Arrecian toda clase de agresiones contra los mexicanos en medio de la fallida “estrategia” calderonista. Es la nueva versión del Leviatán de Thomas Hobbes: “Una guerra tal que es la de todos contra todos”. Reina la inseguridad que atemoriza a los sobrevivientes por el sangriento enfrentamiento de soldados y policías contra las desafiantes delincuencias que encabezan los narcotraficantes.
Éstos han logrado controlar lo que deben informar los medios, sobre todo impresos (sin excluir a los electrónicos), y censurar a punta de bombazos, homicidios, secuestros y levantones de periodistas. Demuestran su altísima peligrosidad, pues pasaron de las advertencias y narcomantas a las amenazas cumplidas.
Ningún mexicano está a salvo de la belicosidad de los delincuentes. Estamos en medio de éstos, del Estado militar y del Estado policiaco, que se disputan el poder y la supremacía de facto versus la defensa del Estado constitucional, sin que veamos el final. En cambio, el inquilino de Los Pinos, a sabiendas de que el manejo de las Fuerzas Armadas no tiene el sustento del artículo 29 constitucional y que su “estrategia” es ineficaz, también nos amenaza con su anuncio de que “habrá más violencia”, lo que tiene a la sociedad en gravísimo peligro, planteando como alternativa la renuncia de Calderón por causa grave: incapacidad para resolver el problema de la pavorosa inseguridad o el establecimiento de un gobierno contrario a los principios que sanciona la Constitución.
En ese contexto se constituye la Casa de los Derechos de Periodistas, cuyo objetivo es: “Dedicar la mayor parte de nuestros esfuerzos unitarios a brindar refugio y protección a los periodistas y trabajadores de los medios y comunicadores en situación de vulnerabilidad, a proporcionales asesoría jurídica y acompañamientos para la obtención de los apoyos públicos y privados, necesarios para que su desempeño cotidiano sea con mayor seguridad, profesionalidad, responsabilidad, libertad y más respetado socialmente”. Para “ofrecer, apoyar y gestionar en su caso acciones para la defensa jurídica con motivo del ejercicio periodístico”. Los que suscribieron su creación –convocantes para el ingreso de más organizaciones de periodistas, como individualmente– son compañeros que ejercen profesionalmente los derechos de todos los mexicanos para la libre manifestación de las ideas; publicar y difundir escritos sobre cualquier materia, plantear peticiones, reunirse pacíficamente para protestar contra actos de autoridad antidemocráticos y exigir respeto al libre examen y discusión de las ideas.
Conforme la violencia se extienda y agrave, habrá más baños de sangre, atentados y agresiones a todos los mexicanos, entre ellos los periodistas, para que dejen de informar, criticar y sólo publiquen o callen lo que ordene el gobierno y los delincuentes o serán blanco de todo tipo de ataques. Así, la Casa de los Derechos de Periodistas es otra manera eficaz de contrarrestar esa belicosidad; y un paso más hacia la petición-demanda de crear al defensor del periodista con competencia municipal, estatal y federal, para emitir recomendaciones y facultad para coadyuvar a las denuncias ante los fiscales, federal y estatales (faltan por implantar en 28 entidades) de las procuradurías. La Casa de los Derechos de Periodistas es la punta de lanza para prevenir y auxiliar a quienes, asidos a las libertades constitucionales de prensa, están y deben seguir cumpliendo con su deber de periodistas, conforme a la ética democrática y republicana constitucionales.