El 7 de octubre inició un nuevo episodio en la historia de violencia, colonialismo y despojo de Palestina ocupada. Luego de una incursión de Hamás, grupo señalado como “terrorista” por países occidentales como Estados Unidos y el propio Israel, en territorio israelí, se perpetró una ofensiva de las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) en la Franja de Gaza.
Gaza es una extensión de tierra de apenas 365 kilómetros cuadrados donde habitan poco más de 2 millones de personas. Es una pequeña extensión de tierra con una de las mayores densidades en el mundo; Noam Chomsky la ha definido como la prisión a cielo abierto más grande del planeta y Amnistía Internacional sostiene que la población palestina vive bajo un sistema de apartheid.
Probablemente es un lugar común decir que ante una “conflagración” la primer víctima es la verdad; sin embargo, es importante apuntar que, a la luz de los acontecimientos y ante el predominio de una versión de los hechos en tanto la alta concentración mediática a nivel global (siete corporaciones poseen el 70 por ciento de los medios de comunicación a nivel global), es central la reflexión sobre la cobertura mediática de estos sucesos. En primer lugar, hay que poner énfasis en los términos que se utilizan para describir y definir los hechos.
Desde el 7 de octubre, en general, los medios hegemónicos de información se refirieron a los acontecimientos como un “conflicto” o una “guerra” entre Hamás e Israel. En sentido estricto, considero que no es una guerra ni un conflicto, en tanto que es completamente asimétrico. Y porque si nos ceñimos a lo establecido en la Convención de Ginebra sobre potencias ocupantes, éstas no tienen “derecho” a ningún tipo de “legítima defensa”. Con frecuencia se define mediáticamente a lo que ocurre en Palestina como un conflicto; sin embargo, al no contextualizar es poco comprensible y hasta complejo situarlo históricamente. Pocas veces, los medios de información, en general, explican los antecedentes de lo que hoy es a todas luces un genocidio.
Palestina tiene 75 años bajo ocupación militar de Israel. En esta entrega me ocuparé de las cuestiones mediáticas, pero creo importante señalar a la luz de los acontecimientos y de la ignorancia y desinformación sobre los mismos, que la ocupación israelí se sostiene en tres pilares: el militar, el legal y las “realidades físicas sobre el terreno” que tienen que ver con el despojo, apropiación de recursos tan importantes como el agua y terrenos fértiles. Es decir, con el expansionismo colonialista.
Pocas veces, por ejemplo, ante la inmediatez para ganar la primicia de las informaciones, se hace una consideración cronológica que explique los sucesos hasta el momento en el que hoy nos encontramos con relación a lo que ocurre en la Franja de Gaza. Poco se habla de las resoluciones de la ONU, de los acuerdos y tratados para volver a las fronteras de 1967, etcétera. Otro recurso mediático que fomenta la incomprensión de los hechos es la personalización, es decir, presentar historias de personas, sin contexto, apelando a las emociones y al sentimentalismo más que a la razón y la reflexión.
Otras estrategias mediáticas son el rumor, la desinformación, la propagación de noticias falsas que incluyen el uso de imágenes hoy día, incluso, hechas con Inteligencia Artificial o trucadas o de otros eventos y que se utilizan para supuestamente presentar evidencia sobre los acontecimientos actuales. Un caso muy sonado en la presente situación es el de los supuestos 40 bebés decapitados por Hamás, entre muchas otras. Los rumores y cada vez con más frecuencia las Noticias Falsas provienen de fuentes confiables que hacen dudar de la falsedad de la información.
Como ya se mencionó, en el mundo hay siete corporaciones que a nivel global concentran el 70 por ciento de la producción y distribución de información en el mundo. Esas corporaciones son las que tienen capacidad de penetración para producir y distribuir información y es de donde se nutren, en general, los medios locales y más pequeños. Sumado a ello, es muy complicado para los medios no hegemónicos enviar corresponsales a la zona. Así pues una gran cantidad de información nos llega a través de esas fuentes o de las agencias de información que también son pocas y en su mayoría occidentales. En este caso vemos que predomina una visión de los hechos y con ello versiones sesgadas de la ‘verdad’.
Preguntarse por las y los actores involucrados ayuda a comprender qué es lo que ocurre. Hamás es considerado un grupo terrorista por Estados Unidos e Israel, y en general por las potencias occidentales. En 2007 este grupo ganó las elecciones en la Franja de Gaza y varias fuentes, entre ellas Wikileaks, señalan que Hamás ha sido útil para justificar el asedio de Israel contra Palestina. Norman Finkelstein, intelectual de origen judío, menciona en su libro Método y locura. La historia oculta de los ataques de Israel en Gaza que las incursiones en la Franja de Gaza en las últimas dos décadas han tenido como fin empantanar cualquier tipo de diálogo o solución a la ocupación que ya tiene 75 años. En ese sentido cabe preguntarse ¿cuál guerra si de antemano ya se decidió al vencedor?
Por último, considero que ante las múltiples manifestaciones en todo el mundo y a pesar de la amenaza de ser señaladas y señalados de antisemitismo, de prohibir las protestas contra Israel, portar banderas palestinas, etcétera, la causa palestina ha logrado romper los cercos mediáticos y ha ganado cada vez más expresiones de solidaridad incluso de numerosos jefes de Estado como Gustavo Petro de Colombia, el presidente Lula de Brasil, Recep Tayyip Erdogan de Turquía y Miguel Díaz Canel de Cuba, entre otros.
Ruth Dávila*
*Encargada de Despacho de la División de Estudios Multidisciplinarios del Centro de Investigación y Docencia Económicas, CIDE.