Un minuto de silencio detiene la tribuna legislativa. Esos 60 segundos son suficientes para fijar los recuerdos y anunciar la despedida de esta figura titánica, ícono en la lucha social y pionera de la participación democrática de las mujeres en el país. En el presidio, la figura corpórea de la doctora Ifigenia Martha Martínez yace, como si durmiera, cobijada por un féretro que la sostiene en su última visita a la Cámara de Diputados.
México está de luto. Lleva dos días así, desde el instante en que la doctora Ifigenia Martínez dejó este mundo. Hoy, mientras su cuerpo se marchita, sus hijos, nietos, gobernadores, diputados, senadores y secretarios de Estado acuden a su último encuentro. En este duelo colectivo, las emociones se convierten en lágrimas que pronto enmudecen en pañuelos, casi tan blancos como las rosas que adornan el recinto.
En el homenaje luctuoso, legisladores recuerdan el último aliento de la doctora Ifigenia Martínez. La nombran sufragista, feminista, singular, extraordinaria y una verdadera luchadora por la justicia social y democrática de los desvalidos, incluido los jóvenes del 68 y las mujeres mexicanas. “Ella rompió los techos de cristal”, claman algunos.
Otros despiden a esta gran mujer con ese último discurso que escribió hace apenas unos días para la entrega de la banda presidencial de la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, ceremonia que, aunque ocurrió recientemente, ahora será recordado por ser el último evento público.
En este adiós, su amigo y diputado Sergio Gutiérrez Luna pronuncia cada una de las palabras que la doctora Ifigenia, por su delicada condición de salud, no logró compartir de viva voz –aunque sí estaba presente– el 1 de octubre de 2024 como presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, durante la ceremonia de toma de protesta de la presidenta Claudia Sheinbaum.
“Hoy nos encontramos aquí en este recinto solemne de la democracia mexicana como testigos de un momento que marca un antes y un después en nuestra historia, la toma de protesta de la doctora Claudia Sheinbaum Pardo como la primera presidenta de México. Su llegada a la presidencia es la culminación de una lucha que hemos atravesado generaciones enteras de mujeres, mujeres que con valentía hemos desafiado los límites de nuestros tiempos. Hoy, junto con ella, llegamos todas y abrimos paso a una nueva era. Yo misma he recorrido tantas batallas por la democracia y la justicia, y hoy me siento profundamente honrada de presenciar este triunfo histórico. En 1988 formé parte de la corriente democrática de izquierda en México, una lucha que junto a muchas y muchos iniciamos con la firme convicción de que el cambio verdadero era posible. Hoy esas convicciones han rendido fruto, no sólo tenemos a una presidenta, sino que, se vislumbra un presente donde las mujeres participemos en condiciones de igualdad en la construcción de futuros posibles y deseables para nuestra patria. Ser parte de esta transmisión histórica del Poder Ejecutivo y entregar la banda presidencial a la primera presidenta es uno de los mayores honores de mi vida…”
Tras invocar la memoria de la economista, el silencio se transforma en aplausos. El recinto ovaciona y admira, mientras las guardias de honor conformadas por distintos funcionarios resguardan el ataúd.
Así, la doctora Ifigenia se va tranquila y pasa a la historia por sus causas nobles, su profundo amor hacia el pueblo y su inquebrantable labor por abrir caminos a las mujeres en la participación política y en la academia, al siempre haber roto las barreras machistas de su época. A la edad de 94 años, su imagen se eleva a leyenda. Hasta siempre, doctora, maestra, economista, política, mujer, madre, abuela, investigadora, académica, escritora y soñadora Ifigenia Martínez (1925-2024).
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