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Auge y Miseria de Monterrey

Auge y Miseria de Monterrey

Claroscuro de  la Ciudad Que se niega a Morir
 
Jorge Villegas
 
Desde el extranjero, dan por supuesto que los regiomontanos van a misa  con casco y chaleco antibalas, que en las casas se atrincheran detrás de colchones  para evitar los balazos y que los cadáveres adornan los pasos peatonales cualquier día de la semana.
 
Imágenes distorsionadas  pero no necesariamente falsas de una comunidad sitiada y estragada por la ofensiva cruel del crimen organizado.
 
De sus cuatro millones de habitantes, solo unos cientos de miles han escuchado los balazos o sufrido los estragos de la violencia urbana.
 
Hay barrios enteros sometidos por los criminales – los más pobres- pero igual hay barrios santuarios donde hay relativa seguridad, como todos los de San Pedro.
 
Sí hay regiomontanos que han tenido que meterse bajo las camas o al closet para evitar las balas perdidas de los encontronazos entre delincuentes y soldados; o entre bandas rivales.
 
Sí han colgado cadáveres y han ejecutado en plenos puentes peatonales a una docena de victimas. Pero no es cosa de ver todos los días, en todas partes.
 
Pero es evidente que los regiomontanos han reaccionado y tomado medidas extraordinarias para sobrevivir, literalmente, a los riesgos reales de una violencia que no cede,      que ejecuta, asalta, extorsiona, secuestra sin medida ni misericordia.
 

CAMBIOS

 
El regiomontano evita salir de noche a la calle. Sabe que hay riesgo de asalto a mano armada, de despojo del vehículo, si llega a una tienda de conveniencia, a la gasolinera, a un restaurante o un antro.
 
Renunció  al hábito de ir por lo menos una vez al mes a Laredo o a McAllen, a comprar desde despensa hasta ropa y zapatos.
 
En las autopistas que van a la frontera rondan pandillas  y retenes de los Malos para despojarlos de vehículos, pasaportes y dinero.
 
El regiomontano de clase media ha descubierto la virtud de la sobriedad en el vestir, en el auto, en los accesorios.
 
Deja en casa el reloj fino, carga la tarjeta de crédito  en los calcetines, adquiere un auto  viejo para salir a los barrios y a los caminos, solo usa joyería de fantasía.
 
En la lista de los premios del Sorteo del Tec, ya no se identifica a los ganadores por su nombre y domicilio, solo por el número del boleto, para evitar que los extorsionen o secuestren.
 
Los restaurantes lucen vacíos después de las 8 de la noche. Los hoteles de lujo malbaratan sus habitaciones en busca de turistas y visitantes que no llegan.
 
 
Todo eso es cierto, Pero la otra verdad es que Monterrey no ha cesado de operar como centro industrial, de servicios bancarios, de intenso comercio, con una oferta masiva de Educación Superior, con un millón de escolares en las aulas, con los mejores salarios del país, con abundantes hospitales de calidad   y con los servicios de cualquier ciudad importante del país y de América.
 
Los estadios siguen llenándose con sus equipos de Rayados y Tigres, es impresionante la cartelera de espectáculos internacionales.
 
En diez años se han  construido más edificios de gran altura que en el resto de su historia, la mayoría de los autobuses del transporte urbano son Mercedes Benz y están climatizados.
 
Sigue siendo Monterrey bipartidista, donde sólo importan el PRI y el PAN, pero ya se puede llenar una vitrina con los empresarios neoperredistas.
 
Ciudad dinamizada por la migración de connacionales y extranjeros, Monterrey sufre ahora el éxodo de algunas de sus familias más prósperas..
 
Se han ido a vivir a Texas, huyendo de los secuestradores o para eludir a los extorsionadores que ya les habían puesto a cuota.
 
Pero siguen llegando inversiones extranjeras y ejecutivos japoneses, coreanos, europeos, norteamericanos.
 
No llegan en plan suicida, sino asesorados por expertos en seguridad que les  aconsejan donde residir, como desplazarse, como evitar la mayoría de los riesgos.
 
 

Aliento/Desaliento

 
No hay regiomontano que vea la luz al final del túnel. La violencia pareció ceder durante algunas semanas pero volvió con feroz intensidad.
 
Políticamente, mientras están bajo agobio, los regiomontanos se polarizan en sus posturas ideológicas.
 
Abominan por igual de los funcionarios tibios e ineficientes, surgidos del PAN y del PRI   , no les satisface ningún candidato presidencial y no vacilan en reconocer que quieren un papel más amplio de los militares y que anhelan e secretamente el surgimiento de un Pinochet.
 
Se sienten mal atendidos por el gobierno pero también traicionados por los organismos intermedios,  que ladran pero no muerden, que dan ultimátums pero no los cumplen.
 
Como en la serie del Chapulín Colorado, la expresión dolorida de los regiomontanos es ¿Y ahora, quién nos defenderá?
 
En esas especulaciones coinciden: se buscan líderes que tomen el control de la lucha social contra los criminales, contra las adicciones suicidas. Que  demanden un gobierno responsable  y, sobre todo, que encabecen un movimiento de refundación moral de la ciudad.
 
Monterrey, en fin, está asediada, desalentada por la  ola criminal. Pero aún conserva loa valores y la audacia que vencieron al desierto y las vicisitudes durante más de 400 años.