Los ataques contra puntos estratégicos en Quintana Roo podrían marcar el sanguinario regreso de Los Zetas por el control criminal de México. La organización podría aprovechar el vacío que enfrenta su principal enemigo, el Cártel de Sinaloa, con la reciente extradición del Chapo
Los Zetas, el cártel del narcotráfico más violento que ha padecido México, podría haberse fortalecido en meses recientes. Los ataques coordinados del pasado 17 de enero en la zona turística y política de Quintana Roo –de los cuales dos afectaron seriamente al gobierno estatal– serían su sanguinario regreso por el control de plazas para sus negocios criminales.
Aunque las autoridades federales trataron de minimizar la presencia de ese grupo criminal, al desestimar la manta que atribuyó a esa organización la embestida armada en la discoteca Blue Parrot, en Playa del Carmen –que dejó seis muertos–, y al atribuir “todos los ataques” a un nuevo “cártel independiente”, Los Zetas parecen reactivarse.
La manta –colgada en una zona cercana a dicho bar y firmada por el Fayo Z– advierte claramente la intención de, por lo menos, recuperar el control de mercado quintanarroense: “Esto es una muestra de que ya estamos aquí. Fue por no alinearte, Phillip BPM. Es el inicio: vamos a cortar las cabezas de golfos, pelones y chapulines”.
En entrevista con Contralínea, el doctor en antropología Carlos Antonio Flores, investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), indica que este conflicto en Quintana Roo podría ser el regreso de Los Zetas. “Es la impresión que da”.
El también autor del libro El Estado en crisis: crimen organizado y política. Desafíos para la consolidación democrática, observa que los ataques coordinados en Quintana Roo “recuerdan escenas ya vistas en el país con organizaciones delictivas. Aparentemente, quien reivindicó la balacera en el bar de Playa del Carmen [Los Zetas] tiene el mismo modus operandi, así que pudiera ser [que esta organización sea] la que está involucrada en el resto de las acciones”.
Y es que ese mismo 17 de enero, por la tarde, Quintana Roo vivió momentos de terror cuando fueron atacadas con armas de fuego las instalaciones de la Fiscalía General y del Centro de Control, Comando, Cómputo y Comunicaciones (C4).
“Se trata de un tipo de organización que tiene por tradición, costumbre y método confrontar de manera muy violenta a las corporaciones, sin importar de que nivel de gobierno sean. Este caso da cuenta del incremento de violencia en lugares que pueden ser estratégicos para la delincuencia organizada”, refiere el investigador Carlos Flores.
De acuerdo con datos recientes de la Procuraduría General de la República (PGR), en la zona del conflicto opera el Cártel del Golfo a través de dos pandillas: los Talibanes y Los Pelones. La primera de ellas es a la que el Fayo Z identificaría –en su mensaje de la manta– como Chapulines, pues esa pandilla era originalmente una célula de Los Zetas.
En Quintana Roo, además, opera el Cártel de Sinaloa, según refieren datos de la Agencia Antidrogas estadunidense (DEA). En su “Map 1. Mexican cartels: areas of dominant influence and key areas of conflict” (“Mapa 1. Cárteles mexicanos: áreas de influencia dominante y zonas clave del conflicto”), la DEA revela que, en Quintana Roo, el Cártel del Golfo y el Cártel de Sinaloa protagonizan uno de los 38 conflictos agudos entre organizaciones del narcotráfico que se viven en México.
La información estadunidense refiere que en los municipios de Benito Juárez (Cancún), Solidaridad (Playa del Carmen) y Chetumal es el Cártel del Golfo el grupo dominante.
De lo anterior se desprende que el gobierno federal conocía los conflictos entre cárteles y pandillas en la zona turística. En su reciente mapeo del narcotráfico (de mediados de 2016), la PGR detectó que el Cártel del Golfo entró a la entidad al cooptar a Los Talibanes.
Lo que sucedió en Quintana Roo es una muestra de los vacíos y las deficiencias que se tienen en materia de inteligencia, observa el doctor Flores. “Ahí se cuenta con la presencia de instituciones federales dedicadas específicamente a dar seguimiento, a analizar e investigar este tipo de organizaciones delictivas. Con el trabajo de inteligencia, [las autoridades] deben lograr ser capaces de percibir los movimientos que pueden significar un atentado en contra de un número significativo de personas y, por supuesto, contra la propia seguridad de las instalaciones de gobierno. El hecho de que ocurran este tipo de acciones es muestra de las falencias”.
La plaza
Para la delincuencia organizada, la entidad gobernada por Carlos Joaquín González no es una plaza menor. El incremento de violencia se da en lugares que pueden ser estratégicos para la delincuencia organizada, observa el doctor Carlos Antonio Flores.
Recuerda que en otro momento, en Acapulco esa misma organización criminal se enquistó de tal forma que el problema sigue vigente. Para el investigador del CIESAS, Cancún y la Riviera Maya son atractivos para la delincuencia por su “potencial para operar extorsiones, vender droga al menudeo y obligar a los empresarios turísticos, a los dueños de bares a pagar cuotas; y de amedrentar a las autoridades y representantes del Estado mexicano, para que estas se dobleguen a sus intereses”.
Respecto de este tema, el maestro en finanzas Jorge Retana Yarto observa: “Quintana Roo naturalmente es una plaza extremadamente importante para la criminalidad trasnacional; del conjunto de las actividades que éstos desarrollan, no sólo el narcotráfico”.
En entrevista, el investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) –especializado en economía internacional e inteligencia para la seguridad nacional– afirma que “toda esa área tiene inversiones muy importantes de la mafia rusa, sobre todo en inversión turística. Ellos han desarrollado desde hace unos 6 años inversiones fuertes en el sector turístico. No se han metido tanto al asunto del narcotráfico, como sí lo han hecho en el tema del turismo, la prostitución y sobre todo en el tráfico de diamantes en Cozumel”.
Agrega que la otra parte de la criminalidad la conforman los grupos trasnacionales de origen mexicano, que están involucrados en narcotráfico y prostitución. Se trata, dice, del “Cártel del Golfo, lo que ha quedado de Los Zetas en esa zona y el Cártel de Sinaloa, que han estado desarrollando una lucha soterrada por el control de la plaza. Obviamente el turismo internacional, sobre todo europeo y norteamericano genera un mercado importante de consumo de estupefacientes”.
Para el autor del libro El imperio de las mafias trasnacionales, esos cárteles estaban en pugna constante por el control de la plaza, pero “esto no había salido totalmente a flote con la crudeza con la que salió recientemente, porque Roberto Borge, el exgobernador, mantenía un equilibrio con los diferentes grupos delictivos”.
El conflicto y la tensión
La llegada de las fuerzas federales para contener el conflicto entre cárteles no sería suficiente para revertir la violencia en la entidad. En el lugar no sólo opera la venta de drogas al menudeo, también se desarrollan otros ilícitos, como secuestro, cobro de derecho de piso y extorsiones.
El doctor Carlos Flores observa, con preocupación, un escenario en Quintana Roo que ya se presenta en Acapulco, “donde organizaciones criminales han estado disputando el control de la venta de droga al menudeo, la extorsión generalizada a distintos tipos de empresarios, sean de carácter lícito o ilícito”.
Los cárteles y pandillas, dice, estarían incluso extorsionando “a distintos vendedores al menudeo o incluso obligando a personas a vender droga; a proveer el servicio de vigilancia táctico de manera obligada para las organizaciones que los tienen sometidos. Estos criminales son los que tienen presencia en esas regiones de la entidad”.
El investigador del CIESAS señala que “el Estado mexicano tiene que focalizar su esfuerzo no solamente de contención, sino de trabajo de inteligencia, para saber qué es lo que está pasando y hasta qué punto esas redes se han logrado enquistar con algún tipo de contribución o de colaboración de las estructuras de poder y de las estructuras de seguridad, que prácticamente dejaron crecer este problema de la manera que revienta ahora”.
Para el maestro Retana Yarto, la ola de violencia en la entidad no ha terminado. “En Quintana Roo, muy probablemente y a pesar de la presencia de militares, podría presenciarse lo que pudiera ser el segundo estado ya no con una gran presencia e influencia de la criminalidad trasnacional, sino con un empoderamiento en la administración pública por parte de los grupos trasnacionales, a partir de ese vacío que dejó el exgobernador y de la falta de un mecanismo de equilibrio que ha desatado una lucha abierta por el control de la plaza”.
En entrevista, el investigador de la UNAM observa que el Ejército tendrá un problema muy complicado, porque la subestructura de complicidad criminal del aparato de administración pública tiene varios años.
“El Ejército tiene como factor adverso el hecho de que la acción política para desmantelar la estructura de complicidad que hay en el aparato de la administración pública estatal es un trabajo que debiera hacer la Secretaría de Gobernación; y los militares nada más se van a circunscribir a capturar a los principales cabecillas y tratar de limpiar lo más posible la plaza. Pero el enquistamiento de los grupos criminales en el gobierno es un trabajo que difícilmente puede hacer el Ejército. Entonces el asunto puede tender a recrudecerse.”
Por lo pronto, la DEA ha alertado de tres conflictos agudos focalizados en el estado. Uno en Chetumal, protagonizado por los cárteles de Sinaloa, del Golfo y Los Zetas. En Benito Juárez, por el Golfo y Sinaloa; y en Solidaridad, por esos dos grupos. El nuevo componente que ahora se agrega en toda la región es la presencia de Los Zetas.
Nancy Flores
Contralínea 524 / del 29 de Enero al 04 de Febrero 2017