Zedillo y sus cadáveres en el clóset

Zedillo y sus cadáveres en el clóset

Con singular entusiasmo, Ernesto Zedillo Ponce de León se ha lanzado en contra del gobierno de Claudia Sheinbaum. Desde medios de la oposición conservadora.
FOTO: ANDREA MURCIA /CUARTOSCURO.COM

Con singular entusiasmo, Ernesto Zedillo Ponce de León se ha lanzado en contra del gobierno de Claudia Sheinbaum. Desde medios de la oposición conservadora como Letras Libres, Nexos y el estadunidense The Washington Post, embiste con críticas.

Acusa, por ejemplo, que hay un “Estado Policial” en México. De igual manera, presume que con él comenzó la democracia. Democracia que duró 30 años –de su gobierno para adelante–, y menciona está siendo “asesinada” por el gobierno actual.

Y lo más sorprendente… dice que la presidenta Sheinbaum está provocando una crisis constitucional… ¡El burro hablando de orejas! Durante su gobierno, el priista no se cansó de pisotear la Constitución.

Asimismo, se lanza contra la reforma judicial. De acuerdo con sus palabras, se está perdiendo la independencia y equilibrio entre los poderes. Además, dice que el gobierno federal pretende instalar un “régimen” para tomar decisiones “arbitrarias y abusivas”, según sus propios intereses políticos.

También, señala que se están promoviendo cambios que comprometen la libertad de expresión, la transparencia y la rendición de cuentas, mientras que la oposición y la pluralidad política se ven debilitadas. En un artículo publicado en Letras Libres, Zedillo afirmó que el país ha perdido “la categoría de ser un país democrático”. Y todas esas acusaciones se vuelven contra él como un boomerang.

Mientras que la actual reforma judicial fue propuesta en la campaña presidencial de 2024 y aprobada por amplia mayoría, en 1994, durante su propia campaña, él no habló para nada de una reforma constitucional.

Sin embargo, apenas llegó al poder, suspendió un mes el funcionamiento de la Corte para luego forzar el retiro de 26 ministros. Redujo su número a 11, a los cuales impuso por “dedazo”.

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Esto dio como resultado un Poder Judicial corrupto como nunca, el cual seguimos padeciendo. ¿Cómo se atreve a hablar de democracia? “Por la boca muere el pez”.

Zedillo manejó la idea de que la democracia es la “alternancia” de partidos en el poder. Por ello, si México pasaba de ser gobernado por el PRI a ser gobernado por el PAN significaba que había triunfado.

Ese esquema provino de las órdenes de Washington que, luego de la integración económica con el Tratado de Libre Comercio, buscó la integración política, al implantar el bipartidismo PRI-PAN, con el objetivo de alternarse entre sí el poder; de esta manera, se pretendía mantener los mismos intereses de las grandes corporaciones extranjeras y nacionales.

Sin embargo, ya vivimos la clase de “democracia” que se vivió con el PRIAN. La misma avanzó la integración militar con Estados Unidos, a través de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN) y el Plan Mérida.

Molesto ante la popularidad de la presidenta Sheinbaum, Zedillo ha declarado que la función de un presidente de la República “no es ser popular, sino servir a la nación”. Claro que él no es popular, porque como dice el refrán “el que a su patria traiciona, ni sombra le acompaña”. Su gobierno no sólo fue antipopular, sino también antinacional. Él nunca sirvió a la nación.

Apenas entró al poder, rescató a los banqueros que habían cometido el robo del siglo. Se prestaban entre sí miles de millones de pesos y luego no pagaban, lo cual provocó una crisis bancaria. En lugar de meterlos a la cárcel, Zedillo convirtió su deuda privada, en deuda pública a ser pagada por la población.

El Fobaproa sumaba 554 mil millones de pesos. Luego de 30 años, ya se ha pagado el doble. Sin embargo, hoy es de otro tanto: más de 1 billón de pesos. El año pasado se pagaron 60 mil millones por el “rescate bancario”, y al mismo tiempo que esto pasa, ellos rompen récord en ganancias, las cuales sumaron 288 mil millones de pesos el año pasado.

“El mentiroso necesita tener buena memoria”. A él, se le olvida ese gran crimen contra la nación que cometió en favor de la oligarquía, a la que incluso avisó antes de la devaluación para que salvaran su dinero. Mientras, cientos de miles de personas perdían su patrimonio, sus ahorros, sus viviendas. Rescató a los ricos; hundió a los pobres.

“La mentira tiene patas cortas”. En 1997, Zedillo reformó el sistema de pensiones. Pasó de ser un sistema solidario, donde los trabajadores estaban asegurados a un régimen de capitalización individual.

La enorme masa financiera –la cual representa el ahorro de los trabajadores– fue entregada a los bancos bajo las Administradoras de Fondos para el Retiro (Afore). En la actualidad, suma 7.1 billones de pesos. Así, los ciudadanos obtienen míseras pensiones, al tiempo que la oligarquía financiera engorda.

Hace depender los fondos de pensión de la especulación de los mercados financieros. Esta medida antipopular fue realizada por Zedillo, sin consenso social, sin una consulta a los trabajadores y a la sociedad. Fue una imposición tecnocrática, pero se autocalifica como “demócrata”.

“Más pronto cae un hablador que un cojo”. También habla de la militarización y califica a México como un estado policial. Él mismo traicionó los acuerdos de San Andrés y militarizó Chiapas. Mientras simulaba negociar, mandó al ejército contra el EZLN.

Durante su gobierno, hubo matanzas y represión constante en el Charco, el Bosque, Aguas Blancas. La responsabilidad de Ernesto Zedillo en la matanza de Acteal y otras se basa en su aprobación de estrategias de contrainsurgencia.

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Las mismas permitieron la formación de grupos paramilitares, que llevaron a la interrupción del proceso de paz con el EZLN; además, se encubrieron los hechos posteriores. Por otra parte, su sistema judicial también ocultó más crímenes,  como el de Donaldo Colosio, Francisco Ruiz Massieu, etcétera.

Golpeó la soberanía nacional, de espaldas a la voluntad popular. Privatizó Ferrocarriles Nacionales de México, y luego se fue a trabajar a la Unión Pacific, una de las empresas extranjeras beneficiarias de su sexenio.

Las redes ferroviarias son la columna vertebral de la nación, nunca debió privatizarlas. A su vez, privatizó puertos y aeropuertos e ingenios azucareros. Concesionó carreteras, trató de privatizar la educación, pero lo impidió un amplio movimiento de los estudiantes de la UNAM, el cual fue reprimido por el supuesto “demócrata”.

“El que mucho habla, mucho yerra”. Desmanteló la soberanía industrial, endeudó a Pemex y buscó privatizar la estratégica empresa nacional. Una de las principales acciones fue la implementación de los Proyectos de Impacto Diferido en el Gasto Público (Pidiregas), mecanismos financieros que permitieron a empresas privadas participar en la construcción de infraestructura para la empresa estatal petrolera, especialmente en áreas como la exploración y producción de hidrocarburos.

Estos proyectos se financiaron mediante deuda externa, lo que incrementó el endeudamiento de Pemex. Entre 1998 y 2008, la misma ascendió a aproximadamente 70 mil millones de dólares. Así, la empresa abrió a la inversión privada áreas estratégicas; una clara violación a la Constitución.

Además, fue sometida a una carga fiscal excesiva, con pagos de impuestos que superaron sus rendimientos; resultó en una descapitalización progresiva. Esta situación limitó la capacidad de la empresa para invertir en nuevos yacimientos y en el mantenimiento de su infraestructura, lo que afectó su competitividad y sostenibilidad a largo plazo.

Con estas artimañas, la administración de Zedillo implementó políticas que, aunque no implicaron una privatización formal de Pemex, crearon las condiciones para su desmantelamiento gradual y la apertura del sector energético a la inversión privada, a favor de los intereses de grandes corporaciones nacionales y extranjeras.

Igualmente, aumentó irracionalmente la exportación de petróleo crudo al extranjero, con un promedio de 1 millón y medio de barriles diarios de petróleo. Obtuvo ingresos por 58 mil millones de dólares, que nunca empleó en el desarrollo nacional.

Otra acción funesta fue desaparecer la información del Instituto Mexicano del Petróleo, la cual jugó un papel crucial en el desarrollo de tecnología y personal altamente capacitado. Zedillo dejó perder los archivos con información estratégica y los trabajadores mexicanos, los más capacitados del mundo, se tuvieron que ir a trabajar al extranjero o para empresas extranjeras.

En 1996, se aprobó una reforma que permitió la venta de 61 plantas petroquímicas propiedad del Estado. Esto favoreció la inversión privada, especialmente extranjera, en este sector.

La fabricación de productos petroquímicos cayó drásticamente. Pasó de alrededor de 20 millones de toneladas anuales a menos de una cuarta parte de esa cifra. Con estas medidas sentó las bases para la contra-reforma energética de 2013.

De igual manera, Zedillo aumentó la deuda interna neta del sector público federal. La misma ascendió de 1.66 billones de pesos en 1994 a 2.4 billones de pesos en 2000. Representa un incremento del ¡44.5 por ciento!

Otro ataque a nuestra soberanía industrial fue contra la producción de vacunas en el país, para importarlas del extranjero. México ha sido pionero en este campo, y construyó su capacidad de producción a lo largo de décadas.

Ya en 1804, Francisco X de Balmis comenzó a producir la vacuna contra la viruela. En 1868, se introdujo  la producción masiva de éstas en México; además de contra la rabia, y luego contra la tuberculosis.

A fines del siglo XIX, se realizaron otros tipos de inmunizaciones contra la rabia, la polio y la tuberculosis. En 1912, en Mérida, ya se producía la linfa vacunal de bovinos para la viruela. En 1955, se producía una para la poliomielitis. Y en 1960, se fundó el Instituto Nacional de Virología.

El Instituto Bacteriológico Nacional también generó el Instituto de Virología, el cual comenzó a producir vacunas. En la década de 1970, este último fue certificado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como Centro Regional de Referencia para Vacunas. Ambos eran los principales productores en nuestro país.

Nuestros científicos e instituciones en el campo de la biotecnología lograron un gran desarrollo. Llegamos a ser totalmente autosuficientes, al grado que México no sólo producía, sino también exportaba vacunas a 15 países. En 1990, nuestro país fue uno de los siete del mundo que producía las vacunas del Programa Ampliado de Inmunizaciones de la OMS.

Sin embargo, en plena era neoliberal, a partir de 1999, el gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de León otorgó autonomía jurídica y financiera a la Gerencia General de Biológicos y Reactivos (GGBR), la cual era una Unidad Administrativa de la Secretaría de Salubridad y Asistencia. Fue transformada en Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México (Birmex), órgano que comercializa las vacunas, pero sólo produce tres de ellas.

El Estado ya no era el responsable de producir y distribuir vacunas, sino un ente “autónomo” que se dedicó a abatir la producción nacional e importarlas… Claro, con la corrupción correspondiente, los moches y las tranzas de los gobiernos del PRIAN. De eso, no habla Zedillo, pues “en boca cerrada no entran moscas”.

Las políticas económicas implementadas durante el gobierno de Zedillo, como la liberalización comercial y el aumento de la inversión extranjera, llevaron a la expulsión de más de 10 millones de mexicanos, quienes se vieron obligados a migrar.

En su sexenio, subió la inversión extranjera de 10 mil millones en su primer año, a 30 mil en el último. Sin embargo, los salarios mínimos cayeron un 7 por ciento; los salarios contractuales un 20 por ciento, y bajó la participación de los salarios en el producto interno bruto.

Los trabajadores se llevaban apenas el 35 por ciento en 1994. Para el 2000, cayó al 31 por ciento; mientras las ganancias se llevaban el 69 por ciento. Además, se desató la violencia interna y la delincuencia que se disparó, a partir de 1994. Igualmente, se excluyó a los jóvenes del estudio y el trabajo; se abandonó el campo, y se destruyó la planta productiva nacional.

El periodista e investigador, Rubén Luengas, ha destacado los vínculos y pruebas de la complicidad de Zedillo con el narcotráfico desde hace años; específicamente con la organización de los hermanos Amezcua, conocidos como “Los reyes de las metanfetaminas”.

De acuerdo con información de Miguel Badillo, de Contralínea, los gobiernos de Fox y Calderón, posteriores a la administración de Ernesto Zedillo, se negaron a seguir una línea de investigación que apuntaba a los vínculos de la familia del expresidente con el Cártel de Colima; específicamente, su esposa Nilda Patricia Velasco; el padre de ésta, Fernando Velasco Márquez, y los cuñados del expresidente: Fernando y Francisco Velasco Núñez.

Ernesto Zedillo Ponce de León presume de demócrata, pero hay un refrán que dice: “dime que presumes y te diré de qué careces”. Puede hablar todo lo que quiera, pero el pueblo de México recuerda otro refrán que dice: “a palabras necias, oídos sordos”. Mejor que Zedillo se quede donde está… en el basurero de la Historia.

Pablo Moctezuma Barragán*

*Doctor en estudios urbanos, politólogo, historiador y militante social

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