no desaparecer.
La afectación por el trazó del ferrocarril a las tierras del ejido de Baca el gobierno federal aún no termina de indemnizarlas del todo, pues se debe el lado de la margen derecha del río, precisamente desde donde estaba la estación en La Mesa, hasta donde sale por el rumbo del Chorohui la línea férrea.
Esta “modernidad” afectó a Baca porque los polos de desarrollo fueron otros. Agua Caliente de Lanphar creció, a la par que ahí estaba el cruce del río en el pango, abajito del gran puente del ferrocarril, lo mismo que la comunidad de San Javier, adonde una parte de los pobladores de Toro se fueron y que también lo comunicaba con Estación Loreto. Aguas arriba, aguas abajo, a Baca le cerraban la pinza política-económica y se le pretendía estrangular, aunque nadie lo reconociera abiertamente.
En seguida del ferrocarril vino la gran obra hidráulica del Mahone o presa Miguel Hidalgo y Costilla afectando también tierras del ejido y quitándole población que se fue a Juan José Ríos y Bachoco en su mayoría en el Valle de El Fuerte que este gran río irriga y da prosperidad, un río que permanece limpio y que no está contaminado. Al ejido de Baca con la presa Miguel Hidalgo el gobierno federal le expropia tierras, las aledañas al río, pues hasta ahí llega la cola de la presa del Mahone, incluso llega hasta los pilares del puente, y se sabe que está ahí la presa cuando el agua ya no corre, se queda quieta, serena.
Un cuarto momento de afectaciones al hábitat, territorio, economía y región cultural de Baca es con la construcción de la presa Huites o Luis Donaldo Colosio Murrieta. Eso fue en la última década del siglo pasado, para controlar las avenidas del río Fuerte y llevar agua y energía eléctrica al vecino estado de Sonora.
Mientras a la comunidad de Agua Caliente de Lanphar o de Baca le instalaban servicios como la clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social, secundaria y preparatoria, lo mismo que a San Javier, a Baca se le relegaba, dejado a su propia suerte. No obstante, Baca ha sabido salir adelante y mantenerse como una especie de centro cultural e identitario de la nación de los sinaloas, además de dar decenas de profesionistas en diversas ramas y disciplinas del conocimiento.
Para rematar, de la cabecera de Choix a la comunidad de San Javier se pavimentó primero de Choix a Tabucahui la carretera y después de esta comunidad a San Javier en últimas fechas, y a Baca se le deja la brecha de terracería, dejando que se ahogue en su propio rejuego interno.
Baca es un pueblo viejo e histórico que merece un mejor futuro, y que se le reconozca su cultura y espacio identitario. La moneda está en el aire.
Guadalupe Espinoza Sauceda*
* Abogado y maestro en desarrollo rural; integrante del Centro de Orientación y Asesoría a Pueblos Indígenas, AC
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