¿A qué es a lo que supuestamente aspiramos todos los mexicanos de manera colectiva? ¿Qué objetivos e intereses tenemos? Formalmente, por ellos, los soldados, marinos e integrantes de las instituciones de seguridad y defensa nacionales dan la vida. De hecho, estos intereses y objetivos nacionales son la razón de ser de las Fuerzas Armadas Mexicanas y del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), hoy en proceso de desaparición legal y transformación en la Agencia Nacional de Inteligencia.
Sin embargo, casi nadie sabe cuáles son esos “objetivos” e “intereses”. A mediados del sexenio, solicitamos a las Secretarías de la Defensa Nacional (Sedena) y de Marina (Semar) y al Cisen que nos dijeran cuáles son esos objetivos e intereses que tutelan. En qué consisten. Las dependencias respondieron que se les preguntara a las otras y, cuando alguna decidió responder algo (luego de que se interpusieran recursos de revisión), sólo ofrecieron vaguedades y mera retórica. Entonces nos preguntamos si acaso existían esos “objetivos” e “intereses”… O es que estaban tan “protegidos” que ni siquiera estaba permitido que se les conociera.
El secretismo con el que se conducen las dependencias de seguridad y defensa nacionales es, con frecuencia, caricaturesco. ¿Por qué no se señala abiertamente a qué se aspira, con qué intereses, objetivos y mediante qué políticas? Probablemente se han mantenido estos documentos básicos en secreto porque su publicación generaría discusiones. Y quedarían expuestos los gobernantes ante la sociedad: lo que protegen no necesariamente son intereses nacionales, sino de gobierno e, incluso y peor aún, de grupo.
En Contralínea publicamos hace tiempo la Nota metodológica para la elaboración de agendas de riesgo, preparada por el Cisen. En ella se señalaba que uno de los “valores tutelados” era la aprobación de las reformas estructurales. Es decir, la agencia de inteligencia civil del Estado mexicano era utilizada para hacer pasar reformas, como la energética, aunque un sector importante de la población –cuando no mayoritario– se opusiera a ellas. Objetivos de gobierno confundidos (¿por error?) con objetivos nacionales.
Después publicamos la propia Agenda Nacional de Riesgos del Cisen y se confirmó esta utilización de los organismos de seguridad del Estado para fines políticos y represivos. Entre las principales “amenazas” enlistadas se encontraban los movimientos sociales. Ahí desfilaban nombres como el de Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (Atenco) o el Sindicato Mexicano de Electricistas.
Similar situación es la del Plan Militar de Defensa Nacional Conjunto, publicado en cinco entregas en Contralínea hace algunas semanas.
Hoy podemos conocer, por fin y gracias a otro documento, cuáles son los intereses y los objetivos de defensa tutelados por las Fuerzas Armadas Mexicanas.
En el Libro blanco de Defensa Nacional del Estado Mexicano se señala que los militares mexicanos emplean todas sus capacidades en la consecución de dos intereses y 17 objetivos de defensa.
Explica el documento: “Los Intereses son la expresión de los deseos colectivos despertados por las necesidades de defensa de toda la Nación, mientras que los Objetivos de Defensa son la expresión para materializar los Intereses que la Nación busca satisfacer en determinado periodo de su existencia, son los que orientan la acción política de sucesivos gobiernos para garantizar el desarrollo nacional y propiciar seguridad al proyecto fundamental de la nación” (sic).
El primer interés a resguardar por las Fuerzas Armadas es: “La consecución de una condición estable de paz y seguridad interna, que garantice la actuación de las instituciones democráticas del país”.
De este interés se desprenden 10 objetivos:
“a. Garantizar el orden constitucional.
“b. Fortalecer los mecanismos de coordinación entre los actores del sector defensa.
“c. Robustecer los mecanismos de cooperación interinstitucional en la prevención y lucha contra las amenazas, riesgos y desafíos.
“d. Consolidar la cohesión social en el país.
“e. Fortalecer los mecanismos de transmisión de la identidad nacional potenciando la cultura de defensa y apego a la patria.
“f. Impulsar la coordinación interinstitucional para el establecimiento de la legislación que sustente la participación de las Fuerzas Armadas en el ámbito interno y externo.
“g. Promover la justicia social y el desarrollo nacional.
“h. Consolidar el sistema de procuración e impartición de justicia.
“i. Impulsar el desarrollo tecnológico del país, disminuyendo de la dependencia exterior.
“j. Administrar los recursos naturales renovables y no renovables con un enfoque sostenible.”
El segundo interés de defensa, de acuerdo con el documento, es: “La consecución de seguridad que permita la existencia y desarrollo de la Nación ante amenazas provenientes de otros Estados”. Sus siete objetivos son:
“a. Salvaguardar la integridad, la independencia y la soberanía de la Nación.
“b. Salvaguardar la infraestructura vital de tecnología de la información y comunicaciones del país.
“c. Fomentar una economía de defensa en los sectores productivos del país.
“d. Fortalecer la cooperación en el marco del derecho internacional en la búsqueda de la paz y seguridad.
“e. Proyectar en el ámbito internacional el compromiso de la sociedad con la defensa del país.
“f. Incrementar la participación de México en los organismos internacionales e incidir en la toma de decisiones globales.
“g. Fortalecer alianzas estratégicas con otros países.”
Con estos intereses y objetivos de defensa recibe López Obrador a las Fuerzas Armadas. ¿Se mantendrán? ¿Se reescribirán? Y, sobre todo, ¿nos enteraremos los mexicanos, ahora sí, de qué y quiénes nos “defienden”? ¿Sabremos qué y quiénes de ahora en adelante serán las “amenazas”, los “riesgos” y los “desafíos”?
Zósimo Camacho
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