La lucha eterna de Cuba y Venezuela: urgente permanencia de una revolución mediática y cultural

La lucha eterna de Cuba y Venezuela: urgente permanencia de una revolución mediática y cultural

Análisis de la revolución mediática y cultural en Cuba y Venezuela como resistencia a la hegemonía y al silencio de los grandes corporativos.
FOTO: 123RF

Una revolución solo puede ser hija de la cultura y de las ideas

Fidel Castro

Hoy que aparentemente sólo tienen sentido las cifras económicas para defender un proyecto geopolítico, hablemos de los procesos sociales y culturales que abogan por otro tipo de humanidad y que ubicamos de manera particular en dos países que comparten un territorio marítimo de Nuestramérica en el Caribe: Cuba y Venezuela.

Todos los días escuchamos que en Cuba y Venezuela se vive una dictadura, que ambos países desearían el tipo de “democracia” que el mercado capitalista oferta en los bancos privados a cambio de un voto a favor de las viejas y nuevas oligarquías que gobernando los mercados imponen presidentes. Pero no escuchamos que los votantes de Argentina que eligieron a Javier Milei entre otras cosas, para ver una mejora económica, estén recibiendo a cambio la precarización de su bolsillo a través de la pérdida del poder adquisitivo ocasionado por la inflación y la dolarización de la economía, esta situación no aparece como noticia aunque esto implique la firma de nuevos acuerdos también comerciales con bancos privados multinacionales.

Lo sepan los votantes de Argentina o no, los resultados de elegir a Javier Milei implican empobrecer a la clase trabajadora mediante el recorte al gasto público y la privatización. ¿Qué tiene qué ver un tema con otro? Aunque escuchemos todo el tiempo los nombres de los países caribeños, Cuba y Venezuela son países silenciados en la denuncia pública que han hecho durante décadas del bloqueo económico que impide al día de hoy el acceso a la compra y venta de múltiples mercancías, entre las que están incluídos alimentos y medicinas. Lo que contrariamente a lo esperado, no evita que Cuba tenga de los mejores sistemas de salud y educación públicos del mundo.

Cuando se “denuncian” las dictaduras, lo que suelen decir personajes como Marco Rubio, Consejero de Seguridad de la Casa Blanca quien es segundo hijo de los inmigrantes cubanos Mario Rubio y Oria García, es que la causa es el socialismo, sin mencionar la cantidad de millones de dólares que con cada decisión que él toma, le roba no sólo a Cuba, sino a la región latinoamericana. Al mismo tiempo que firma documentos “contra el comunismo”, se reúne con Milei para elogiar una motosierra que le corta la cabeza a todos los derechos públicos de la nación Argentina.

Ante Rubio y su voluntad, los grandes corporativos de la información eligen reproducir por centésima vez las palabras “dictadura cubana” y ocultar “crisis argentina”.

Estamos ante una triada de la geopolítica regional contemporánea: por un lado, Estados que durante el siglo XX y XXI se han declarado libres de imperialismo tratando de sobrevivir en un mundo capitalista que pretende asfixiar todas las resistencias contra la hegemonía de Estados Unidos para el caso de América Latina y el Caribe concretamente. Por otro lado, Estados convertidos en mercancías a disposición de los intereses de la oferta y la demanda: Argentina, Ecuador y Perú, por ejemplo, hoy enfrentan gobiernos cuyo proyecto nacional atiende a la dictadura regional de Donald Trump, aplicada con el intento de invasión a Venezuela en el mar Caribe a través de un decreto violador de derechos humanos llamado “lucha contra el terrorismo”. El actor que cierra esta tríada para legitimar el poder concentrado hoy y pretende advertir la legitimidad de los actores políticos es un actor cultural: los medios de comunicación. Parte de la crisis civilizatoria que hoy vivimos tiene qué ver con el uso de la información y el periodismo como armas de guerra, lejos del pretendido ideal de la ética periodística, somos objeto de los intereses de las grandes corporaciones que mercantilizando la información pagarán a múltiples sujetos que dirán que el proyecto económico argentino es de avanzada y que la Revolución Bolivariana y la Revolución cubana deben desaparecer. Tenemos sin embargo un mapa de medios heterogéneo que permite ubicar la centralidad de los proyectos culturales como necesarios en la lucha, organización y resistencia histórica. Aunque de manera cotidiana distintas radios, canales de televisión y páginas de internet oscilan entre el silencio, la propaganda y la publicidad, hay cada vez otros caminos que afirman la urgente necesidad de activar todos los mecanismos de una revolución cultural permanente que reconozca el derecho de los pueblos a ser nombrados, a ser reconocidos y por supuesto a ser escuchados. Mientras tanto, aunque en el mundo prive la guerra, hay Estados que deciden ser parte del conflicto y atentar contra sus propios ciudadanos y Estados que hacen de su Historia un aprendizaje con centralidad en la concepción de la permanente lucha de clases como realidad para pensar y actuar con soberanía.

Cuba y Venezuela son dos naciones que definen un proyecto contrahegemónico como una revolución cultural, con su producción literaria, académica y mediática que se corresponde con narrar los tiempos complejos que vivimos, contrario a lo que nos dicen los medios, nos acercan a una reflexión necesaria para producir y reproducir otro tipo de información, esa que sea hija de la cultura y las ideas.

Marcela Román*

* Licenciada en historia, maestra y doctora en estudios latinoamericanos por la UNAM. Ha participado como analista en diversos medios de información nacionales y extranjeros, además de crear el podcast de entrevistas “Casa de Brujas”. Actualmente analiza la construcción de poder geopolítico con base en los discursos que se difunden en diversos espacios de información.