Hace 135 años, el primero de mayo de 1886, miles de obreros de Chicago se lanzaron a la huelga general. Estaban cansados de trabajar de sol a sol, sin límites a la jornada: trabajaban 12, 14 horas y más. Hombres, mujeres y niños eran explotados y la miseria reinaba en sus hogares.
Estallaron la huelga exigiendo jornada de 8 horas, paralizando totalmente la ciudad. Se unieron albañiles, carniceros, jugueteros, tipógrafos, mineros; sumaron 50 mil huelguistas. En la fábrica Mc Cormiks de las pocas que seguía laborando se reunió una gran masa para exigir que también paralizara. La policía intervino e hizo fuego contra los obreros. Hubo seis muertos y muchos heridos.
Al día siguiente, luego de repartir 20 mil volantes, se celebró en orden y completa tranquilidad un mitin de protesta. Casi al terminar, 180 policías de Chicago los rodearon. Un provocador lanzó una bomba hiriendo a los uniformados que dispararon a discreción, causando una masacre. La policía comenzó a detener, secuestrar, allanar domicilios.
Aun siendo inocentes, los dirigentes fueron encarcelados; su culpa era defender los derechos del obrero. La prensa desinformaba y calumniaba a los trabajadores, acusándolos de agitadores y terroristas. Detuvieron a nueve y cuatro de ellos fueron condenados a la horca.
El juicio conmovió al mundo y se levantó una gran solidaridad. Llegaron millares de cartas de trabajadores de Inglaterra, Francia, España, Rusia, Holanda, Italia, de cientos de sindicatos. Los verdugos no cedieron y ejecutaron a los mártires de Chicago August Spies, Albert Parsons, Adolph Fischer y George Engel. Louis Ling se suicidó antes para no dar gusto a sus verdugos.
Murieron dignos y valientes, su vida se acababa, pero su causa había crecido, su idea era recogida por millones. A partir de 1889 el Congreso Internacional Obrero Socialista de París que fundó la Segunda internacional proclamó el 1 de Mayo como jornada internacional de lucha de la clase obrera. Desde entonces en todo el mundo se empezó a celebrar este día, como un día combativo. Por todo el mundo se extendió la demanda de jornada de ocho horas.
En México se iniciaron las conmemoraciones del 1 de mayo en tiempos de la Revolución. La primera vez, en 1913. Fue organizada por la Casa del Obrero Mundial. Tomaron el Hemiciclo a Juárez, hicieron un mitin y se hizo escuchar la voz obrera. Luego, acompañados de tambores, pancartas y gritos, se posicionaron frente a la Cámara de Diputados, donde demandaron una jornada laboral de 8 horas y otras exigencias. En medio de la dictadura de Victoriano Huerta –asesino de Madero– había que tener valor para salir a manifestarse; pero sí que lo hicieron y desde ese año continuó la tradición hasta la fecha. Esta lucha consiguió que la Constitución de 1917 reconociese las 8 horas y los derechos laborales en su Artículo 123, por primera vez en el mundo, siendo en su momento la Constitución más avanzada en lo social.
Pero, en la actualidad el retroceso es patético. ¡¿Hoy quién trabaja 8 horas?! Las jornadas son de 12, 14 horas y más. La gente necesita tener dos trabajos, laborar los domingos y en vacaciones. Se trabaja día y noche y las tecnologías modernas lo facilitan. El salario cayó de 1976 a 2018 un 80 por ciento. Hoy se ha comenzado a recuperar pero el salario mínimo, que es más bajo que en Guatemala.
Este primero de mayo debemos reflexionar: ¿cómo luchar y organizarnos para hacer efectiva la jornada de 8 horas y todos los derechos laborales y contra las UMA (unidades de medida y actualización) Una vez garantizada esta vieja demanda de hace 150 años, luchemos hoy por introducir la jornada de 6 horas que las modernas tecnologías facilitan. Hoy ya tienen semanas de 35 horas en Dinamarca, Países Bajos, Noruega, Suiza y Alemania.
Hay que trabajar para vivir… no vivir para trabajar sin descanso. Es inaceptable que en pleno Siglo XXI se viva la esclavitud moderna como la que sufren los jornaleros de Baja California Sur, los migrantes, las víctimas del outsourcing y del trabajo infantil y millones más. Este 1 de mayo vamos a defender derechos de todas, todos y todes.
El Estado es responsable de garantizar los derechos laborales por medio de la prevención, atención y sanción y debe intervenir con energía para tal efecto. Por lo pronto es urgente hacer valer los derechos constitucionales y renovar la Ley Federal del Trabajo en el marco de respeto a esos derechos. Llega el momento de discutir una Nueva Constitución que organice a la sociedad en torno a derechos del trabajador y del pueblo, por encima de los privilegios de las grandes corporaciones extranjeras y nacionales.
Es necesario un programa nacional de organización desde las comunidades, y desde todos los sectores de la economía para la inspección rigurosa, en todo el país, de las condiciones laborales y que facilite la organización y la denuncia de los afectados, así como una amplia campaña de difusión y de conciencia sobre los derechos laborales. La difusión amplia de la problemática laboral es imprescindible.
Falta que los trabajadores cuenten con medios de comunicación propios y fortalecer, también a través de ellos, instancias de denuncia y control. Implementar un programa de “testigos protegidos” para la denuncia de todos los casos de violaciones laborales y hacer valer la ley estrictamente, penalizar y multar y otras sanciones, las violaciones a la ley laboral porque es un crimen arrebatar el sustento a las familias. Todos los trabajadores y trabajadoras deben contar con los medios para expresar sus demandas e inconformidades. Diseñar y echar a andar un programa para hacer realidad el derecho al empleo universal y seguridad en el empleo. Se tiene que lograr la pensión garantizada por el Estado a todas y todos los trabajadores, rechazar las UMA, implementar un sistema de pensiones que acumule la antigüedad desde el primer día que se comienza a laborar. Prohibir estrictamente el outsourcing, y que el Estado sea garante del empleo digno con salario suficiente. Implementar un programa para que el Estado genere empleo desde lo local hasta lo nacional y con desarrollo sustentable y garantizar todas las prestaciones para todos y todas desde su ingreso a laborar.
Agilizar y garantizar el aparato de la justicia laboral, libre de corrupción. Promover la democracia y autonomía sindical. Popularizar ampliamente historias de éxito de lucha de trabajadores por sus derechos. Regular estrictamente el pago de horas extras. Apoyar tanto a las madres como a los padres en el tema de cuidado de los bebés.
Solo el desarrollo incluyente e integral de la economía garantiza el empleo y se requiere la elaboración de un Programa Nacional de Empleo, que ataque a fenómenos como el de la obsolescencia programada porque afecta el empleo y debe ser erradicada, pero además daña al medio ambiente y a los consumidores, lleva a una mayor explotación y disminución del nivel de vida pues bienes y servicios duran menos y obligan a trabajar para resarcirlos. Invertir en el derecho al empleo a migrantes y reconocer el trabajo doméstico. Garantizar la jornada de 8 horas, y aplicar los mecanismos de vigilancia que la eviten, tomando en cuenta que el salario debe alcanzar para cubrir las necesidades, sin la urgencia de laborar horas extras. Es necesario evitar los despidos durante la pandemia. Urge revertir la reforma laboral creada por Felipe Calderón e impulsada por Peña Nieto en cada uno de sus aspectos. Luego de 150 años de lucha por la jornada de 8 horas, comenzar a demandar la jornada de 6 horas. Que la Unidad de Inteligencia Financiera intervenga para detectar sistemas de extrema explotación.
Son las trabajadoras quienes sufren más atropellos. Por ello es necesario dedicar grandes recursos para impulsar la equidad de género a todos los niveles, programas productivos y de capacitación para las mujeres. Implementar un programa para erradicar la violencia hacia la mujer por medio de la prevención, atención y sanción. Para eliminar la trata de personas, la pederastia y el abuso infantil y abolir la explotación sexual. Fortalecer estas tareas a través del trabajo social y jurídico, en cada comunidad.
Que la red de inspección haga respetar los derechos laborales de la mujer y lograr la organización social y colectiva de trabajadoras incluyendo a las domesticas. Efectuar estudios y medidas inmediatas para eliminar la brecha laboral, salarial, patrimonial y económica.
Fomentar el acceso al seguro social a las amas de casa y al trabajo doméstico no remunerado, garantizando jubilación, aguinaldo, prestaciones pensión. Reconocimiento y derechos laborales para las amas de casa. Para que la mujer pueda trabajar es necesario este apoyo gratuito que socialice el trabajo doméstico, financiando un sistema nacional de cuidados para el apoyo social: guarderías accesibles y cercanas, casas refugio, cocinas y lavanderías económicas, el cuidado de enfermos e implementar la atención de la salud en casa.
Atender derechos reproductivos de las trabajadoras, la violencia obstétrica y el tema de la natalidad. Financiar programas de acceso a la prevención del embarazo y la educación sexual. Despenalización del aborto accesible, seguro y gratuito y garantizar la infraestructura médica para que la mujer decida sobre su propio cuerpo.
Impulsar un programa para la transformación de roles que fomente paternidades responsables y educar a los hombres, así como el desarrollo de políticas públicas que favorezcan a la paternidad responsable.
Transformar el sistema de opresión tomando en cuenta que el enemigo de las mujeres es el sistema patriarcal y de explotación. Falta construir un Estado con equidad de género y esto se manifiesta principalmente en lo laboral.
Conmemoremos el 1 de Mayo buscando formas modernas, actuales de defender los derechos de las y los trabajadores, basados en la experiencia de siglo y medio de luchas. “¡Proletarios del mundo, Uníos!”
Pablo Moctezuma Barragán*
*Doctor en estudios urbanos, politólogo, historiador y militante social