La faceta más novedosa de la Revolución Cubana es su lucha contra la discriminación de la comunidad Lésbico-Gay-Bisexual-Transexual. En esa área, el gobierno es consecuente con la emancipación humana: Mariela Castro, hija del presidente cubano
Mariela Castro Espín –doctora experta en sexología e hija de Raúl Castro y Vilma Espín– encabeza en Cuba la búsqueda por la justicia, el respeto y la dignidad de una comunidad que aún enfrenta la ancestral inequidad de género que prevalece en América Latina.
“La sociedad cubana reproducía los mismos prejuicios, costumbres y maneras de interpretar la realidad de hombres y mujeres. Buscamos eliminar esa forma estereotipada de la realidad que perpetuaba esa discriminación, que se extiende hacia razas, etnias, color de piel o zona geográfica en la que se vive. Ahora observamos que la sociedad cubana debate estos temas y hay más reflexión.”
Ese nuevo frente de batalla de la Revolución Cubana emana desde la casa que ostenta el número 460, sobre la calle 10 en El Vedado, de la capital cubana. Ahí, un equipo de profesionistas integrado por sicólogos, sociólogos, antropólogos y comunicadores del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) hace frente al atavismo y a los crímenes de odio contra homosexuales, gays, lesbianas y transgéneros.
Su trabajo sale al paso de reclamos que brotan desde el interior de las familias: “¿Por qué mi hijo salió así?”, o “¡esto es un castigo de dios!” Esas expresiones generan gran dolor y exclusión, refieren investigaciones del Cenesex. Aun ahora, muchos padres y madres que mantienen una visión heterosexista rechazan a sus hijos e hijas con esas características. Para cambiar esa visión fatalista, se dialoga con esas familias, y a través del aprendizaje se logra una mejora.
“Por supuesto que hay resistencias”, admite Mariela. Refiere su experiencia con un grupo de jubilados del Partido Comunista con posiciones homofóbicas. Tras conversar con ellos sobre el significado de la equidad de género y la discriminación, algunos exclamaron: “¡Ah, si antes me lo hubiesen explicado así, lo hubiera comprendido!”
En el trabajo por los derechos de la diversidad sexual se encuentran otras expresiones de la discriminación. La sexóloga explica que se excluye a muchos por pertenecer a una etnia, por su color de piel y hasta por vivir en zonas rurales: “Esto conduce a que se sumen varias discriminaciones en una persona”.
Los avances de esta faceta de la Revolución Cubana no escapan a la difamación. La directora del Cenesex describe que la oposición –que radica en Miami y España, patrocinada con recursos que la administración de George Bush le destinó– a menudo denuncia que en la isla se violan derechos de los homosexuales. Esos críticos, dice, “inventaron un grupo denominado Reinaldo Arenas (un poeta cubano homosexual disidente), que cita casos que nunca se confirman”.
Ante esos señalamientos, explica, “investigamos para comprobar los hechos: si es verdad, hay que enfrentarla, y cuando confirmamos que no lo es, que los zutanos y menganos no existen o que ni siquiera hay un registro de nacimiento con el nombre que divulgaron, emitimos un comunicado en el Cenesex”.
Mariela explica que hacer propaganda contra Cuba da dinero, porque quieren silenciar que existe otra manera de hacer sociedades más justas. Esto pasa porque perderían sus privilegios. “Son burdos fabricando la mentira ¡y creen que nos quedaremos sin hacer nada!”
Del ciclón a la equidad
La historia que dio origen a esta contienda por la equidad se remonta a 2004. Entonces, la población y autoridades cubanas se alistaban contra la embestida del ciclón Charley. En esos días agitados, un grupo de 40 travestis, transexuales y homosexuales buscó a Mariela para expresarle el acoso policiaco que sufrían y que se les impedía reunirse en su zona habitual. Esa conducta hostil de las fuerzas del orden era, según la licenciada en educación y especialista en sicología, “por prejuicios, pues no se podía hacer legalmente”.
El acercamiento a la hija del presidente Raúl Castro y sobrina de Fidel Castro Ruz –líder histórico de la Revolución– se debe a que siempre ha sido sensible, dice. Al final de ese encuentro se elaboró un informe que explicaba los hechos; a la vez se diseñó una estrategia para cambiar la situación.
El informe se entregó a la dirección del Partido Comunista de Cuba (PCC) en la oficina del segundo secretario, “que es mi papá”. “Cuando le recordé el caso, él respondió: ‘Sabes que ahora estoy concentrado en el ciclón; cuando pase, lo voy a ver’”.
Mariela recuerda que, días después, cuando Raúl Castro atendía varios asuntos, iba entre ellos la información sobre la queja por acoso. Horas después, ella recibió un llamado que la sorprendió: “Tráeme más ejemplares de este informe”.
Raúl se reuniría con miembros del partido y discutiría el caso con ellos. Mariela y una colega corrieron a preparar más información. Con la aprobación a su estrategia, llegó la consigna de empezar a trabajar con las instituciones, entre ellas la policía –sus escépticos elementos recibieron cursos sobre equidad de género, sexualidad y respeto a los derechos sexuales.
“¡Mira tú cómo ha cambiado la policía!”, comentaban los miembros de la comunidad Lésbico-Gay-Bisexual-Transexual (LGBT) al observar que sus agentes abrían camino a los manifestantes en la marcha por la equidad sexual del 17 de mayo.
La iglesia
En su batalla por reivindicar los derechos y el valor del aprendizaje, la Revolución se ha topado con la iglesia católica. Mariela Castro sabe que esa institución no coincide con tales planteamientos: “Lo comprendo, sería una iglesia muy especial si estuviera de acuerdo con nosotros”. La estrategia es no hablar de “matrimonio”, entonces no hay confrontación con las autoridades religiosas ni con quienes consideran que esa palabra es su patrimonio.
La doctora lanza una máxima de la diplomacia: “No es necesario ponerse a pelear cuando no es necesario, cuando no vale la pena”. Sonriente, reconoce que a esa institución religiosa “le es muy difícil” enfrentarse a lo que se decide en el Vaticano. Ofrece que “nunca” peleará con la iglesia, sino que buscará “su alianza y apoyo” para que la mirada humanista que tienen ella y su gobierno coincida con una “mirada verdaderamente cristiana” de la iglesia católica a favor de los derechos de todos.
Esa situación contrasta con la abierta participación de otras iglesias con el proceso cubano, como el evangélico Centro Martin Luther King; el Consejo de Iglesias de Cuba, organización de reflexión y diálogo del reverendo Miguel Marcial Hernández quien reclama la liberación de los “Cinco Héroes” cubanos presos en Estados Unidos; el Grupo de Reflexión y Solidaridad Óscar Arnulfo Romero, que tiene una posición revolucionaria y que, desde la Biblia, explica el derecho a la equidad de las minorías.
Tolerancia como dádiva
Cuba desterró del vocabulario de educación sexual el concepto “tolerancia” porque establece niveles en las relaciones humanas y lleva a la exclusión. Mariela profundiza que ese vocablo lleva a una posición de superioridad: “Te tolero a ti que no tienes los mismos derechos que yo, a ti que no te correspondería porque no eres normal, porque eres enfermo”.
Se opone al uso de atributos negativos contra las personas con orientación homosexual, bisexual o transgénero; también, a los vocablos contra las mujeres cuando se les quiere descalificar para quitarlas de posiciones de poder. Señala que, en las sociedades clasistas, esos vocablos también se aplican a los jóvenes, pues “son muy peligrosos porque están inconformes y quieren transformar la realidad”.
La pedagoga, socióloga y sicóloga comenta que, en este continente, ocurre algo similar con los periodistas cuando se les descalifica, “para sacarlos de en medio, para que no aflore la verdad y que no informen al pueblo. Ésa es una práctica de todas las sociedades clasistas, cuyas sociedades se basan en relaciones de explotación: descalificar a quien se le quiere quitar oportunidades y potencialidades”.
Como ocurre lo mismo con la comunidad LGBT, explica que no se acepta la palabra tolerancia, en su lugar imponen la palabra respeto: respeto a los derechos de todas las personas, respeto a los derechos según su identidad y orientación sexual.
El desafío
La Asamblea Nacional deberá integrar, en el Código de Familia, las propuestas para democratizar las relaciones dentro de la familia. También con esa modificación se concretarán los acuerdos internaciones que Cuba ha firmado contra la violencia de género y otras inequidades. Mariela ya se reunió con la Comisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos. Admite que persisten “prejuicios de algunas personas” que no permiten el avance de esa legislación.
Un aspecto que la iniciativa legal busca evitar es que quede en el desamparo patrimonial el integrante de una pareja homosexual cuyo compañero, o compañera, murió sin dejar testamento a su favor. Se dan casos en que la familia del difunto reclama sus propiedades y la pareja no tiene derecho a reclamar esos bienes. Ésas son algunas propuestas que desde hace 15 años promovieron la Federación de Mujeres Cubanas y la Unión de Juristas de Cuba. La entrevistada reconoce que “esto sucede en un momento del país en que se plantean temas económicos importantes”.
Este país, cuyo desabasto de medicamentos es efecto del bloqueo comercial y financiero que le impuso hace medio siglo Estados Unidos, logra proveer a quienes requieren de tratamientos hormonales. Mariela Castro Espín sintetiza la situación: “Si nosotros, que somos un país pobre, hacemos esto, y además estamos bloqueados, ¿cómo los otros países con muchos más recursos que nosotros no lo pueden hacer? Eso es falta de voluntad política y discriminación”.
Crímenes contra homosexuales en América Latina
El jueves 20 de mayo, Juan Duarte, director de la oficina de Derechos Humanos del Ministerio de Relaciones Exteriores español, recibió un informe sobre la situación de la comunidad Lésbico-Gay-Bisexual-Transexual en América Latina y el Caribe que describe cómo 11 países mantienen como delito ser homosexual. También registra que, en otros Estados, las prácticas sexuales entre dos personas del mismo sexo se castigan con pena de muerte o condenas de 10 años de prisión; además, observa que persiste el temor a ser descubierto como homosexual, lesbiana, gay o transexual por la familia, en la escuela, el trabajo o en la calle.
Iberoamérica marcha con “distintas velocidades”, cita el estudio, pues hay países que penalizan la homosexualidad y otros en los que ninguna ley los protege, por lo que crecen los crímenes de odio, como en Brasil y México. En este último, tras el 21 de diciembre de 2009, cuando se aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo, se incrementó la homofobia social.
Esto se confirmó cuando el presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos informó, el 18 de mayo de 2010, que entre 1995 y 2009 se cometieron 640 crímenes de odio por homofobia. De ese total, 143 casos ocurrieron en el Distrito Federal.
El estudio observa que la discriminación y persecución por razón de sexo son “usuales” en el ámbito latinoamericano; además de que el índice de muerte en lesbianas, gays, transexuales y bisexuales es “alarmante”.
También muestra que Colombia, Ecuador y Bolivia han avanzado en un sistema legal de gran protección, pero carecen de políticas públicas que concreten esas medidas. Honduras es un caso particular. Tras el golpe de Estado, del 28 de junio de 2009, los ataques homofóbicos se manifestaron con mayor relevancia. Así lo denunció la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transgéneros e Intersexuales en la reunión internacional que ocurrió en enero de este año, en Curitiba, Brasil.
El nuevo glosario de la Revolución
El trabajo de los miembros de la comunidad Lésbico-Gay-Bisexual-Transexual y del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) ha dado varios frutos: un nuevo diccionario de conceptos que gradualmente brotan en el discurso cotidiano. No se utiliza la palabra “matrimonio”, sino de “unión legal de las personas del mismo sexo”; esa categoría brinda equidad de derechos sin apropiarse de la categoría histórica y religiosa del matrimonio. La unión consensual predomina en Cuba entre parejas heterosexuales.
En Cuba, el sexo consensual entre adultos no se considera prostitución, se le llama “sexo transaccional”. A quienes realizan esa práctica, Mariela les propone no dejarse manipular y que exijan respeto a su dignidad con estas palabras: “Cuando te conviertes en una mercancía, debes hacer lo que te pide quien te paga y te sometes a una situación de subordinación”.
Los homosexuales, lesbianas, gays o transgénero que se atienden en el Cenesex no son considerados “pacientes”, sino usuarios de los servicios de ese centro. Sólo asumen ese carácter quienes asisten al hospital Calixto García para someterse a las operaciones transgénero y tratamiento hormonal. El Estado tramita el cambio de nombre cuando expide un carné de identidad con la fotografía actual del paciente transexual.
El Cenesex busca que los medios superen su atavismo de género, pues la resistencia es muy grande. Mariela Castro propone que los periodistas y realizadores de televisión empleen un lenguaje no sexista; sin embargo, “aún son muy autosuficientes y no se dejan asesorar”.