Montevideo, Uruguay. Tanto Charles Chaplin en Tiempos modernos como Fritz Lang en Metrópolis describen a su modo –y con ciertas particularidades– una sociedad que Carlos Marx –otro alemán– estudió como pocos. En 2017, se cumplieron 150 años de la primera edición de El Capital, Crítica de la economía política. Un trabajo que marcó el siglo XX y que, hasta hoy, sigue vigente.
La obra es un tratado de economía, un tratado político-social y un tratado filosófico. Desmenuzó el capitalismo y las relaciones capitalistas en todos sus aspectos. Si bien el libro se escribió en un determinado momento histórico, su capacidad de entender el sistema capitalista y su desarrollo futuro –así como el método de investigación– son actuales.
Marx le quitó la máscara al capitalismo. Evidenció el control económico de la clase dominante para mantener la explotación sobre la clase dominada. Además, dejó en evidencia que las relaciones dentro del capitalismo tarde o temprano llevan a una deshumanización de la sociedad.
En esa sociedad, el poderoso caballero es Don Dinero, como diría Francisco de Quevedo y lo recuerda el cantautor Paco Ibañez: “Madre, yo al oro me humillo/ Él es mi amante y mi amado/ Pues de puro enamorado/ De continuo anda amarillo/ Que pues, doblón o sencillo/ Hace todo cuanto quiero/ Poderoso caballero/ Es Don Dinero”.
Estatua
Cuando uno observa las estatuas de Carlos Marx y su colega Federico Engels en Berlín. La gente concurre de distintos países y los estudiantes que llegan con curiosidad –y a veces con un profundo respeto– entienden que esas estatuas tienen más vida que muchos políticos actuales.
El pensamiento y la acción de ellos traspasaron los años. Fueron derrotados en el corto plazo, pero adquirieron vigencia histórica, a pesar de las campañas en su contra. A pesar del propio capitalismo que se impuso.
Cuando uno analiza el decurso de la sociedad capitalista, ve que en El Capital se describió cuál sería el camino del mundo hace 150 años. El proceso de producción del capital, el proceso de circulación del capital, el proceso de producción capitalista, la mercancía, el dinero, el salario y la explotación del trabajo, la explotación de una clase sobre otra y la lucha de clases, la transformación del dinero en capital, las ganancias de la clase dominante, el proceso de acumular y acumular capital y el papel de la clase obrera.
Cientos y tantos años después de Marx, John Lennon le cantó a los trabajadores de distintas formas. Ahora, hago un alto en el camino para escucharlo interpretar Héroes de la clase obrera.
Síntesis
Los análisis sobre el capitalismo que vinieron después de Carlos Marx –incluso cuando sus autores fuesen contrarios a su análisis– tuvieron que tenerlo en cuenta. Hoy hasta los grandes personeros de las empresas transnacionales o financieras internacionales recurren a Marx para entender mejor el sistema que defienden.
Después de 150 años de la primera parte de El Capital, el capitalismo está en crisis, pero no es una crisis terminal. El capitalismo logra reconvertirse, mantener su hegemonía. Buena parte de los sectores de izquierda o denominados progresistas prefieren ser sus peones, gozar de sus mieles por un lado y señalar en el discurso que trabajan para humanizarlo.
En fin… Ahora recuerdo un poema que escribí un día cualquiera con mucha ironía. En síntesis: “Se murió el capitalismo/ Bueno, en realidad no se murió/ se murió uno que dijo/ que el capitalismo se había muerto/ Bueno, en realidad no se murió/ se murió uno que escribió en un libro/ que hubo uno que dijo/ que el capitalismo se había muerto/ Bueno, en realidad no se murió/ se murió el que me contó/ que hubo uno que escribió en un libro/ que otro había dicho/ que el capitalismo se había muerto/ Bueno, en realidad no se murió/ se murieron unos/ cruzando el Mediterráneo/ y otros cruzando la frontera mexicana/ para ver si el capitalismo se había muerto/ En síntesis: Wall Street no es un cementerio”.
Utopías apocalípticas
Entonces, ¿en este mundo del capital será posible pensar en utopías? Decía el escritor Mario Vargas Llosa que “las utopías sociales son apocalípticas”. Pero en este mundo, sólo existen realidades sociales, políticas y económicas que nos muestran que este planeta viene caminando mal y va para peor. Realidades que nos dicen que la miseria, el asesinato de niños de la calle, la agresión al medio ambiente, las guerras absurdas, las mentiras de ciertos políticos no son una utopía. Realidades que deben ser cambiadas por otras realidades, no por utopías.
Además, un sistema como el capitalista engendra modelos como el neoliberalismo y ayuda a su perpetuación, pero también aporta en su autodestrucción. Un sistema que transforma a los seres humanos en caníbales. Un sistema con esas características –y otritas tan malas como esas– es lógico que no pueda –ni deba– sobrevivir. Un sistema como ese –sin lugar a dudas– es a la vez una realidad apocalíptica y una utopía apocalíptica, donde todo se compra y se vende.
Hay una canción sobre letra de José Ramón Catalán interpretada por José María Alfaya y el Taller de los reinsertables que describe esa realidad:
“Si usted no tiene un alma que vender/ Si no le angustia la necesidad/ Si no le tienta el lujo ni el poder/ Si no es esclavo de la propiedad/ Si no posee carné de conducir/ Si no navega ni por Internet/ Si le importa un carajo el porvenir/ Si no tiene hipotecas ni chalé/ Usted no es de este mundo, créame/ Pero le encontraremos su lugar/ Porque algo le tendremos que vender/ O algo nos tendrá usted que comprar/ Si depende de un sueldo nada más/ Si vive en un pisito de alquiler/ Si no hace ningún daño a los demás/ Si su único enemigo es usted/ Si en todos estos años no trepó/ Si nunca se abrió paso en plan brutal/ Si alguna vez favores devolvió/ Si a ratos se siente sentimental/ Usted no es de este mundo, créame/ Pero le encontraremos su lugar/ Porque algo le tendremos que vender/ O algo nos tendrá usted que comprar…”.
Imperio
Si recordamos la película Tiempos Modernos de Charles Chaplin, si pensamos en el poema Preguntas de un obrero que lee de Bertolt Brecht, si repasamos la película Metrópólis de Fritz Lang, veremos que en la actualidad mucho de lo que ellos contaron o señalaron como algo del futuro es vigente.
Si releemos El Capital y recurrimos al pensamiento de Carlos Marx –150 años después–, veremos que la sociedad capitalista sigue intacta, reproduciéndose a sí misma y también –aunque suene paradójico– autodestruyéndose a sí misma.
En la actualidad, el capitalismo ha generado un imperio global que asume formas y connotaciones distintas al imperio tradicional. Se trata de una especie de coalición mundial integrada por países, grandes corporaciones, sistema financiero global, ciertas multilaterales, entidades de arbitraje internacional, y otras tantas instancias entrelazadas entre sí y al servicio de un poder global sustentado por el capital.
Un sistema de pensamiento único homogeneizado y hegemonizado política, económica, comercial y culturalmente. Sin embargo, los dueños del capital le hacen creer a la gente que en este sistema tendrán días de gloria, como cuenta el grupo Porca la Pipa en su canción que dice más o menos así:
“Písale la cabeza a tu hermano débil/ Úsalo de escalera para vos/ Nunca te preocupes más que por tu vida/ Y por juntar dinero sin razón/ Y tendrás gloria/ Días de gloria solo para vos/ Y cuida tu apariencia/ Mas que tu conciencia/ Y más que tu propio corazón…/ No uses nunca ropa que no esté a la moda/ Créete que no hay nadie como vos/ Y tendrás gloria…/ Debes salir primero/ Debes ser el mejor/ Humillar a tu hermano/ Debes ser un traidor/ Y tendrás gloria…”.
Kintto Lucas/Prensa Latina**
*Del libro Mi viaje a Ítaca
** Periodista, escritor y político ecuatoriano-uruguayo
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