Este martes 3 de mayo, personal de la Coordinación de Relaciones Laborales y Recursos Humanos de Petróleos Mexicanos (Pemex) se presentó en la Refinería Miguel Hidalgo –de Tula– para hacer una diligencia de investigación y rescindirle, sin más explicación, el contrato laboral al gerente Felipe Careaga Campos, quien tenía más de 36 años de servicio para la empresa petrolera del Estado.
En sustitución del gerente Careaga, la subdirectora de Petroquímica Secundaria, Elizabeth Andrade Morales –persona de toda la confianza del director general de Pemex, Octavio Romero Oropeza–, nombró de inmediato a Arturo Recio, quien estaba en la Jefatura de Producción.
Esta decisión de despedir al gerente de la Refinería de Tula no fue consultada con el presidente Andrés Manuel López Obrador –pues por primera vez en los últimos dos gobiernos se ha logrado procesar 1 millón de barriles diarios en las seis refinerías del país–, sino que fue tomada desde la Dirección General de Pemex como si fuera una acción de venganza en contra del gerente Careaga Campos por unas declaraciones que hizo.
Hace como un mes, el ingeniero Careaga Campos se “atrevió” a alzar la voz y hablar en favor de los trabajadores petroleros, quienes desde hace meses demandan a los administradores de Pemex cumplir con el Contrato Colectivo de Trabajo y dar mantenimiento a las plantas de las refinerías, desbloquear la cobertura de plazas vacantes, cumplir con la basificación de los 17 mil trabajadores transitorios y proporcionarles equipo de seguridad, uniformes y zapatos especiales que son necesarios para su labor.
Un día antes de que le rescindieran su contrato, el gerente de la Refinería de Tula se les había adelantado al presentar el lunes 2 de mayo su solicitud de jubilación, la cual le corresponde por sus 36 años de trabajo ininterrumpido, además de ser un derecho laboral, pues había sido advertido que su “osadía” por defender a los trabajadores petroleros había sido interpretada en la Dirección General de la petrolera del Estado como una afrenta y allí se decidió despedirlo sin prestación alguna.
Ajeno a esta decisión unilateral de los directivos de Pemex –léase Octavio Romero Oropeza y Marcos Manuel Herrería Alamina–, el presidente de la República se sorprendió con la noticia del despido; sin embargo, hasta el momento no se sabe si avalará esta decisión de sancionar con la renuncia a un viejo trabajador petrolero, que en voz alta se quejó por la falta de mantenimiento en las refinerías y decidió acompañar en sus justas demandas a los trabajadores de la refinería de Tula.
Hace unos días el mismo presidente López Obrador había declarado en su conferencia matutina, a pregunta de la reportera Nancy Flores de Contralínea sobre las demandas de petroleros en varias plantas de Pemex, que “todo lo que sea cierto se tiene que atender, es un asunto de justicia, Lo que se tiene que ver es si se trata de demandas legítimas o son asuntos que se utilizan como mecanismos de presión para seguir manteniendo métodos de control, de manipulación y de corrupción. Entonces, vamos a aclararlo sin ningún problema. Pero si es falta de uniformes, no les han entregado sus botas, equipos, lo de la basificación (de 17 mil trabajadores), si no se ha llevado a cabo, eso que se resuelva de inmediato”.
También sabemos que en la Secretaría de Energía se ha decidido apoyar al gerente Careaga para que pueda jubilarse con todas las prestaciones que le corresponden por ley.
Todo empezó cuando el gerente salió de su oficina para atender una protesta de trabajadores petroleros en esa planta, y al convocarlos para que volvieran a sus áreas de trabajo se fue de la lengua y habló de los problemas que hay en Pemex: “bloquearon desde México. Yo lo que les pido muchachos cerremos la pinza. Yo estoy reclamando que a mí me falta la gente y no para que hagan trabajos para mí, sino porque la refinería se está cayendo. No hay preventivo y no podemos atender los correctivos.
“La gente hace falta para levantar la refinería, pero el señor que está en México, que es cuñado de un presidente, dice que no hace falta. Muchachos, lo que están haciendo aquí, les sugiero, hay que hacerlo en la torre (de Pemex). Yo ya estoy haciendo mi parte. Fíjense lo que les estoy diciendo, a mí me puede costar mi trabajo, incitarlos; pero yo no tengo miedo.
“Hay un señor que nos está bloqueando y, para que sepan, es pariente del presidente y llegó de la calle, no tiene ni estudios y dice que la gente no hace falta. Señores, hay que armarnos de pantaloncitos y hay que ir a reclamar ¿vale? Hay que armarnos de pantalones, porque Pemex vale la pena, y no por un político que viene seis años nos va a desgraciar ¿sale? Hay que armarnos muchachos. Todas esas pancartas hay que llevarlas allá, todos los pagos de los transportes, señores…”
Sin duda que al calor de la protesta y para convencer a los trabajadores que disolvieran la manifestación para volver a sus labores, el gerente se excedió al involucrar al presidente y a un supuesto familiar, que en realidad se refería a Marcos Herrería, el número dos en la estructura de Pemex y quien tiene un enorme poder al interior de la empresa petrolera, pero eso no puede ser el motivo para despedirlo después de 36 años de trabajo por una declaración fuera de lugar, y mucho menos pretender negarle su jubilación.
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