En México, la productividad de los trabajadores no se ve reflejada en el salario mínimo que reciben como paga. Mientras la productividad de las empresas aumenta, a los trabajadores se les paga sólo el 16.6 por ciento del total de la producción, Según el Sistema de Cuentas Nacionales de México (SCNM).
Tan sólo en la industria manufacturera se produjeron anualmente, entre 2010 y 2015, 422 mil 700 millones de pesos. De ese dinero, se destinaron 14 mil millones de pesos para cubrir el salario de los trabajadores, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Según el documento El horizonte del salario desde cinco puntos cardinales, del Grupo de Investigación sobre el Salario y el Empleo (GISE), los obreros de este sector trabajan anualmente, en promedio, 525 millones de horas, de las cuales sólo 3.33 por ciento son redituadas en su salario. El 96.67 por ciento restante representan las ganancias de la empresa. Lo anterior traducido a horas supone que al trabajador se le paga lo equivalente a 1 minuto con 59 segundos, mientras que la empresa concentra 58 minutos con 1 segundo.
La plusvalía que generan las empresas es el dinero que hay de diferencia entre la producción total y el dinero que se destina al salario del trabajador y, por lo tanto, determina el nivel de explotación. En este sentido, la plusvalía de la industria manufacturera es de 245 mil 200 millones de pesos: por cada peso que se pagó al trabajador, la empresa ganó 29 pesos más de plusvalía.
En México 28 millones ?58 por ciento de la población? gana 219 pesos al día, lo referente a tres salarios mínimos; 6 millones de trabajadores gana un salario mínimo, 73.04 pesos diarios, y 8 millones gana entre 3 y 5 salarios mínimos.
En 2014, el ingreso corriente promedio de los hogares fue de 39 mil 914 pesos al año, es decir, cada familia percibía 3 mil 326 pesos mensuales. Sin embargo, el salario mínimo ese mismo año era de 65.53 pesos al día, o sea 1 mil 965 pesos al mes.
En el país hay 119.7 millones de personas de las cuales 83.3 millones ganaba 1.7 salarios mínimos al mes; es decir, 69.6 por ciento de la población vive por debajo del promedio del ingreso nacional, explica el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP) de la Cámara de Diputados.
Según el CEFP, el 44 por ciento de los ingresos de la población se ocupa en cubrir los gastos de alimentación, el 16 por ciento en transporte, el 10 por ciento en vivienda y el 9 por ciento en educación. Tan solo estos cuatro rubros representan casi el 80 por ciento de sus ingresos totales.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval) establece dos tipos de canastas básicas para lograr el bienestar en los hogares: la canasta alimentaria urbana y rural, que incluye solamente alimentos; y la canasta no alimentaria urbana y rural que toma en cuenta otros servicios. La primera cubre la “línea de bienestar mínimo” y con la segunda se llega a la “línea de bienestar”.
En octubre de 2015, el Coneval calculó que la canasta alimentaria rural contiene 29 productos y su precio es de 920 pesos; en cambio, la canasta alimentaria urbana contiene 33 productos y cuesta 1 mil 295 pesos. Si a la canasta alimentaria le sumamos la canasta no alimentaria –que contempla gastos de transportación, limpieza personal, educación, cultura, y cualquier otro gasto– el precio aumenta a 1 mil 697 pesos en el caso rural y en el caso urbano aumenta a 2 mil 639.
Bajo este planteamiento, la institución desglosa el gasto, dentro de la línea de bienestar, para cada rubro: la canasta urbana reserva 264 pesos al rubro de educación, cultura y recreación, frente a 100 de la canasta rural; la canasta urbana destina 221 pesos al transporte público, mientras que la rural necesita 134 pesos; en salud, la canasta urbana consigna 172 pesos, la rural 118.
Esto se contrasta con el gasto destinado a rubros como “cristalería, blancos y utensilios domésticos” para el cual se consigna 18 pesos mensuales en la canasta urbana y 14 en la rural. O el rubro de “artículos de esparcimiento” para cual se tienen contemplados apenas 6 pesos mensuales en la canasta urbana y 2 pesos al mes en la canasta rural.
El salario mínimo es de 73.04 pesos, desde el 1 de enero de este año, lo cual representa un ingreso de 2 mil 103 pesos mensuales. La gente que habita en las ciudades, y para la cual la canasta alimentaria tiene un precio de 1 mil 295 pesos, gasta 62 por ciento de su sueldo en la compra de alimentos.
Sin embargo, si sumamos el costo de la canasta no alimentaria, el gasto desborda el ingreso de las familias que perciben el salario mínimo. En este caso existe un déficit de 536 pesos para cubrir la canasta básica. “En otras palabras, faltaría un 20.3 por ciento de incremento en el salario mínimo para cubrir lo que Coneval llama canastas alimentaria y no alimentaria”, precisa Víctor H Palacio Muñoz, miembro del GISE.
El documento El horizonte del salario desde cinco puntos cardinales fue elaborado por el GISE, integrado por los investigadores: Miguel Ángel Lara Sánchez, Víctor H. Palacio Muñoz, Pedro Martínez Salas, David Miranda Pérez y Héctor Martín Mora Zebadúa.