Escalada antiabortista

Escalada antiabortista

Paradójicamente, bajo el gobierno derechista de Calderón, la ciudad de México logró la despenalización del aborto, medida acorde con el Estado laico, con los derechos de las mujeres y con las libertades de todos.

Sin duda, ese triunfo fue consecuencia del progreso en las ideas y costumbres en la capital, así como una secuela de las movilizaciones populares de 2006 en defensa del voto contra las fuerzas derechistas.

Ese sector derechista, encarnado en grupos conservadores del corte de Provida, opera bajo la égida de la jerarquía católica y tradicionalmente ha tenido al Partido Acción Nacional (PAN) como su brazo político. Una de sus prioridades es oponerse a las libertades sexuales y, en particular, encarcelar a las mujeres que aborten, para lo cual usa la consigna del “derecho a la vida desde la concepción”, cuyo significado real se reduce a esa política punitiva.

Para contrarrestar el importante avance de las libertades logradas en la ciudad de México, esas fuerzas oscurantistas, bajo una peculiar recomposición, han logrado que esa consigna se convierta en ley en los últimos dos años, hasta abril de 2009, en 11 estados de la República: Baja California, Nayarit, Durango, Jalisco, Morelos, Chihuahua, Sonora, Colima, Campeche, Quintana Roo y Puebla.

El 8 de mayo de 2009 se aprobó también la reforma misógina y conservadora en el estado de Guanajuato, semillero de la ultraderecha. Cabe recordar que en 2000, a la llegada del PAN al poder, esa propuesta fue abortada ante las protestas de la sociedad.

En esa entidad, el poder derechista y la jerarquía católica se han empeñado en negar el derecho a un aborto legal a una joven víctima de violación, y se le ha amenazado con encarcelarla de exigir su aplicación.

En Jalisco y en Morelos también gobierna la ultraderecha, encarnada en personajes como Emilio González Márquez, que se ha dado a conocer por su dispendio de los recursos públicos en beneficio del arzobispado local, y como Marco Antonio Adame, que en la década pasada estaba al frente del grupo ultraderechista Testimonio y Esperanza.

Ese proyecto derechista-clerical es viejo, pues ya en 1993 los panistas lo impusieron en Chihuahua, bajo el gobierno panista-salinista de Francisco Barrio; en 1999, panistas y grupos derechistas lo impulsaron infructuosamente en Nuevo León, ocasión en que los autodenominados “defensores de la vida” llegaron a las agresiones contra quienes no pensaban como ellos.

Lo novedoso y lo más lamentable de la actual escalada nacional antiabortista es que en estados donde no gobierna el PAN, en una maniobra salida de las cloacas de la política partidista, algunos priistas se han prestado a impulsar esa reforma, traicionando así las raíces de su propio partido, que tuvo como uno de sus méritos la defensa del Estado laico.

Con ello, esos priistas empanizados, algunos de ellos con simpatías personales hacia el clero y la ultraderecha, le quitan al blanquiazul el costo político que tradicionalmente ha tenido que pagar por sus posiciones reaccionarias, al demostrar con sus actos que fuera del PAN hay también reaccionarios a ultranza.

No tienen ningún interés por el bienestar de la sociedad mexicana; lo que les interesa es quedar bien con el gobierno panista y sobre todo con la jerarquía católica, con miras a sus propias carreras políticas, y a que su partido pueda llegar al poder en 2012, neutralizando la oposición clerical.

Están evidenciando que el tricolor, por el oportunismo de muchos de sus políticos, de llegar al poder, puede comportarse de manera similar al PAN.

La posibilidad es muy peligrosa, pues va más allá del tema del aborto, ya que la jerarquía católica promueve su injerencia oficial en la vida pública y en el gobierno con la bandera de la “libertad religiosa” que incluiría, entre otros aspectos: educación religiosa, pagada con el dinero de los impuestos; capellanías militares, como ha habido en las dictaduras sudamericanas; intromisión en las diferentes dependencias, etcétera.

A pesar de que muchos priistas dicen defender el Estado laico y la herencia de Juárez, algunos de ellos lo hacen sólo de manera oportunista y falsa, pues han sido complacientes ante la escalada antiabortista y están dispuestos a beneficiarse de acuerdos con las fuerzas derechistas. No hay que olvidar que el Partido Revolucionario Institucional apoyó decididamente el triunfo ilegítimo de la derecha en las elecciones de 2006.

Hasta cierto punto, la escalada prianista contra las mujeres ha pasado desapercibida, pues los “grandes medios” siguen cotidianamente las líneas oficialistas que les prescriben ignorar los temas referentes al clero y a la ultraderecha, para ocuparse sólo del supuesto combate al narcotráfico y, por otro lado, aprovechar toda oportunidad para desacreditar a la izquierda.

*Maestro en filosofía con especialidad en estudios acerca de la derecha política en México