El aumento de ataques efectuados por drones armados complica la ayuda humanitaria en zonas bélicas
Bratislava, Eslovaquia. Las operaciones de ayuda humanitaria en algunos lugares pueden llegar a ser imposibles en el futuro, han advertido los expertos, ya que un nuevo informe muestra un aumento dramático en el uso de drones armados en zonas de conflicto.
El informe Amenazas en ciernes: Los desafíos de los drones armados en contextos humanitarios, publicado por Insecurity Insight, el 14 de enero, muestra que los incidentes registrados que afectaron a programas de ayuda y atención sanitaria en zonas de conflicto se multiplicaron casi por cuatro en el último año.
De igual manera, añade que se duplicó la proporción de explosivos lanzados por drones entre los incidentes, en los cuales este tipo de armas afectaron a la ayuda o la atención sanitaria.
También, advierte que es más barato transportar municiones explosivas con drones que con aeronaves pilotadas. Asimismo, el uso de estos dispositivos conlleva un riesgo mínimo para los operadores, unido a la creciente disponibilidad de componentes, tanto en el mercado militar como en el comercial.
Así que, alerta, es probable que en los próximos años aumente la frecuencia del uso de drones en conflictos, y con ello, crecerá el número de incidentes en los que se vean afectadas las operaciones de ayuda, tanto en escala como en número de países y territorios afectados.
“Podría llegar un momento en que las organizaciones de ayuda no puedan trabajar en algunas zonas de conflicto”, debido a los riesgos asociados a los drones, dijo Christina Wille, directora de Insecurity Insight, a IPS. Entre sus tareas, está brindar apoyo a las agencias de ayuda y a los proveedores de salud.
El informe de la organización internacional destaca cómo el uso de drones en zonas de conflicto se ha expandido en las últimas dos décadas; y en particular, durante los últimos años.
Esto afecta cada vez más a la ayuda y la asistencia sanitaria en esas zonas, al matar o herir a trabajadores sanitarios y humanitarios; además de destruir infraestructuras, como almacenes, campos de desplazados internos o refugiados, e instalaciones sanitarias y ambulancias.
La investigación de Insecurity muestra que el uso de drones por parte de actores armados ha sido un factor en la dinámica de los conflictos desde 2001, pero los primeros casos registrados de explosivos lanzados desde estos aparatos que afectaron a los servicios sanitarios no se produjeron hasta 2016.
Hasta 2022, el número de incidentes registrados que afectaron a programas de ayuda y asistencia sanitaria se mantuvo por debajo de 10. En 2023, sin embargo, se registraron 84 incidentes, y esta cifra aumentó a 308 en 2024. Además, la distribución geográfica de este tipo de incidentes pasó de cinco países o territorios en 2022 a 12 en 2024.
La proporción de explosivos lanzados desde drones entre los incidentes en los que las armas explosivas afectaron a la ayuda o la atención sanitaria en zonas de conflicto aumentó de 6 por ciento en 2023 a 12 por ciento en 2024.
También, el informe dice que, durante este período, por primera vez, las armas explosivas fueron la forma de violencia más común registrada que perjudicó a las operaciones de ayuda o salud.
La organización resalta que, entre 2016 y 2024, al menos 21 trabajadores humanitarios y 73 trabajadores de la salud, seis de los cuales trabajaban para oenegés de salud, fueron presumiblemente asesinados en ataques con drones.
Las operaciones de ayuda o los servicios de salud en zonas de conflicto se vieron perjudicadas por armas explosivas lanzadas por drones en al menos 426 incidentes documentados.
La mayoría de los incidentes con explosivos lanzados desde aeronaves no tripuladas que afectaron a operaciones de ayuda o asistencia sanitaria en zonas de conflicto documentados por Insecurity Insight implicaron a fuerzas rusas e israelíes.
De hecho, indica, el impacto del uso de estos drones en las organizaciones de ayuda que operan en zonas de conflicto en Ucrania y la Franja de Gaza ha sido duro.
En Gaza, desde el comienzo de la ofensiva de las fuerzas israelíes contra Hamas, tras el ataque de esa milicia el 7 de octubre de 2023, las organizaciones de ayuda de la región afirman que las operaciones sanitarias y humanitarias se han visto devastadas por los ataques israelíes, algunos de los cuales han implicado el uso de drones.
En Ucrania, la situación es similar. La organización no gubernamental Alliance for Public Health (APH) efectúa programas de ayuda y asistencia sanitaria en Ucrania, incluso en zonas de primera línea, desde la invasión rusa del país.
Su director ejecutivo adjunto, Pavlo Smyrnov, afirma que los riesgos que entrañan los drones para los trabajadores humanitarios son ahora tan grandes que algunas zonas han quedado vedadas para ellos.
“Debido a los drones, es difícil trabajar en algunos lugares e imposible en otros. En algunos lugares, hay tantas aeronaves no tripuladas que no podemos trabajar, y en otras áreas todavía podemos trabajar, pero ese trabajo es mucho más limitado”, dijo a IPS.
De igual manera, el nuevo informe de Insicurity Insight señala que el uso de drones está aumentando en otros conflictos en el mundo.
En 2023, se informó por primera vez del uso de explosivos lanzados desde drones que afectaron operaciones de ayuda o sanitarias en Burkina Faso, Líbano y Sudán.
Un año después, se notificaron incidentes con explosivos lanzados desde drones que afectaron a la ayuda o la asistencia sanitaria en más países y territorios; entre ellos, por primera vez, Chechenia, Colombia, Malí, Níger y Rusia.
Los expertos afirman que esta proliferación del uso de aeronaves no tripuladas no sólo es peligrosa en sí misma, sino también implica que su uso amenaza con crear conflictos más sangrientos, en los cuales las leyes humanitarias y las normas de guerra previamente aceptadas se infringirán con mayor frecuencia.
“Lo que resulta especialmente preocupante es el modo en que estas armas modifican la forma en que se llevan a cabo los combates”, afirmó Wille, la directora de Insecurity Insight.
Asimismo, añadió: “Cuando hay personas que se enfrentan directamente, ¿quién sabe qué llevará a la gente a tomar decisiones (sobre el uso de armas) en estas circunstancias?”
“Estos drones se utilizan a distancia, a menudo por personas que se encuentran a gran distancia, en habitaciones. Es casi como jugar a un videojuego”, resume Wille. “Lo que podemos esperar que hagan los operadores de drones puede ser muy distinto de lo que ocurre en una situación en la que alguien siente su propia vida amenazada, porque se encuentra en una situación de combate con un adversario directo”.
En cierta medida, consideró que “el uso de drones ha hecho que las partes en conflicto ignoren con más frecuencia las normas prescritas, y también porque utilizar drones para transportar explosivos es mucho más barato”.
También, Wille reflexionó que “si tienes que gastarte medio millón de dólares para alcanzar un objetivo, te autocontienes por el coste, pero si cuesta mucho menos, es más fácil decir simplemente, vale, vamos a alcanzar un objetivo ahora porque nos apetece”.
De hecho, aseguró, “las aeronaves no tripuladas han eliminado muchas de las barreras de su coste”, lo que lleva a las partes en conflicto a emplear cierta moderación en sus ataques.
Los expertos han vinculado este aumento de los ataques a la falta de una acción mundial significativa contra los mortíferos ataques militares contra la salud y las operaciones humanitarias en zonas de guerra; en particular, los registrados en Ucrania y Gaza.
“En el pasado, muchas partes en conflicto podían sentirse limitadas en lo que podían hacer, porque temían alguna reprimenda seria, incluso de Estados aliados, pero eso parece haber desaparecido ahora”, dijo Wille.
En opinión de la directora de Insecurity Indight, esto está dificultando mucho que las organizaciones humanitarias sepan dónde pueden operar con seguridad. “No pueden confiar en que las partes en conflicto regulen sus acciones para garantizar que se mantienen dentro de las normas prescritas”.
Otro problema relacionado con estos ataques es que la población civil de las zonas en conflicto ha empezado a asociar todos los drones con operaciones nefastas o letales contra ellos.
“Uno de los principales problemas de la multiplicación de drones en contextos de conflicto y humanitarios es su efecto psicológico y amedrentador: mucha gente/civiles en esos contextos asocian los drones con posibles ataques o vigilancia. Cuantos más drones hay, más preocupada y paranoica se vuelve la gente”, dijo Pierrick Devidal, asesor principal de políticas del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), a IPS.
“A la gente le resulta prácticamente imposible distinguir los drones utilizados con fines civiles/humanitarios de los utilizados con fines militares, por lo que esta falta de distinción agrava el problema y profundiza una atmósfera de miedo y ansiedad”.
Igualmente, estimó que “es probable que estas percepciones y cuestiones psicológicas creen problemas a las organizaciones humanitarias que quieran utilizar drones con fines humanitarios/operativos, ya que esos usos pueden ser percibidos (erróneamente) como relacionados con objetivos militares/de seguridad”.
El informe Insight Insecurity contiene una lista de recomendaciones sobre las medidas que pueden tomar las organizaciones humanitarias para mitigar los riesgos que plantea el uso de drones armados.
Entre ellas, se incluyen no sólo medidas operativas prácticas para garantizar la seguridad si hay drones en una zona, sino también el uso de la diplomacia humanitaria y la desconflicción para evitar ser blanco de ataques.
Sin embargo, los expertos señalan que las partes en conflicto no parecen interesadas, o son incapaces de respetar los acuerdos de desconflicción, y que los costes de aplicación de las medidas de seguridad son cada vez más prohibitivos.
“Por ejemplo, en algunos lugares no se puede operar en un vehículo sin un dispositivo de interferencia de drones en el coche, un requisito impuesto por la policía. Pero estos dispositivos son caros”, explicó Smyrnov.
Para Wille, “muchos grupos tendrán dificultades para seguir operando en zonas donde se utilizan drones con frecuencia”. También, dijo que “si los riesgos (de operar en una zona de conflicto) aumentan, también lo hacen los costes para las agencias de ayuda”.
Devidal resaltó que los riesgos para la seguridad derivados del uso de aeronaves no tripuladas; por ejemplo, objetivos erróneos, drones que fallan y caen, entre otros, “representan un riesgo adicional para la seguridad, una fuente de riesgos que no existía antes en situaciones de conflicto y humanitarias a la que los civiles y las organizaciones humanitarias tendrán que ajustarse y adaptarse”.
“Esto requerirá más recursos, tiempo y energía que no se dedicarán a la entrega de ayuda. En resumen, no son buenas noticias”, sentenció.
Ed Holt/Inter Press Service (IPS)*
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