Los grandes medios nunca van a informar que, durante las recientes elecciones, se ha exhibido el descontento y la resistencia del pueblo estadunidense, el cual se enfrenta a un sistema electoral controlado y disfrazado de democracia.
Se ven obligados a elegir “al menos peor” entre dos partidos que representan a las facciones dominantes, que promueven sus intereses, a través de la explotación, el saqueo y la guerra.
El poder está concentrado en una cúpula, que se encuentra dividida. Han usado las elecciones para tratar de conciliar intereses; sin embargo, esto ya no está funcionando.
Dentro de la burocracia militar y civil, existen facciones opuestas con contradicciones cada vez más graves. Esta situación puede ser vista entre los estrechos intereses comerciales privados; los gobiernos federal y estatal; la policía federal, y las agencias de inteligencia. Ya no se logran unificar mediante las formas tradicionales.
Hoy, prevalece una competencia. Sólo en la frontera sur, están la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus siglas en inglés); el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE por sus siglas en inglés); las tropas estadunidenses, y la Guardia Nacional de Texas. Las fuerzas federales chocan con poderes paralelos en manos de los gobernadores de los 50 estados, que también se enfrentan entre sí.
Además, ciudades como Nueva York, Chicago y Los Ángeles tienen grandes ejércitos propios, con drones, helicópteros, tanques y armas automáticas. Estas diversas fuerzas, estados y regiones pueden alinearse y dividirse a lo largo de varias líneas. Desde hace años, existe una guerra civil soterrada. Si se desencadena un enfrentamiento abierto, sería violento, impredecible y peligroso.
Ganó Donald Trump; sin embargo, su éxito está lejos de consolidarse por completo. La cada vez menos pacífica transición del poder puede ocasionar que las agencias militares, de inteligencia y policiales dividan sus lealtades en un momento dado. Esto plantea graves peligros para los pueblos, tanto internos como en el extranjero.
Donald Trump promete más ley y orden, como lo han estado haciendo los gobiernos anteriores, y también la propia Kamala Harris. Fortificar un estado policial no es una señal de fuerza, sino de debilidad. En nombre de la seguridad, suprimen la libertad de expresión de los diversos movimientos existentes en el país.
Se han dado interpretaciones simplistas de la victoria de Trump; tienden a achacar la responsabilidad al pueblo de Estados Unidos. Sin embargo, este análisis no toma en cuenta la realidad.
El sistema electoral estadunidense desempodera al pueblo. Asimismo, hace caso omiso a los millones que votaron, o se abstuvieron de ejercer su sufragio en oposición de un sistema y de un gobierno que los tiene hartos.
La resistencia popular en Estados Unidos se expresa con el despertar de los movimientos obreros. De acuerdo con la Oficina de Estadísticas Laborales del Departamento de Trabajo, aumentaron a su nivel más alto en 23 años.
Un ejemplo, fue la huelga automotriz en 2023. En ésta, participaron trabajadores del sindicato United Auto Workers (UAW). De igual manera, se movilizaron los obreros de las tres principales fabricantes de automóviles: Ford, General Motors y Stellantis.
Comenzó el 15 de septiembre de 2023 en Michigan, Misuri y Ohio. Se extendió a 38 centros de distribución de piezas, y siete plantas de montaje en 22 estados. E, igualmente, se han desarrollado otras en la industria del cine.
La manifestación más reciente estalló este año. Fue realizada contra la patronal naviera USMX por los estibadores, en los puertos de la costa este de Estados Unidos y el golfo de México. Finalizó el 4 de octubre, tras un acuerdo provisional que no resolvió el conflicto.
De igual manera, han impresionado al mundo las protestas estudiantiles en contra de la guerra en Gaza. Los jóvenes se instalaron en varios centros de educación superior, como el Instituto Tecnológico de Massachusetts; el Emerson College; la Universidad de Texas en Austin; la Universidad de Michigan, y la Universidad de California en Berkeley; entre otros 60 campus.
Cundió la represión policiaca y centenares fueron detenidos. En la Universidad de Texas en Austin, la policía utilizó gas pimienta y granadas aturdidoras en contra de los civiles desarmados.
Entre las demandas, exigen al presidente saliente, Joe Biden, el retiro del financiamiento a Israel, así como la desinversión universitaria a fabricantes de armas. El apoyo del gobierno al sionismo costó millones de votos al partido demócrata. Aunque, esto no quita el hecho de que Trump es igual de entregado a los intereses israelíes.
Lo patético es que, mientras el sistema policial se impone contra la población, la inseguridad y la violencia se agudizan.
En 2023, se sufrieron 650 tiroteos masivos; y en 2022, fueron 649. Esto representa unos dos cada día. En tiendas, establecimientos nocturnos, almacenes y escuelas, miles murieron abatidos por desconocidos en una violencia armada, la cual azota cada vez más a Estados Unidos.
Al 6 de septiembre del año en curso, se habían registrado 384 tiroteos. La mayoría de los ataques se realizan con armas adquiridas legalmente en un país, donde hay más armamento (500 millones) que población (336 millones).
Esto, más el crecimiento del desempleo y de la inflación provocaron que la resistencia a Biden y sus políticas aumenten. El rechazo alcanzó el 70 por ciento de los estadunidenses, lo cual se reflejó en las elecciones. En éstas, el partido demócrata obtuvo 7 millones de votos populares menos que en 2020.
Las circunstancias analizadas hasta este punto explican por qué, mientras los problemas se multiplican, Estados Unidos es el país con mayor gasto militar en el mundo: más de 800 mil millones de dólares.
Como consecuencia crece la insatisfacción ante la inacción del gobierno frente a los desastres naturales. Mientras, huracanes, tornados, incendios o deslizamientos de tierra cobran víctimas, los poderosos dejan a los damnificados a su suerte, al preferir financiar guerras en el extranjero.
Además, influyó en el rechazo, el hecho de apoyar con 200 mil millones de dólares a la guerra de Ucrania, en vez de atender las necesidades urgentes de la población estadunidense.
Como ejemplo, en 2023, se registró un récord; 653 mil 104 personas sin hogar, lo cual representa un aumento de 12 por ciento, en comparación al año anterior. Asimismo, en 2024, en la ciudad de Nueva York, se estima que alrededor de 350 mil personas no tienen hogar.
En julio de 2024, la tasa de desempleo estadunidense se situó en el 4.3 por ciento; alcanzó la cifra más elevada desde octubre de 2021. De hecho; de los 277 millones de ciudadanos, sólo 161 millones tienen trabajo; el 42 por ciento no, por diversas razones. Las estadísticas oficiales esconden esta realidad.
El descontento propicia la falta de participación en un sistema electoral insatisfactorio. De los 250 millones de estadunidenses en edad de votar, sólo se registran alrededor de 170 millones.
De ellos, se abstuvieron el 35 por ciento de los electores, y sólo el 29 por ciento eligió a Donald Trump. Decenas de personas no ejercieron su sufragio; especialmente los jóvenes.
Ante este panorama, es un hecho que el pueblo estadunidense continuará con la lucha por los derechos de todos; en el interior del país, y en el extranjero. Ya sea en las universidades, los centros laborales o las comunidades, la gente está organizándose. Resisten e impulsan una salida popular para lograr el cambio que la sociedad.
También, causa indignación, la encarcelación en masa racista y los asesinatos policiales; la privatización de las prisiones propiedad de los propios jueces; la expansión de los campos de detención con detención indefinida, y los asesinatos efectuados por las policías con total impunidad.
Asimismo, enfurece la creación de lugares como Cop City o Ciudades policías, como la que se construye en Atlanta. De igual manera, ofende la calificación de “terroristas” a los manifestantes, además de los ataques generalizados en contra de los movimientos de resistencia popular.
Igualmente, la administración actual mantiene a 2 millones de personas encarceladas; acumula el 20 por ciento de los presos que existen en el mundo, cuando su población apenas alcanza el 5 por ciento del planeta.
Este gobierno policiaco se manifiesta en el exterior. La administración Biden/Harris está utilizando la prisión de Guantánamo, en el territorio cubano ocupado por Estados Unidos, para detener a haitianos y otros refugiados. Los solicitantes de asilo son mantenidos en condiciones, las cuales no cumplen las obligaciones de los derechos humanos.
Estados Unidos tiene una larga historia de atacar a los haitianos, y al propio Haití, como parte de su venganza contra la revolución que eliminó la esclavitud y estableció la primera Republica Negra.
Los fracasos de la política exterior de la administración Biden significan que los intentos de utilizar las guerras extranjeras para unir a la burocracia militar y civil han fracasado.
Estados Unidos se ha exhibido como nunca, con su fracaso en Afganistán y en Ucrania, a pesar de su aparatoso apoyo militar. También, cabe recalcar los ataques a Libia, Siria, Irak, Irán, Palestina, Cuba, Venezuela, Bolivia, Honduras, Nicaragua, Haití y muchos más, incluidos Líbano y Yemen, China, la Unión Europea y países europeos individuales.
Además, no ha podido alinear a los estados árabes detrás de los planes de un Gran Israel, lo cual debilita su esfuerzo por seguir sustentando la hegemonía mundial. Ahora, con prepotencia, se toma a México como un blanco. Sin embargo, no toman en cuenta toda la capacidad de resistencia de nuestro pueblo.
Las luchas populares en Estados Unidos y en el mundo abren camino para quelas personas se organicen y se unan; propongan e impulsen sus soluciones, y enfrenten los planes de genocidio y guerra.
Las reglas que trata de imponer Washington no van a prevalecer, siempre y cuando los pueblos busquen una sociedad armoniosa entre los seres humanos y con la naturaleza.
Tienen la fuerza y la capacidad de transformar el poder político, con el objetivo de crear un nuevo sistema que empodere al pueblo y garantice los intereses de cada quien; que reconozca la soberanía de cada nación, y las relaciones equitativas entre los países.
El mismo tiene que motivar que las decisiones sean democráticas e involucren a la población. Y, al mismo tiempo, debe cerrar el camino a quienes quieren aumentar sus ganancias, a través de las guerras y conflictos.
Estados Unidos quiere imponer un “orden basado en reglas”, donde lo único que cuentan son sus propias reglas. Sin embargo, la resistencia se desarrolla en su propio territorio, en México, en América Latina y El Caribe.
Cuba y Venezuela resisten. Se fortalecen Rusia y China. Y en Palestina, la lucha continúa, así como en Líbano, Yemen e Irak. Irán continúa su propio camino y se desarrollan diversos movimientos internacionales para eliminar el dólar como moneda mundial para el comercio.
México está de pie y defenderá su soberanía ante las amenazas y bravatas de Donald Trump y del aparato civil-militar de Washington, que dan muestras más que de fuerza, de desesperación y desatino. La fuerza está en los pueblos.
Pablo Moctezuma Barragán*
*Doctor en estudios urbanos, politólogo, historiador y militante social
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