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Alfonso Yáñez Delgado: periodista y librepensador poblano

Alfonso Yáñez Delgado: periodista y librepensador poblano

Durante más de 5 décadas, Alfonso Yáñez Delgado ha llevado a cabo una importante labor en el periodismo, la docencia, la investigación histórica y la archivística, labor orientada siempre por ideas liberales y progresistas, lo mismo que por un gran apego a su tierra natal y a su alma máter, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).

Hace unos años, un periodista poblano lo describía así: “Es un joven de 71 años, de cabeza totalmente blanca, que cuando ríe achina los ojos y suelta una o dos irreverentes maldiciones. Es un hombre dedicado al periodismo y a la Universidad; a la Universidad y al periodismo. A Puebla. Porque para él Puebla es la universidad pública y el ejercicio del periodismo […]. Es hombre de posiciones claras cuando hacen falta. Es decir, todos los días” (www.sabersinfin.com/index.php?option=com_content&task=view&id=860).

Ángeles y demonios

Nacido en 1937, Yáñez pudo constatar, en el seno familiar y en la sociedad poblana, el enfrentamiento entre la tradición y el progreso, entre la intolerancia y la libertad.

Su padre albergaba tendencias liberales y, aunque no estaba reñido con la religión católica, criticaba los excesos y las persecuciones del clero, como las que ejerció en su tiempo la Inquisición; por conversaciones con su padre, Alfonso tuvo conocimiento de esos hechos históricos desde sus primeros años.

Por el lado materno, había un profundo fervor religioso y respeto a la Iglesia, en una época en que los fieles recibían la comunión de rodillas y las mujeres usaban velo en los templos; sin embargo, su madre y su abuela y bisabuela también veneraban la imagen de Benito Juárez y de Porfirio Díaz, como figuras emblemáticas de la nación.

En la década de 1950, persistían en Puebla actitudes de intolerancia de sectores católicos contra los protestantes, por lo que Alfonso llegó a presenciar una manifestación organizada en una parroquia para apedrear, al grito de “¡viva Cristo Rey!” y “ ¡viva la Virgen María!”, el templo metodista ubicado en el centro de la Angelópolis.

Vio también cómo en algunos templos católicos se reclutaba a jóvenes y adolescentes para enseñarlos a defender los dogmas ante masones y protestantes.

De los templos poblanos y de escuelas particulares como el Benavente, el Pereira, el Oriente, Esparza, América y Central saldría la militancia de grupos conservadores y ultraderechistas que cobrarían protagonismo en las décadas de 1960 y 1970.

Fúas y carolinos

Alfonso ingresó a la universidad para estudiar contaduría, carrera que ejerció en el Instituto Mexicano del Seguro Social y Nacional Financiera en una parte de su larga vida.

En los recintos universitarios vivió el enfrentamiento entre los sectores conservadores y liberales, llamados fúas y carolinos, respectivamente.

El mote de fúas provenía del nombre Frente Universitario Anticomunista (FUA), grupo de ultraderecha, fundado hacia 1955 y al que luego se ha considerado como un membrete de la Organización Nacional del Yunque.

Yáñez Delgado conoció a muchos de los personajes de la extrema derecha, como los hermanos Plata, Manuel Antonio Díaz Cid, Marcial Campos y otros.

Jorge Plata –hermano de Ramón Plata Moreno, fundador del Yunque–, Díaz Cid y Marcial Campos fueron compañeros de estudios de Yáñez, y eran buenos amigos, aunque posteriormente, en el campo ideológico, militaron en bandos opuestos.

Personajes como los mencionados, provenientes de los sectores más conservadores de la sociedad, llegaron al poder de la mano del Partido Acción Nacional desde la década de 1990, cuando los famosos alcaldes mochos, provenientes de ese partido, escandalizaron a la sociedad al llevar a cabo redadas contra prostitutas y homosexuales, censurar y condenar modas por considerarlas “irreverentes”, etcétera.

En 1996, Marcial Campos Díez era entonces flamante síndico del ayuntamiento panista de Puebla y, como tal, declaraba que “la prostitución, la malvivencia y los niños de la calle son problemas sociales […] sin embargo, la gente que se dedica a la prostitución, la malvivencia y a limpiar parabrisas, debe estar consciente de que su actividad la realiza por gusto y no por necesidad, ya que hay otras opciones”.

Por su parte, Díaz Cid siguió militando en la ultraderecha y se le considera uno de los impulsores del Movimiento Universitario de Renovadora Orientación (MURO) y del Yunque, además de que ha publicado varios libros animados por esas ideas extremistas (www.imagenpoblana.com/2013/10/01/%E2%80%9Cmexico-68-%C2%A1%C2%BFotra-historia%E2%80%9D-la-vision-fantasiosa-del-yunque).

Muchos otros testimonios conoció Yáñez acerca de la mentalidad de la ultraderecha poblana. Recuerda que uno de los profesores en la carrera de derecho era José Antonio Pérez Rivero, quien impartía derecho laboral y era representante de la Cámara Patronal en la Junta de Conciliación y Arbitraje, además de miembro del Consejo de Honor de la BUAP.

Ante sus alumnos decía Pérez Rivero: “Yo puedo hoy matar a un comunista y mañana ir a comulgar sin confesarme”.

Hoy en día, los empresarios de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo veneran el nombre de Pérez Rivero en una escultura colocada en la llamada Plaza del Comercio, en la calle de Balderas, en la Ciudad de México (http://ciudadanosenred.com.mx/noticia/rescatan-plaza-del-comercio/).

En la década de 1960 se vivía la candente confrontación entre comunistas y anticomunistas, que se recrudeció, en México y en América Latina, con el triunfo de la Revolución Cubana.

Yáñez participó en esa contienda ideológica y social, y siempre lo ha hecho del lado de las fuerzas liberales y progresistas.

La misma inquietud lo llevó al periodismo y a iniciarse en la masonería, en la logia Emancipadores de Puebla.

En 1960 fue redactor del periódico La Opinión, de Puebla, y luego en Novedades, también de Puebla.

Desde 1968 fue corresponsal de El Día; alumno y corresponsal de Manuel Buendía, y también amigo de Miguel Ángel Granados Chapa, de quien afirma que fue “un periodista excepcional”.

Perteneció a la primera generación (1967) del Instituto de Periodismo José Martí, de La Habana.

En 2007 recibió el Premio Nacional de Periodismo y ha participado en el Club Primera Plana, la Unión de Periodistas Democráticos y el Club de Periodistas de México.

Yáñez Delgado ha escrito varios libros sobre la historia política de Puebla y su Universidad, como UAP. Reforma y violencia (UAP, 1988); y La manipulación de la fe. Fúas contra carolinos en la universidad poblana (Puebla, 1996).

Acerca de la política nacional, publicó el libro De Ruffo a Vicente Fox. Acciones y contradicciones del panismo (Editorial Puebla Mágica, Puebla, 2004), que es un recuento crítico de la gestión panista.

Asimismo, ha difundido trabajos sobre la cultura de Puebla, como el libro Puebla de los Ángeles, hecha por los hombres y Herencia de luz y sombras, premiado por la Casa de Cultura de Puebla.

Puebla, ayer y hoy

A principios de la década de 1970, Yáñez Delgado fue por breve tiempo profesor en la escuela de Contaduría de la Universidad Autónoma de Puebla; en 1972 fue nombrado jefe de prensa de esa institución; fue colaborador del Archivo Histórico y director del mismo, y trabajó como director de Extensión Universitaria y Difusión Cultural.

Hasta hace pocos años fue director del Archivo Histórico de la BUAP. Al principio de este milenio, dicho Archivo publicó muchos documentos importantes de la historia política de Puebla y del país, que contribuyeron al conocimiento de los sectores de la extrema derecha, que entonces llegaron al poder en México.

Puebla, señala Yáñez, está actualmente controlada por una oligarquía que toma decisiones incluso por encima de la autoridad gubernamental.

Respecto del problema religioso que fue fundamental a mediados del siglo pasado, afirma que la sociedad poblana “se ha abierto más, igual que en el resto del país, lo cual es un fenómeno derivado de la forma de vida capitalista, más que de la influencia de determinadas ideologías”.

En las décadas de 1950 y 1960, los sectores liberales se nutrían de las ideas juaristas, y de autores como José Ingenieros (autor de El hombre mediocre) y Martín Luis Guzmán, y a tono con éste exigían el cumplimiento de las Leyes de Reforma.

Por su parte, señala, el marxismo, a pesar de sus críticas radicales contra la religiosidad, tuvo poca influencia para alejar a la gente de los templos; actualmente, son los problemas y necesidades cotidianas del capitalismo, como el alargamiento de vejez y la acuciante competencia económica, lo que genera el indiferentismo religioso.

 

Edgar González Ruiz*

*Maestro en filosofía; especialista en estudios acerca de la derecha política en México

[Sección: Opinión]

 

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Contralínea 435 / del 04 al 10 de Mayo 2015