La primera vez que México hizo tratos con la industria militar de Israel fue en 1972. Adquirió a la Israel Aircraft Industries (IAI) cinco aviones de carga y transporte de tropas. En los años inmediatos vendrían nueve aviones más de este tipo, 60 morteros M-65 y un número indeterminado de lotes del subfusil de asalto conocido como Uzi. Las compras no han cesado desde entonces.
De aquel año a la fecha, los sucesivos gobiernos mexicanos han adquirido armamento y equipo a Israel por 630 millones 220 mil 500 dólares (alrededor de 12 mil 500 millones de pesos actuales). Los datos se desprenden de una investigación realizada por la internacional Campaña Palestina Popular contra el Muro Stop the Wall. La cifra, sin embargo, es “conservadora y no exhaustiva”, pues muchos datos permanecen ocultos por tratarse –en varios casos– de compras irregulares que se mantuvieron en secreto.
Las compras se incrementaron luego de la insurrección del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en enero de 1994. Y, sobre todo, durante los últimos 2 sexenios: Felipe Calderón y EnriquePeña Nieto. De los más de 630 millones 220 mil dólares erogados en 46 años, un total de 143 millones 223 mil 906 dólares (aproximadamente 2 mil 800 millones de pesos actuales) se gastaron en los últimos 12 años: del 1 de diciembre de 2006 al 30 de noviembre de 2018.
El gobierno de Vicente Fox Quesada había comprado a la industria militar de Israel 29 millones 920 mil 862 dólares (unos 570 millones de pesos) en armas y aviones.
Calderón, por su parte, realizó las compras “más elevadas” de armamento en la “historia moderna del país”, se asienta en el documento. Para su “guerra” contra el narcotráfico, a los israelíes les compró armas y aeronaves por 93 millones 833 mil 18 dólares (más de 2 mil millones de pesos actuales).
Por su parte, Peña Nieto adquirió de Israel armas, aeronaves y vehículos por 49 millones 390 mil 888 dólares (alrededor de 950 millones de pesos).
A todas las cifras se deberían sumar los montos erogados en la compra de equipos y software de espionaje, como el de Pegasus y muchos otros de los cuales Stop the Wall no pudo obtener los contratos. Al respecto podríamos decir que sólo por la adquisición de Pegasus, Contralínea documentó que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) en tiempos de Felipe Calderón pagó 10 mil millones de pesos (unos 520 millones de dólares).
Como podemos concluir, la cifra real de las compras es mucho mayor.
Los equipos de la industria militar israelí han estado presentes en la mayoría de hechos represivos en México que se han caracterizado por su crueldad. En Chiapas, en 1994, cuando el alzamiento zapatista, el Ejército Mexicano utilizó aviones Arava de fabricación israelí para labores de espionaje. Además, efectivos militares, policiacos y civiles recibieron adiestramiento de agencias israelíes con el objetivo de eliminar al EZLN.
La represión de San Salvador Atenco del 3 y 4 de mayo de 2006 se saldó con dos activistas asesinados por la policía, 50 mujeres abusadas sexualmente y 191 detenidos. Stop the Wall señala que las tropas actuaron conforme a lo aprendido en sus entrenamientos impartidos por israelíes.
Una situación similar se vivió en Oaxaca en 2006 durante el movimiento de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca. El operativo final contra la población, ocurrido el 25 de noviembre de ese año, arrojó 26 personas muertas, 152 detenidas, 20 automóviles quemados y 19 inmuebles dañados. Además, un número indeterminado de actos de tortura, cateos ilegales y detenciones arbitrarias. A cargo del operativo estuvieron los Grupos de Operaciones Especiales, conocidos como Gopes, que recibieron entrenamiento y usaron pertrechos y armas israelíes.
En Iguala, Guerrero, efectivos del Ejército Mexicano involucrados en los sucesos que desembocaron en la desaparición de los 43 alumnos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, en septiembre de 2014, se trasladaban en vehículos de diverso tipo. Uno de ellos era Sandcat, de la israelí Plasan. Stop the Wall señala que probablemente era uno de los 250 que México había comprado en 2011.
Por cierto, esa compra implicó la erogación de 746 millones 825 mil 645 pesos y estuvo a cargo del general Audomaro Martínez Zapata, entonces director de Transportes Militares de la Sedena y hoy flamante director de Centro Nacional de Inteligencia (CNI), la agencia de seguridad nacional del Estado mexicano en la “cuarta transformación”.
La doctrina militar israelí tiene como premisa que la población civil es el enemigo. Lo que la industria militar israelí vende a los gobiernos de mundo primero lo prueba en su “laboratorio”: el territorio palestino ocupado. Ahí el régimen de Israel viola, a la vista de todos, el derecho internacional y los más elementales derechos humanos, empezando por el derecho a la vida.
Sojuzga, reprime, desplaza, asesina a los legítimos pobladores de Cisjordania y Gaza. Incluso se ufana de que todo lo que vende en materia de militar y de seguridad ya ha sido probado en el terreno.
Algunas de las empresas israelíes con oficinas o representación en México, que hicieron negocios con los gobiernos anteriores y ya gestionan nuevos contratos con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, son: Elbit Systems, Israel Aerospace Industry (IAI), Israel Military Industries (IMI), Israel Weapon Industries (IWI), Meprolight, MER Security and Communications Systems, Nice Systems, NSO Group, Plasan Sasa, Rafael Advanced Systems, RT LTA Systems, Soltam Systems, Uzil, Golan Group y Maguen Team.
El documento destaca que la distribuidora en México de Elbit Systems es RCU Sistemas, la cual “opera el ‘botón de pánico’, principal instrumento de protección federal para periodistas y defensores de derechos humanos, [que] a la fecha no ha salvado la vida de nadie. Sin embargo, le da todos los datos y ubicaciones a las autoridades, lo cual permite espiar a activistas y periodistas en lugar de protegerlos”.
Habrá que estar al pendiente de si la Guardia Nacional recibirá entrenamiento israelí y si seguirán las compras a una industria que basa su éxito en la violación masiva y permanente a los derechos humanos. Es momento que el mundo, y al menos México, replantee por ética sus compras en materia de seguridad y Fuerzas Armadas.
Zósimo Camacho
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