Sabemos: lo que no avanza retrocede. Es una ley, pues quien está en el mismo lugar ve alejarse a aquellos que, cual tortugas, van caminando. Esto más en tiempos cibernéticos, donde los adelantos diarios son impresionantes. Una pequeña muestra es el fraude de cientos de millones de dólares a bancos mundiales, realizado, al parecer, por unos hackers. Ya no es necesario ser John Dillinger y asaltar con metralleta esos centros de perdición de los ciudadanos.
En política también hay cambios notorios: Syriza en Grecia y Podemos en España –el 18 de este mes estuvo una representación de esa formación política en México, según Oriol Malló– anuncian nuevos tiempos. Así como antes en América Latina: Evo Morales en Bolivia –reelecto nuevamente– y Pepe Mujica en Uruguay, entre otros, son la nota.
México está paralizado. Más desde el gran fracaso del peñanietismo, quien quiso “salvar México” y ha perdido hasta el alma. Tanto así que deambula por algunos estados del país en donde, asegura, lo acogen sin albur (Veracruz, cuyo gran pendiente son los 11 periodistas asesinados durante la administración estatal). Pero en otros lo aplauden junto a la impresentable Rosario Robles. E incluso en Tamaulipas no bajó del barco (Juan Gabriel Valencia e Ignacio Zavala, Milenio), ello quizá por temor a Los Zetas.
Arrancando el proceso electoral, un periodista apunta que no es deseable que los candidatos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) se presenten como cercanos a Enrique Peña Nieto (Raymundo Rivapalacio, Eje Central, 17 de febrero). Las cifras dicen todo: 55 por ciento no favorecen la política de Enrique y sólo 21 por ciento la acepta. Cincuenta por ciento señala que hay una economía que no va a ninguna parte y 58 por ciento se queja de la inseguridad. En síntesis, un mandatario reprobado en casi todos los órdenes.
Otros aseguran que los gobernadores de los estados designarán a sus sucesores y a los aspirantes a legisladores, ya que los mandatarios locales serán los responsables de pérdidas y ganancias, lo que traería como resultado que el tan poderoso centro, el presidencialismo, está resultando ornamental.
Seguramente por ello, Lorenzo Meyer titula a su nuevo libro de la siguiente manera: Democracia autoritaria en México (Debate), y Carlos Marichal, un investigador, dice que el Estado mexicano no es fallido pero está “cuarteado” (El País, 17 de febrero).
Ante ello, las elecciones que tendrán lugar el 7 de junio de este año, donde se renovarán nueve gobiernos estatales, 17 congresos locales, 903 presidencias municipales y 500 diputados federales, amén de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal y las delegaciones políticas, está resultando un circo fuera de serie, quizá de tres pistas, con el objeto que los asistentes vean muchos actos y nada de política.
Seguramente a eso se debe que el payaso Lagrimita y su socio (en Guadalajara) quieran competir abiertamente. Si antes fueron boxeadores, toreros, artistas y hasta malosos –el PRI como pionero–, ahora se lanza la consigna: “¡fuera máscaras!” ¡Todo será como en una película de Fellini! (con respeto al maestro italiano).
No es el único risible el payasito…
En el Partido Acción Nacional (PAN), por ejemplo, lanzarán en la delegación Benito Juárez a Sergio Eguren. Sí, el panista que en el Mundial de Brasil golpeó a una mujer y estuvo preso. También iba a un gobierno estatal Alejandro Zapata Perogordo, quien estuvo en la fiesta de prostitutas y manoseos que conocimos en YouTube, pero se quedó en el camino.
Hace poco, el sensato hijo de Ángel Aguirre, de apellido materno Herrera, declinó ser suspirante a la alcaldía de Acapulco, porque sintió un leve rubor. Ni modo, otro prócer que se arruga. Pero el Partido de la Revolución Democrática (PRD) no se amilana y, lejos de buscar nuevos cuadros, nos receta a los mismos de siempre encabezados por Jesús Zambrano, quien impuso al gobernador de Guerrero y fue cuate, a más no poder, de José Luis Abarca. Para lograr sus propósitos humilla a Marcelo Ebrard y al profesor René Bejarano, no obstante que su esposa, Dolores Padierna, se enfrente en el Senado a las trasnacionales del petróleo. Pero posibilita que Jesús Valencia, delegado en Iztapalapa, que vive en Las Lomas y tiene conflicto de intereses con una constructora, y Mauricio Toledo, el nefasto delegado de Coyoacán, caminen rumbo a San Lázaro.
El PRI, cauteloso, no ha dado color. Aunque se insista que Aurelio Nuño, el consejero presidencial, será el jefe de la bancada tricolor. Un señor que nunca ha estado en la legislatura. Aunque Peña necesita a alguien de su absoluta confianza, no obstante su inexperiencia.
Según una encuesta de El Financiero y Parametría, si hoy fueran los comicios se votaría así: PRI, 32 por ciento; PAN, 26 por ciento; PRD, 13 por ciento; Partido Verde Ecologista y Movimiento Regeneración Nacional, 11 por ciento, respectivamente.
Es por estas variables que los llamados verdes (títeres del gobierno y las televisoras) hacen publicidad por todos lados, diciendo que ellos sí cumplen sus promesas de campaña, aunque no aclaran que la multa millonaria de Sonora, impuesta a Germán Larrea, se ha esfumado, y el rescate ecológico de la zona tardará años. Pero no importa, tanto Raúl Araiza como Galilea Montijo –casada con un político que utilizaba un helicóptero de la Secretaría de Salud de Guerrero para esquiar en el agua– siguen adelante en su machacona e ilegal campaña, sin que el Instituto Nacional Electoral (INE), de Lorenzo Córdova, se inmute.
Al darse cuenta que el PRI tendrá menos votos, en Los Pinos se aceptó el chantaje del Niño Verde Jorge Emilio González, y el Instituto Mexicano del Seguro Social, el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado y la Secretaría de Salud, de Mercedes Juan, darán vales de medicinas que prometió ese legislador (que nunca ha subido a la tribuna), para captar más votos por medio de prebendas. El beneficio a las farmacéuticas será enorme y el costo lo pagaremos los contribuyentes, previa orden gubernamental.
Tiene razón Lorenzo Meyer: habrá unas elecciones carísimas y sin ninguna influencia en las necesidades de los ciudadanos (Zeta, 19 de febrero).
Por ello, se sabe, el 30 por ciento de los electores de 18 a 29 años de edad no votarán. A eso se deben los anuncios persistentes del INE a ese sector de la población.
El circo a todo lo que da, con otros animales en la escena.
Jorge Meléndez Preciado*
*Periodista
Contralínea 426 / del 01 al 07 de Marzo 2015