El papel de la política industrial tras el necesario aumento del salario mínimo

El papel de la política industrial tras el necesario aumento del salario mínimo

FOTO: 123RF

El reciente anuncio de un incremento del 12.5 por ciento al salario mínimo en México representa un paso importante en el esfuerzo de la cuarta transformación por mejorar las condiciones laborales y el bienestar de millones de trabajadores. Este ajuste busca atender necesidades inmediatas, reducir la desigualdad y fortalecer el poder adquisitivo. Sin embargo, también plantea retos significativos que resaltan la necesidad de acompañar esta medida con políticas estructurales que impulsen la productividad y el desarrollo económico sostenible, principalmente en el sector manufacturero.

Es importante recalcar que este anuncio es resultado de una exitosa negociación entre el sector empresarial, los sindicatos y el gobierno, y se inscribe en una estrategia más amplia para combatir la pobreza y garantizar ingresos dignos, avanzando hacia una mayor equidad en el país.

Uno de los principales argumentos contra los aumentos al salario mínimo es el posible efecto inflacionario. Esto es impreciso, pues los principales componentes de la inflación en México tienen un componente predominantemente importado, derivado de disrupciones en las cadenas globales de suministro y el aumento en los precios de los energéticos. Por lo tanto, no es atribuible a los mayores costos laborales.

El aumento del salario mínimo trae consigo diversos beneficios sociales y económicos. Uno de ellos es la reducción de la informalidad laboral, ya que un salario más competitivo puede incentivar la formalización de empleos. Asimismo, contribuye a disminuir la desigualdad, al cerrar parcialmente la brecha salarial entre los estratos más bajos y medios. Además, garantiza el derecho de los trabajadores a un ingreso digno que les permita cubrir sus necesidades básicas, fomentando una mayor calidad de vida y fortaleciendo el consumo interno, un motor clave para el crecimiento económico.

A pesar de sus beneficios, este ajuste no está exento de desafíos. Uno de los principales retos es lograr que el aumento del salario mínimo tenga efectos adversos en las pequeñas y medianas empresas (PyMEs), que enfrentan mayores dificultades para absorber los costos adicionales. Para que el salario mínimo cumpla su objetivo sin efectos adversos, es fundamental fortalecer el tejido productivo nacional, fomentando la competitividad de las empresas mexicanas, así como fortalecer las cadenas locales de valor, principalmente para evitar sustitución de productos nacionales por importados.

La política industrial puede ser una herramienta clave para maximizar los beneficios del aumento al salario mínimo y mitigar sus posibles riesgos. Al promover sectores estratégicos, como la manufactura avanzada, las tecnologías de la información y la economía verde, se pueden generar empleos bien remunerados que eleven la productividad del país. Además, las políticas de financiamiento a las PyMEs, la capacitación laboral y el desarrollo de infraestructura son esenciales para apoyar a las empresas en la transición hacia un modelo económico más competitivo y menos dependiente de bajos salarios.

Rodrigo Alipha*

*Profesor investigador del CIDE