Los problemas argentinos son dos: Macri y el FMI

Los problemas argentinos son dos: Macri y el FMI

El principal problema político que afecta a Argentina es el gobierno neoliberal de Macri: su sumisión a los dictados del Fondo Monetario Internacional profundizan aún más la crisis.

Buenos Aires. El reduccionismo de la oposición en Argentina plantea que todo mejorará tras las elecciones de 2019 con sólo derrotar al presidente Mauricio Macri. Error. Los problemas son al menos dos: aparte del nombrado, está el Fondo Monetario Internacional.

El principal problema político que afecta a la Argentina es el gobierno neoliberal presidido por Macri que llegó al poder en diciembre de 2015, aupado por la alianza Cambiemos.

Eso explica la caída en picada de la economía y sus principales indicadores, que completaron un 2018 para el olvido.

No lo dicen sindicatos clasistas, que no existen desde los ardorosos años de 1970. Lo afirma la Unión Industrial “Argentina”, que apoyó este trienio macrista.

Su centro de estudios informó que en noviembre pasado la actividad cayó 9.4 por ciento en cotejo con igual mes de 2017; los resultados en rojo afectaron a 11 de los 12 sectores, con textil como el peor de todos. Si se consideran los 11 meses de 2018, la caída es del 2.7 por ciento respecto al mismo lapso del año anterior.

El drama no lo tienen tanto los dueños de esas empresas, sobre todo las grandes, de espaldas encogidas, pero aún anchas, sino los trabajadores. Según el ministerio de Producción y Trabajo, en octubre del año pasado la industria manufacturera tenía 49 mil 465 trabajadores formales menos que mismo mes de 2017.

Que una parte de estos empleos de mejores salarios haya sido reemplazada por el empleo precarizado y más monotributistas (trabajadores por cuenta propia), no quita gravedad al problema. Eso es parte de la reforma laboral de hecho que viene practicando el gobierno en su conjunto mientras prepara leyes para formalizar aquella reforma.

La crisis del mundo laboral venía de antes que Macri redujera el ministerio de Trabajo a Secretaría. Eso ilustró la poca importancia que para el gobierno de los CEOs tiene ese rubro.

El ministerio de Salud también tenía graves problemas presupuestarios a lo largo del trienio y fue degradado a Secretaría, con el criterio macri-fondomonetarista de suprimir estructuras del Estado.

Esa medida gubernamental quedó en alevoso offside, porque coincidió con el hantavirus, enfermedad contagiada por ratas y que ha causado 14 muertos, sobre todo en Chubut, pero también en Salta y Entre Ríos. Las cepas no son las mismas y se contagian de modo diferente. El responsable de la Secretaría, Adolfo Rubinstein, trató de poner paños fríos para que no cunda el pánico.

Sin embargo, se podría haber prevenido mejor el contagio si no se hubieran cerrado programas y despedidos investigadores y especialistas en el tema. El humorista Jericles García dibujó a un hombre y mujer que caminan y hablan del tema.

El hombre dice: “En este asunto del hantavirus hay una gran responsabilidad de los ratones… de los ratones que para ahorrar unos mangos cerraron el ministerio de Salud”. Un ratón llamado Mauricio…

Un problema es Macri

Cuando se dice Macri, en rigor se está simplificando, porque el presidente no gobierna solo sino con el peor equipo de los últimos 50 años y defiende intereses de clase monopolistas, de su clan familiar y el resto de los banqueros y empresarios que sostienen al PRO-Cambiemos.

Y vaya si hay sintonía fina en esa maraña de intereses. Los trabajadores y otros sectores populares pierden ingresos frente a la inflación y tarifas dolarizadas. Por otro lado, los exportadores, los prestadores de servicios públicos y banqueros tienen ganancias extraordinarias.

El Centro de Estudios Cifra, de la CTA, aseguró que el salario real promedio del sector privado tuvo en octubre una caída interanual del 10.6 por ciento. Al terminar el año sería mayor, con la inflación de noviembre (3.2) y la maquillada de diciembre (2.6). Para el empleo precarizado, jubilados y pensionados, la pérdida será mayor.

En mayor o menor medida, todos los sectores con ingresos fijos tendrán números deficitarios frente a la inflación anual del 47.6 por ciento, según la midió con benevolencia el INDEC.

En cambio, en el segmento más enriquecido, los números han sido espectaculares, según se desprende de las ganancias de las gasíferas y eléctricas, tras los tarifazos que ya llevan varias jornadas de protestas, la última fuerte en Rosario.

Otro tanto con las entidades financieras, que en los primeros 11 meses del año llevaban ganados 153.978 millones de pesos (unos 4.104 millones de dólares), 99 por ciento más que en 2017, según informe de bancos del Banco Central.

Esos banqueros no hacen la plata trabajando. Toman dinero de los ahorristas y la prestan al Estado mediante la compra de bonos llamados Leliq, con intereses anuales de entre el 60 y 70 por ciento. Así hacen una diferencia de 20 o 30 puntos respecto a lo que pagan a sus depositantes.

El ministro Nicolás Dujovne, al alardear que disminuye la emisión y contiene parcialmente la inflación y la subida del dólar. La verdad es que está endeudándose en exceso y eso es emisión a futuro, más un enorme costo social del ajuste.

La toma de deuda llevó a que en 2019 haya que pagar por los intereses 596 mil millones de pesos (15 mil 889 millones de dólares), tres puntos del producto interno bruto. Mucho ajuste para todos y todas; el ahorro va a pagar intereses de la deuda, para pocos y pocas.

Segundo problema, el Fondo

Hasta 2015, de encuestas nacionales e internacionales surgía que los argentinos tenían una pésima opinión del FMI, por la nefasta experiencia que llevó al desastre de 2001. A contramano de esa historia, el gobierno actual se endeudó por 57.500 millones de dólares.

Esas cadenas de dependencia no sólo significan pagos enormes de intereses y parte del capital, sino también condicionamientos que afectan al bienestar de las mayorías.

Pruebas al canto. El pago de 596 mil millones de pesos de intereses en el año recién comenzado; en 2020 se estima que los vencimientos ascenderán a 25 mil 900 millones de dólares.

El yugo de la deuda externa ya llevó a la quiebra del país en 2001 y puede provocarlo otra vez, con o sin blindajes y megacanjes.

Hay otra consecuencia nefasta de la sujeción al buró de Christine Lagarde, y son las políticas que dictan para la recolonización de Argentina.

Por ejemplo, en la última reunión del FMI, su vicepresidente David Lipton presentó un trabajo de sus especialistas aconsejando elevar la edad jubilatoria, reducir los haberes iniciales y endurecer las condiciones para acceder al beneficio previsional.

Dijo Lipton: “hay países cuyos generosos sistemas públicos de pensiones pueden llevar a las finanzas públicas a una difícil situación. Deben considerar pasos como limitar las jubilaciones tempranas que reduciría las vulnerabilidades de largo plazo”.

Una parte de ese ajuste, acatado por el gobierno macrista, se convirtió en ley en diciembre de 2017, en medio de una brutal represión, palos y gases en el Congreso. El FMI recomienda (es un decir, exige) más, y gobiernos como los de Macri y Jair Bolso-nazi están dispuestos a complacerlo.

Los dos presidentes tuvieron su primera reunión en Brasilia y se dijeron elogios recíprocos como dos viejos conocidos de toda la vida.

Si el argentino entregó la cartera económica a exbanqueros y funcionarios fondomonetaristas y del Banco Mundial, el brasileño hizo lo propio con Paulo Guedes, un Chicago boy.

En este caso, para jugar con la expresión borgeana, los une el espanto a Venezuela, pero también el amor por el neoliberalismo y Donald Trump.

Dudas de la oposición

En la oposición al macrismo siguen deshojando la margarita sobre el candidato o candidata que pueda ganar la elección. Es bilardismo o resultadismo elevado a la enésima potencia. Es lógico que se quiera ganar una elección, pero no a costa de cualquier cosa; mejor ir dejando claro cuál es el arco de fuerzas aliadas, los objetivos principales y los programas más importantes a realizar en caso de llegar al gobierno.

Todos esos últimos tópicos están en veremos, bajo siete llaves, o lo que es peor, no abordados, por indecisión u oportunismo.

Lo que más se discute son los nombres. Qué si Cristina Fernández ganaría o no, o si su candidatura sería funcional al macrismo necesitado de un enemigo bien identificado y con un techo de mucha imagen negativa, etcétera.

De la mano de Miguel Pichetto y Sergio Massa, resucitaron la posible candidatura del entrado en años Roberto Lavagna, con una aureola de estadista que no se ganó cuando estuvo en funciones. Otros opinan que sería mejor Massa para romper la antinomia macrismo-kirchnerismo. La expresidenta, que mejor mide, guarda un silencio atronador.

La idea predominante, si se puede llamar idea, es amontonar a todos los referentes del peronismo en una sola lista, PASO mediante si fuera necesaria. Uno de los que lo expresó más claramente fue Aníbal Fernández en reportaje a Infobae: “Solá, Capitanich, Rossi, que están caminando. Alberto Rodríguez Saá y Miguel Ángel Pichetto, también. Todos tienen derecho a serlo. Cristina, por supuesto”.

Añadió: “hay que tragarse los sapos que vengan. Seguramente un sapo seré yo. Y yo deberé tragarme los míos, pero unidad hasta que duela”. Tanto ejercicio de ampliar las tráqueas para poder tragar sapos y culebras de todos los tamaños y ninguna propuesta sobre cómo derrotar a Macri, pero también al FMI y la deuda externa.

Es que los grandes problemas argentinos a resolver para llegar a un mejor diciembre de 2019 son dos, no uno solo.

Sergio Ortiz*/Prensa Latina

*Comentarista político argentino

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