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Hay un cambio y la “élite” no se da cuenta o el caso de Castañeda y Aguilar Camín

Hay un cambio y la “élite” no se da cuenta o el caso de Castañeda y Aguilar Camín

En el programa Es la hora de opinar de Foro TV (de la empresa Televisa) que conduce Leo Zuckerman, el 15 de junio tuvo lugar un diálogo muy desagradable entre el propio Zuckerman; Javier Tello, el otro anfitrión; Jorge Castañeda Gutman, quien fuera secretario de Relaciones Exteriores en el gobierno de Vicente Fox, y Héctor Aguilar Camín, director de la muy influyente revista Nexos.

Este grupo suele analizar los más variopintos temas de actualidad, desde las políticas energéticas del gobierno mexicano o la sucesión presidencial en Estados Unidos, hasta sobre el sistema patriarcal, la homofobia o la discriminación en México. En la ocasión que comentamos, se discutió sobre las acciones que los médicos cubanos realizan en México, colaborando con las autoridades sanitarias en su lucha en contra de la pandemia de Covid-19.

Cuando Jorge Castañeda intervino, el profesor de la Universidad de Nueva York señaló lo siguiente: “Los locales [doctores mexicanos] no quieren irse… No puedo usar la palabra correcta, científica, pero a un… pueblo, con adjetivo previo [pinche] pueblo arrabalero, adjetivo –posterior– donde, por cierto, digo, Héctor se acuerda muy bien, mi hija Javiera cuando terminó la Facultad de Medicina aquí en la UNAM, se fue a un pueblo horroroso en Oaxaca: Putla, si no me equivoco; y luego, gracias a Héctor y a su amistad con Diódoro [Carrasco] creo que la pudimos mandar a otro pueblo un poquitito menos horroroso. Pero así que se haya ido con gran entusiasmo, no, y un cubano sí iría a Putla feliz de la vida.”

Estos pocos segundos que dura la intervención del hijo mayor de Jorge Castañeda y Álvarez de la Rosa –quien fuera también canciller en el sexenio de José López Portillo– pintan muy bien su pensamiento y sus valores o antivalores. La andanada de críticas en la red social Twitter no esperó mucho. El propio gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, escribió: “Excanciller, dejando el clasismo de lado, estoy seguro que ha conocido lugares maravillosos en el mundo, pero ninguno como #Oaxaca. Conozca Putla, cada pueblo es único, le aseguro que se maravillará con su cultura milenaria y riqueza en tradiciones.”

Cientos de mensajes pueden leerse en sentido similar en dicha red. Es evidente que quien representó a México como secretario de Relaciones Exteriores no aprecia la riqueza cultural de Putla, pueblo mixteco de la sierra de Oaxaca. El desprecio por la pobreza y lo indígena, parte fundamental de nuestra identidad individual y colectiva, es palmario. Sin embargo, lo que me llama la atención no es su falta de toda sensibilidad y de criterio sobre lo que es bello o no. Lo realmente interesante es que ese discurso siga teniendo voz en la empresa más grande de comunicación de nuestro país.

Castañeda representa a lo más rancio de la sociedad mexicana: una “élite” ansiosa por conservar sus privilegios y separarse incluso físicamente del resto. Esta necesidad, a veces colmada como en el “caso exitoso” de cambio de residencia de la doctora Javiera, se expresa también a la hora de distanciarse de gobiernos populares y menos proclives a sostener sus prebendas. El tráfico de influencias, del que presume sin pudor alguno el maestro por la Universidad de Princeton, permitió que Aguilar Camín gestionara con el exgobernador de Oaxaca, Diódoro Carrasco, se transfiriera a la niña inconforme con su mala estrella.

Casos como éste ya no deberían tener cabida en nuestra sociedad: personajes orgullosos de “ser diferentes” del resto por el simple deseo de ver hacia abajo a los demás. Miles de mexicanos estarían felices de tener la oportunidad de estudiar gratuitamente medicina en la UNAM para, posteriormente, retribuir con sus servicios en cualquier rincón del país. Porque, en Putla, con seguridad, serían mucho más útiles sus servicios que en el Pedregal de San Ángel, por ejemplo.

Algo está cambiando en la sociedad mexicana: son las generaciones más jóvenes las que se encargan de censurar, en el mejor de los sentidos, estas ideas lastimeras. La mayoría de los usuarios de Twitter ya no crecieron viendo las telenovelas racistas del Canal de las Estrellas. Es la hora de opinar, es cierto, pero primero hay que reflexionar y desterrar mentalidades de conquistadores y conquistados. También es la hora de tratar a todos por igual y de no hacer favores de este tipo a los Aguilar, a los Castañeda o a cualquier persona medianamente influyente.

Desterrar el sistema de castas más o menos velado es parte del cambio que necesita México para volverse un país más igualitario, donde todos puedan disfrutar de los mismos derechos. El cambio, a la que todos debemos sumarnos, implica un sistema de valores compartido por todos.

Mario Santiago*

*Doctor en derecho. Profesor investigador de la Universidad Autónoma de Tlaxcala