En riesgo de extinción por el uso intensivo de plaguicidas altamente tóxicos, los organismos genéticamente modificados y el cambio climático, los polinizadores –incluidas las abejas– no podrán ser sustituidos por drones o tecnologías similares, advierten especialistas. Señalan la urgencia de que el Senado legisle la prohibición de los agrotóxicos, como el glifosato, lo que favorecería no sólo al medio ambiente sino también a la salud humana
Muchos cultivos dependen de la polinización. Es importantísima para la siembra de sandía, cuya producción depende en un 96.98 por ciento de la presencia de polinizadores. Si no hay polinizadores, no hay sandía; pero también la calabaza, el tomate, muchos frutales. Entonces, al desaparecer los polinizadores los cultivos se vienen abajo, señala Irma Gómez, ingeniera agrónoma con maestría en forestería social.
La también colaboradora de la Alianza Maya por las abejas de la Península de Yucatán, advierte que además de la producción alimentaria, también la biodiversidad y la reproducción de las selvas dependen de los polinizadores, y cada uno tiene una función distinta.
“Hay quien dice: ‘bueno, pues se hacen unas abejitas tipo dron para polinizar’. Eso es imposible, cada flor es diferente y cada insecto está adaptado para polinizar esas flores distintas, para poder extraer el néctar y polinizar. Es muy ridícula esta idea. Eso [la extinción de las abejas y el resto de los polinizadores] sería un problema catastrófico a nivel mundial”, señala en entrevista la experta que ha acompañado a organizaciones y comunidades mayas en procesos de defensa del territorio.
Respecto de la crisis que sufren las poblaciones de estos insectos, aves y mamíferos eficientes en la polinización, el 16.5 por ciento de los polinizadores vertebrados se encuentran en peligro de extinción a nivel mundial, y más del 40 por ciento de las especies de polinizadores invertebrados está amenazada, señala la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Advierte que cada año estos números aumentan por la falta de atención a los factores que impactan a estas especies.
De acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, las abejas, las mariposas, los colibríes y los murciélagos son los polinizadores más eficaces para la reproducción de las plantas y garantizar la multiplicación de la vida, al propiciar la diversidad genética. La dependencia federal señala que las 350 especies de colibríes –incluidas las mexicanas– figuran en el Apéndice I de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres.
Respecto de los murciélagos, expone que “por la persecución que han sufrido a consecuencia de los prejuicios y temores contra ellos, 38 se clasifican en alguna categoría de riesgo, según la norma mexicana NOM-059-SEMARNAT-2010”.
La Semarnat también refiere que el 88 por ciento de las 145 especies cuyo fruto o semilla se cultiva y come en México (como el chile, mango, calabaza, frijol o jitomate) dependen de los polinizadores para su producción. Y a nivel mundial, el 80 por ciento de los cultivos de los que se obtienen alimentos, bebidas, medicinas, tintas y fibras dependen también de los polinizadores.
En ese contexto, Leydy Pech –integrante del colectivo de comunidades mayas de los Chenes y de la Alianza Maya por las Abejas de la Península de Yucatán Kabnalo’on– observa que “si las abejas no están se pierde parte de nuestra historia; y también va a haber esta crisis, estos conflictos que ahorita se están dando entre estas industrias [de agrotóxicos]. Mi abeja llega, está polinizando estos grandes cultivos como lo está haciendo con el sorgo, la papaya, la sandía, pero llega la industria que está fumigando y que está matando porque solamente le interesa su producción, la parte económica, pero no está mirando el riesgo y lo que está afectando, por ejemplo, al campesino que lo ha cuidado por muchos años. Yo me dedico a la meliponicultura, tengo mis abejitas, sé por qué estoy cuidando a mis abejitas y por qué menciono que es un patrimonio. Creo que eso es algo muy importante, que no se está mirando, esos conflictos que está generando esta forma en la que se ven a las abejas. Creo que sí es importante entender y valorar la aportación de los servicios ambientales que nos están dando las abejas”.
La defensora de los derechos humanos y medioambientales considera que las comunidades mayas, como comunidades indígenas, están vivas porque entendieron el trabajo o la interacción que tienen en el territorio con las abejas. “Para nosotros es importante: entendemos que gracias a las abejas tenemos los territorios, la selva, la conservación de las especies y hablamos de abejas en general, porque hay otras abejas que se conocen en el ápice y las millitonas poco, pero hay otras abejas que están cuidando y aportando, hacen una aportación muy importante para el planeta. Con las abejas tenemos salud, tenemos alimentación, tenemos economía e identidad cultural; nosotros así lo miramos y así lo entendemos, por eso, para nosotros es importante mirar a las abejas no sólo en una forma de explotación agroindustrial a gran escala, no; las abejas tienen un trabajo y aportan algo muy importante para la vida, el planeta, para todos. Estos montes, selvas están gracias a las abejas, que tienen una aportación a los animales, las flores y lo que hacen las abejitas para la reproducción de las especies”.
La defensora de estos polinizadores, del ambiente, el territorio y la identidad maya, Leydy Pech, explica a Contralínea que los pueblos mayas “miramos y entendemos la forma en que la abeja está integrada en nuestros sistemas de vida y cómo forma parte de nuestra vida. Entonces, por eso, las familias campesinas decimos que es patrimonio, y para nosotros es importante el patrimonio. El patrimonio es que yo pueda comer, producir alimentos, que pueda tener un espacio en donde trabajar”.
De acuerdo con la Dirección General de Recursos Naturales y Bioseguridad, de la Semarnat, algunos de los factores que podrían estar afectando a las poblaciones de polinizadores silvestres son: el cambio de uso de suelo, la contaminación (en especial por el uso de plaguicidas), el uso de organismos genéticamente modificados (transgénicos), e introducción de especies exóticas invasoras.
Ejemplo de estos factores es lo que ocurre con los grandes monocultivos en Sinaloa, totalmente dependientes de fumigaciones, señala el doctor Fernando Bejarano, integrante de la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas en México, coordinador de la oficina de la Red Internacional de Eliminación de Contaminantes para América Latina y miembro de la Campaña Sin Maíz No Hay País.
Añade que esto ya ha ocasiona un gran problema de colapso de colmenas en esa entidad federativa. El impacto está también a una escala comercial, y Sinaloa es el centro de la llamada revolución verde, de estas confederaciones de agricultores que fueron generando esta estructura del Consejo Nacional Agropecuario.
El doctor Fernando Bejarano considera que el reto es impactar estas producciones, “no sólo por la resistencia de las comunidades mayas y otras comunidades indígenas en el país, sino también para que pueda transitar a los productores a escala comercial; ellos deben de desprenderse de esa tutela, subordinación ideológica y mala asesoría técnica que está monopolizada por estas empresas de agroquímicos y semillas, y que está cristalizada en los centros de decisión del Consejo Nacional Agropecuario”.
El integrante del colectivo Sin Maíz No Hay País, considera que hay productores que usan los plaguicidas tóxicos por falta de información. “Actúan de buena fe y están atrapados en este mecanismo de ratón loco de tener un tipo de agricultura, donde ellos tampoco son libres, ellos están sujetos a precios que no controlan por la especulación financiera y a una mala asesoría. Entonces, ellos realmente deben demandar una mejor asesoría técnica”.
El doctor Fernando Bejarano llama a los legisladores a proteger la salud humana y del medio ambiente con la prohibición gradual del glifosato y demás plaguicidas altamente tóxicos. Señala que “es un momento de gran cambio. En ese sentido, hacemos también el llamado a los titulares de agricultura para que cierren filas. […] Este decreto [para prohibir gradualmente el glifosato] va a abrir espacios de negociación para discutir la transición; para aplicar el decreto, todas las partes tiene que estar consultadas; se tiene que estar acompañado de la reforma al reglamento de permisos de licencias sanitarias, y tiene que estar acompañada de todo el compromiso, de todas las instituciones de asistencia técnica para que se amplíe la escala y esto pueda acompañar el conjunto del sistema alimentario del país para reforzar soberanía alimentaria, dejar de importar glifosato y asegurar el derecho a comer alimentos sanos para toda la población”.
Acerca de la organización comunitaria, la activista Leydy Pech dice a Contralínea que las comunidades mayas históricamente han defendido su territorio. “Hoy en día estamos construyendo nuestras redes, nuestras alianzas a nivel peninsular, para fortalecer el tejido social hacia dentro, que se ha quebrado, que ha sido roto por todo un sistema que vino de muchos años y que empezó a cambiar muchas formas de organización, que empezó a meter semillas que no son las nuestras, empezaron a meter paquetes tecnológicos que son los que nos afectan”.
Agrega que las comunidades indígenas son conscientes de que hay otra alternativa: “lo sabemos hacer, esto no es nuevo para nosotros; entonces, estamos en este proceso de la reconstrucción, de volver a reconstruir nuestros procesos internos, nuestras asambleas comunitarias, volver a sembrar nuestras semillas. La participación de hombres y mujeres en esta lucha, en esa defensa, ahora no solamente le toca al campesino, al señor, no, ahora es una responsabilidad de todos nosotros, porque estamos mirando todo lo que está pasando aquí en Campeche, en Hopelchén con todo ese tema de agroindustria”.
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