Los cárteles –tan de moda en la “modernización” calderonista– se crearon como conglomerados económicos. Y la delincuencia nazi los estableció para monopolizar la actividad productiva y contra toda competencia. La primera legislación, en 1890, durante la expansión del capitalismo estadunidense, fue para controlar las prácticas de los trust y los cárteles (Diccionario enciclopédico de economía, editorial Planeta). Y a nadie amenazan tanto como a los consumidores. Televisa es uno de los cárteles incrustados en la economía-botín del neoliberalismo que amarra al capitalismo salvaje del calderonismo. Los panistas de Los Pinos, cómplices de la mano invisible para dejar al “libre” mercado hacer y deshacer, en su retirada (y “acorralados como perros”, según frase de Calderón para incitarlos a dar la pelea donde, de antemano, están derrotados: la sucesión presidencial), se han sometido a ese cártel al otorgarle beneficios para controlar más las telecomunicaciones.
La entrega-ganga de la licitación 21 (que finalmente quedó en manos de Nextel, pues Televisa decidióno invertir en esa trasnacional) es un favor político económicamente devastador para los mexicanos, el gobierno federal y el Estado, sitiados además por los cárteles del narcotráfico. Ante los que, erigidos en poder político y económico, paralelos a los cárteles empresariales, el calderonismo asegura no rendirse; pero, ante el cártel de Azcárraga (quien vive fuera del país) y socios, Calderón, su equipo y una facción del Partido Acción Nacional han claudicado. En cambio, el priismo mexiquense peñanietista alquiló al imperio audiovisual por medio de publicidad para su promoción, comprando impunidad televisiva. Televisa es una cuña contra las libertades de prensa, ya que desinforma. Y enseña los dientes a la crítica, enderezando todas sus baterías y bateristas contra quienes cuestionan el favoritismo que reciben del gobierno federal.
Los ataques al periódico Reforma porque ha informado y cuestionado su agandalle son embestidas contra la libertad de expresión, para anular los artículos 6 y 7 constitucionales. Lo cual va a ser imposible, con todo y haberse adueñado de las concesiones y presionar para obtener otras. Haciendo de todos sus espacios, un cártel de fomento a la violencia por medio de sus programas y telenovelas donde mira “la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio”. Empresa monopólica y oligopólica que Azcárraga junior dirige conforme, al menos, dos “principios” del cártel propagandístico del ideólogo nazifascista Goebbels: manipulación mediante desinformación y ataque a quienes no comulgan con su avaricia de rentista sirviéndose del capitalismo salvaje.
La nación sufre estoicamente las sangrientas embestidas de los cárteles del narcotráfico, también de finalidad económica. Pero hay otros cárteles que se sirven de la violencia, la propaganda, el cobro simulado por seudoinformación y la difusión distorsionada, a modo de los acontecimientos históricos y que la portada de El chamuco (13 de septiembre de 2010) retrata como el cártel de Televisa, que no tiene llene y vende apoyos a los que del poder político le pagan de a millones el minuto y a sus iguales en el poder económico (el capitalismo asido al teje y maneje de las finanzas, en los términos de John Bellamy y Fred Magdoff, La gran crisis financiera). Pero en cuanto cambian los vientos, consuman las traiciones para transar con los nuevos poderosos. Y siempre contra la Constitución y la nación.
Televisa es un cártel de desinformación y ataques, pisoteando las libertades de expresión en el contexto de los artículos 6 y 7 constitucionales. Y contra las manifestaciones democráticas y republicanas, distorsionando hechos, tergiversando información y rabiosamente enemigo de la crítica.