Una noche, hace una década, el aire vio desaparecer a 43 jóvenes normalistas de la escuela “43 jóvenes normalistas”. Allá, en un pueblito de Guerrero, las montañas callaron el último paradero de aquellos que sólo querían ser maestros. Hoy, sus padres aún los buscan. Han sufrido, pero continúan luchando día tras día. Nada va a detenerlos.
A pies del Ángel de Independencia, la lluvia cae sobre las pancartas elevadas. Mantas, cárteles, lonas y ataúdes de cartón comparten el mismo mensaje: Nos faltan 43. La furia permea y avanza en los ojos de cada persona.
“Hoy se cumplen 10 años y pues la verdad este gobierno, Andrés Manuel López Obrador, nos dijo cuando andaba en su campaña, se comprometió a darnos una buena noticia para nuestros hijos. Desafortunadamente, ya son 10 años y nunca nos dio nada, ni dónde están, ni dónde se encuentran. […] Ahora estamos aquí colocando; esto es un antimonumento de los 43; fotos de nuestros chavos. Aquí van a quedar los rostros de nuestros chavos y cada 26 de septiembre aquí vamos a hacer un mitin”, expresa con decepción el señor Francisco Lauro Villegas, padre de Magdaleno Rubén Lauro Villegas.
En solidaridad, más de 10 mil personas asisten a la marcha para acompañar a los padres y madres de los 43; exigen justicia por ellos y por los desaparecidos de México. En el primer contingente, jóvenes vocean mensajes de lucha. Señalan que este gobierno no cumplió la promesa de esclarecer el caso y acusan la participación del c.
Justo detrás, caminan los padres de los 43 en silencio, seguidos de integrantes de asociaciones dirigidas a la defensa de derechos humanos, como el Centro Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh), quienes han estado acompañándolos desde esa fatídica noche.
Luego, en distintos bloques, se suman varias organizaciones populares, sindicales, jóvenes universitarios y colectivos que luchan por distintas causas. Resaltan los padres de otros desaparecidos y las personas que continúan exigiendo un alto a la guerra en Palestina.
¡Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos! ¡Ayotzinapa vive! ¡La lucha sigue, sigue, sigue! ¡Justicia! ¡Uno, dos, tres, […] 41, 42, 43, Justicia! ¡Fue el Ejército! y ¡El que no brinque es poli! Fueron algunos de los gritos que más retumbaron. Las voces se oyeron desde las 16:00 horas en el Ángel de Independencia, hasta las 21:00 horas en el Zócalo de la Ciudad de México.
Tras colocar imágenes de sus hijos en el antimonumento de los 43 –ubicado a contra esquina del Caballito de Reforma– y saltar los muros de concreto que el gobierno instaló en las calles cercanas al Zócalo, los padres y madres dieron un último mensaje a este sexenio.
La herida permanece abierta y no deja de sangrar. De ella, emanan gotas de ira, rabia y dolor; la memoria acrecienta esta llaga. Sin embargo, a pesar de la lluvia, no se diluyen. Al contrario, se extienden, crecen y empapan todo a su alrededor. “En México, necesitamos que en verdad haya justicia”, exige el padre del joven normalista César Manuel González, Mario González, frente a Palacio Nacional.
Con voz resonante y cargada de decepción, reclamó al presidente Andrés Manuel López Obrador por no cumplir su promesa. Con firmeza, advirtió que los padres y madres no darán mucho tiempo a la próxima administración.
“Señor presidente: no nos hagamos tontos. Usted sabe perfectamente bien quien participó masivamente en el ataque cobarde hacia nuestros hijos y que fue el Ejército. Usted lo sabe y, desafortunadamente, se puso del lado de la traición. Porque no nada más traicionó a estos 43 padres de familia, si no, a todo un pueblo mexicano sediento de justicia y de saber la verdad. Que eso es lo que necesitamos en México”.
La señora Hilda Legideño, madre de Jorge Antonio Tizapa Legideño, de igual manera se dirigió a las masas, con el dolor que sólo una progenitora puede tener, cuando le arrebatan a un hijo.
“Aquí seguimos, los mismos necios de siempre, porque nos asiste la razón. Agradecemos a las organizaciones, a los colectivos, a los estudiantes de las diferentes normales y universidades, por todo el acompañamiento de estos 10 años; 10 años que no han sido nada fácil; 10 años que han sido llenos de mentiras por parte de gobiernos, pero aquí seguimos. No podemos detenernos. Nos falta un hijo al cual estamos buscando”.
“El señor presidente Andrés Manuel López Obrador traicionó la confianza que le depositamos y dio la espalda al caso Ayotzinapa, con tal de proteger al Ejército. Pasará como cómplice de aquellas personas que desaparecieron a nuestros hijos. Son 10 años que hemos caminado a pesar de todo; del dolor; a pesar de las enfermedades; a pesar de los climas. Hemos caminado con la esperanza de encontrar a nuestros hijos, seguiremos”.
A sus espaldas, grupos de universitarios encapuchados pintan las vallas que separan al contingente del Palacio Nacional. En ellas, escriben un mensaje: Ayotzinapa vive en nuestra rebeldía.
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