Es muy importante reconocer la valentía de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, por haber reconocido públicamente, en la mañanera del pueblo del 22 de septiembre, que en Gaza ocurre un genocidio. Ese genocidio debe detenerse de inmediato, tal y como lo afirmó también el secretario de Relaciones Exteriores, Juan Ramón de la Fuente, ante la Asamblea de la ONU el pasado 22 de septiembre. El Estado de Israel tiene la obligación de poner fin a esta masacre, que ya ha cobrado la vida de 70 mil personas, entre ellos 19 mil niños, y que ha causado también 175 mil heridos. Al menos ha habido 400 muertes por inanición en una hambruna que ya tiene lugar. El ejército israelí ha causado la destrucción casi total de la infraestructura en Gaza y ha generado un bloqueo que provoca el aislamiento de Gaza, donde no puede llegar la ayuda humanitaria. Así, las hambrunas, las infecciones, el deterioro de las condiciones de vida, la destrucción y las muertes se siguen acumulando de forma infernal.
Resulta evidente que el Estado de Israel no sólo busca combatir el terrorismo, sino que sus acciones apuntan hacia una limpieza étnica. Todo esto con el fin de apoderarse del territorio, aprovechar los recursos minerales y tierras raras presentes en Gaza, y promover proyectos inmobiliarios, como los “resorts” que mencionó el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en su momento.
Los hechos son ya innegables, y hoy crecen las presiones contra el gobierno de Benjamin Netanyahu en todo el mundo. En Europa, se han llevado a cabo manifestaciones multitudinarias para exigir el cese del genocidio. Además, cada vez más gobiernos alrededor del mundo están reconociendo al Estado de Palestina; recientemente, Francia, Reino Unido, Canadá y Australia se han sumado a esta postura. Los sindicatos paralizaron Italia. El gobierno de España también se ha manifestado en contra del genocidio y ha realizado acciones para evitar la complicidad del Estado español con el ente sionista en esta masacre. Recientemente la flotilla del mediterráneo también ha tenido por objetivo romper el cerco israelí contra Gaza que impide la llegada de ayuda humanitaria.
Estas acciones envían señales claras al sistema de poder global y reflejan un creciente cuestionamiento a la hegemonía mundial de Estados Unidos que sigue respaldando al gobierno genocida de Benjamín Netanyahu. De hecho, si el segundo gobierno de Trump continúa apoyando a Netanyahu, es probable que la crisis de hegemonía estadunidense se vaya a acelerar, porque su derrota moral ya será un hecho inocultable ante la opinión pública global. Y si persiste en apoyar a Netanyahu, el poder de los lobbies y la propia credibilidad del gobierno de Estados Unidos se irá minando en una etapa de imposiciones de aranceles y de políticas arancelarias erráticas que, lejos de fortalecer a Estados Unidos, lo aísla aún más. De tal forma que lo único que sostendrá a la potencia estadunidense será la fuerza militar, sin ningún consenso ni liderazgo. Una crisis de hegemonía en toda regla según el enfoque marxista-gramsciano.
La realidad es contundente: en Palestina se está cometiendo un genocidio. Y los gobiernos del mundo enfrentan una presión ciudadana cada vez mayor en sus respectivos territorios. Hay protestas masivas que exigen el fin inmediato de la masacre que pueden seguir creciendo conforme se acerca también la flotilla humanitaria Global Sumud a Gaza. Si el gobierno de Netanyahu sigue atacando a esa flotilla, que ya ha calificado de terroristas y de aliados de Hamas, evidentemente, el repudio generalizado contra el gobierno genocida de Israel aumentará aún más.
En este contexto, México, bajo el liderazgo de nuestra digna presidenta Claudia Sheinbaum se une a las tendencias globales que repudian las acciones del gobierno de Netanyahu. La presidenta Sheinbaum ha dejado claro su reconocimiento al Estado de Palestina al aceptar plenamente los derechos de la embajadora palestina en México, Nadya Rasheed. En diferentes países ya está pasando lo mismo: se les está dando el rango de embajadores a las representaciones diplomáticas del Estado palestino. Son reconocimientos simbólicos que dan señales, pero también son acciones de facto que muestran repudio al actual del gobierno israelí y sus ambiciones de lograr la “gran Israel” invadiendo otros países y conquistando otros territorios. Por eso es fundamental parar ya a Benjamin Netanyahu, que amenaza con generar más guerras regionales a escalas monstruosas en Medio Oriente. Se darán también las condiciones internacionales para romper relaciones internacionales en simultáneo con el gobierno de Israel. Y esto será un largo camino donde el objetivo es lograr la paz en Medio Oriente.
Queda claro que la única solución viable para la violencia en Israel y Palestina es la de los dos Estados. ¡No a la limpieza étnica! ¡No al genocidio! Sí a la vida digna, sí al derecho de los pueblos a su libre autodeterminación y sí a su derecho a vivir en paz.
Josafat Hernández*
*Profesor investigador de la División de Estudios Multidisciplinarios – Centro de Investigación y Docencia Económicas



















