La elección presidencial en la primera potencia capitalista de la economía global refleja la decadencia de un cuestionable sistema democrático y político, pues un delincuente convicto pudo competir y llevarse el triunfo.
En éste, las reglas establecen que no gana el candidato, quien obtenga más votos populares, sino los llamados votos del Colegio Electoral. Esto impone los intereses bien focalizados de grupos de poder económico contra el bienestar de las mayorías, no sólo de Estados Unidos, sino del mundo entero.
Inconcebible que, pese a enfrentar decenas de cargos criminales federales y estatales, el republicano Donald Trump se lleve la victoria electoral. No hay que olvidar que, en enero de 2021, intentó subvertir las elecciones del año anterior, cuando instigó a sus simpatizantes a la toma violenta del Capitolio. Asimismo, realizó manejo indebido de documentos secretos oficiales.
Sin embargo, henos aquí. Anteriormente, Trump había anunciado una radicalización aún más extrema que en su primer periodo, como lo es la deportación masiva de ilegales y la amenaza del cierre total de su frontera sur.
Y, en vez de invitar al diálogo, lanzó amenazas directas en el sentido de que si México no aminora el flujo migratorio, ni mete orden a los cárteles de la droga, impondrá un arancel del 25 por ciento a las importaciones provenientes de nuestro país.
Otro de los escenarios que debe analizarse es el compromiso de Trump de obligar a las empresas estadunidenses a retornar a su país. Esto compromete el proceso de relocalización que se está dando en México, pero, y sin ninguna duda, le allegó buena cantidad de votos.
Aunque esta situación puede violar las reglas del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-mec), no debe descartarse, debido a la millonaria inyección de recursos de empresarios, con los cuales Trump adquirió compromisos. Un ejemplo es su “asesor” económico de campaña, Elon Musk, dueño de compañías como la red social “X” –antes Twitter– y Tesla.
Se calcula que las aportaciones totales a las campañas de los candidatos demócratas y republicanos alcanzó la cifra histórica de los 16 mil millones de dólares –unos 320 mil millones de pesos–. Tan sólo en publicidad en redes sociales, el bipartidismo estadunidense gastó 419 millones de dólares.
Musk, quien se ha convertido en algo así como el Pepe Grillo de Trump, le vendió la peregrina idea de poder recortar el gasto público en unos 2 billones de dólares. Esto impactará, sobre todo, en la asistencia social y programas de educación y salud. Los afectados serán, por supuesto, los ciudadanos de menores recursos.
Los trabajadores, quienes se dejaron engañar por el espejismo de regresarles sus empleos y sus viejos salarios, podrán tener un amargo despertar. Musk es famoso por practicar una política antilaboral en sus empresas, ya que amenaza con despidos al personal que intenta sindicalizarse. Y, como todo apunta, será de los hombres más cercanos al equipo presidencial.
Este talante podría terminar comprometiendo al capítulo laboral del T-mec. Es tal la influencia del empresario con Trump, que Musk fue llamado como “el súper genio” por el ahora primer mandatario electo. Incluso, le dedicó buena parte de su discurso de victoria, en la madrugada del 6 de noviembre.
También, será interesante ver si Trump logra subsanar sus cuentas pendientes con la justicia o las evade, mediante recovecos y amenazas, en lo que vendrá siendo una verdadera persecución en contra de quienes llamó los “enemigos dentro”.
También, vendió el sofisma de que el fenómeno inflacionario es producto de la errada política económica de Joe Biden. Esto no es del todo correcto. Si bien la candidata demócrata Kamala Harris prometió reducir el costo de vida y los impuestos, así como mayor asistencia de salud gratuita a las familias de los trabajadores, el empresario y multimillonario antisindical bajará los impuestos, sí, pero de los más ricos como su amigo Musk; no de las clases medias.
Para nuestro país, el triunfo del republicano no avizora un trato del todo terso. Como ya señalamos, un día antes de las elecciones, la intimidante misiva de Trump no puede ser interpretada sólo como un discurso cliché de campaña.
En 2026, estaba acordada la renegociación del T-mec. Sin embargo, Trump ha calificado al tratado comercial anterior, el TLCAN, como el peor acuerdo comercial.
Esta narrativa fue reiterada una y otra vez en sus actos de campaña. Lo mismo puede decirse sobre su discurso de imponer aranceles altos a México y otros países, con el propósito de obligar a las empresas a regresar empleos a Estados Unidos.
Y, aunque como presidente renegoció el TLCAN, el cual derivó en el T-mec, no cabe duda que buscará presionar a México con el tema de los migrantes y el tráfico de estupefacientes, sobre todo del fentanilo, droga a la cual se le atribuye más de 90 mil decesos anuales en territorio estadunidense.
Una vez apaciguadas las aguas electorales en Estados Unidos, y en espera de los primeros chantajes y presiones a nuestro país, será importante recordarle a Trump que gran parte de su fortuna se debe a la explotación de la mano de obra barata de los migrantes. Claro, esto antes de que inicie sus cantadas deportaciones masivas.
Nadie duda que Estados Unidos es la nación más poderosa del mundo. Sin embargo, no hay que olvidar que ha sido salvada en momentos cruciales por México. Por ejemplo, miles de braceros fueron a trabajar en sus campos, mientras sus agricultores estaban combatiendo en la Segunda Guerra Mundial. Sin esa fuerza laboral, el pueblo estadunidense hubiera sucumbido al hambre.
Si Trump se empecina en cumplir sus promesas de campaña, como las deportaciones masivas de migrantes o hasta la creación de campos de concentración para detenerlos, estará poniendo en tela de juicio la bandera de que Estados Unidos es el adalid de la libertad. Es más, se estaría aprovechando de tener el apoyo mayoritario en la Cámara de Representantes y el Senado.
De igual manera, se estará dando un tiro en el pie, porque los empresarios y agricultores republicanos de estados fronterizos, como Texas, tendrán que absorber el pago a trabajadores estadunidenses, quienes ganan sueldos superiores.
No le conviene a Trump ni a la economía estadunidense tener enfrentamientos con un vecino que es su socio comercial y al que debe dar trato de aliado, en un marco de respeto mutuo. Esperemos que el republicano y su Pepe Grillo, Elon Musk, así lo entiendan.
Martín Esparza Flores*
*Secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas
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