La Unión Europea y Turquía han cerrado un acuerdo para expulsar refugiados. Turquía expulsará expatriados y cerrará la vía por la que llegan a Grecia. Se vaciarán los campos de refugiados de las islas de Lesbos, Quíos, Kos, Samos y Leros, que serán devueltos a Turquía.
Xavier Caño/Centro de Colaboraciones Solidarias
¿Qué consigue Turquía? Algunas ventajas políticas (no muchas) y el compromiso europeo de financiar proyectos de sanidad, infraestructuras, educación y alimentación por 6 mil millones de euros hasta 2018. El régimen turco en absoluto es modélico en derechos y libertades, pero ahora además se ha vendido por un plato de lentejas.
Que un país externo a la Unión Europea haga el trabajo sucio y expulse a ciudadanos extranjeros del sacrosanto suelo europeo no es nuevo. Lo perpetra desde hace meses Marruecos para España. Por un acuerdo opaco que no se ha dado a conocer, España y la Unión Europea ofrecen a Marruecos algunos beneficios y apoyo político. A cambio, Marruecos evita como sea que inmigrantes y refugiados que llegan a ese país crucen las fronteras de Ceuta, Melilla o el estrecho de Gibraltar. Informativos y noticiarios televisivos han explicado cómo actúa Marruecos y no tiene nada que ver con el respeto de los derechos humanos de migrantes y refugiados. Por cierto, el gobierno español en funciones del Partido Popular perpetró hace unos días devoluciones colectivas de refugiados y migrantes en Melilla, prohibidas por el derecho internacional.
Amnistía Internacional ha calificado el pacto de la Unión Europea con Turquía como una “violación histórica de derechos humanos”. Pero a los voceros de la Unión les da igual. Pretenden que lo que buscan es acabar con el negocio de las mafias que trafican con inmigrantes. ¿Qué mafias? Hay que ser cínico. Acabar con mafias sería trabajo de investigación policial, pero expulsar a la gente que busca refugio no tiene nada que ver con esa tarea ni así se acabará con presuntas mafias.
Los mandatarios de esta hipócrita Europa pretenden que el plan de expulsiones (“deportaciones”, dicen) será “temporal y extraordinario”, colaborando con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados (ACNUR). Pero resulta que el ACNUR ha negado que vaya a colaborar con esos planes de la Unión Europea. Además, embusteros.
Una situación tan inaudita que cuesta encontrar adjetivos para calificarla. Situación intolerable porque, además, Europa tiene mucho que ver con la violencia sistemática y la guerra en Oriente Medio, causa del desplazamiento forzado de cientos de miles de personas.
Ahora, el objetivo real de la Unión Europea es expulsar cuantos más refugiados e inmigrantes irregulares sea posible. Por la vía rápida. Y le pasan el muerto a Turquía y Grecia que tendrán que tomar medidas inaceptables para aplicar el acuerdo. Según la Comisión Europea, esa aplicación del acuerdo exigirá 4 mil personas entre policía de fronteras, expertos, intérpretes, abogados y jueces con un costo de 280 a 300 millones de euros en 6 meses del que se hará cargo la Unión Europea. España aportará funcionarios para esas expulsiones que vulneran no sé cuántos pactos de derecho internacional.
Turquía, por su parte, se compromete además a abortar nuevas rutas de desplazados a Europa. La acobardada Europa teme un aumento de refugiados de Libia, Siria… por otros caminos. Y quiere atajarlos. Pero es pésimo enfoque. Como tratar un tumor cerebral con aspirinas. Refugiados y migrantes continuarán llegando por miles y el inaceptable acuerdo con Turquía, Marruecos (o quien sea) no resolverá nada porque no va al origen: que esos miles huyen de la violencia, la muerte y la incertidumbre. Mientras sigan violencia y guerra, habrá refugiados.
En el colmo del cinismo, la Unión Europea se ha comprometido a acoger a un sirio en territorio turco por cada sirio expulsado de las islas griegas. Pero esas acogidas de refugiados serán pacatas. Inicialmente, 18 mil y, como máximo, 72 mil refugiados. Calderilla si tenemos en cuenta que el año pasado llegaron a Grecia y sus islas 1 millón de personas expatriadas. Y que no es solución.
Afrontar de verdad el problema de los refugiados es una exigencia ética de verdadero respeto de los derechos humanos; eso de lo que tanto presume Europa de boquilla.
Esta Unión Europea marea la perdiz con acuerdos y tratados para decir que su actuación es legal. Pero la legalidad de por sí no significa demasiado. Como recordaba Martin Luther King, Hitler actuaba legalmente. Más importante que la legalidad es la legitimidad. Y esta Unión Europea la pierde por momentos.
Xavier Caño/Centro de Colaboraciones Solidarias
*Periodista y escritor
[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: ARTÍCULO]
Contralínea 482 / del 04 al 09 de Abril, 2016