Un amigo me comentó su parecer de qué considera como mundo árabe, mientras yo le hablaba acerca de la causa Palestina. Me dijo: “Tú no sabes que los árabes son los causantes del terrorismo y que no aceptan otra religión distinta a la de ellos”. Craso error de opinión, pero encendió en mí una señal alarmante de estupefacto: la propaganda sionista está surtiendo el efecto racial deseado en la siquis occidental y hace ver a la víctima como el victimario. Seguro mi amigo “ha estado bien informado” acerca de la existencia de AlQaeda, Bin Landen, Isis, Al Nusra, pero no ha visto en las empresas de comunicación que la estadunidense Agencia Central de Inteligencia (CIA, por su sigla en inglés) y el Departamento de Estado están involucrados en la formación, dotación bélica y entrenamiento de las células originarias de estos movimientos terroristas.
Los perros de la guerra mediática se encargan de transmitir efectos terroríficos de los grupos extremistas que sirven como excusa para invadir países a nombre de la libertad (y del aparato industrial militar norteamericano y de mercenarios que se contratan para tales fines). Vale la pena preguntarse si los términos árabe, musulmán, terrorista, palestino y yihadista pueden usarse como sinónimo el uno del otro, o si en realidad significan cosas muy diferentes entre sí.
Ser árabe significa que se es una persona natural de la península arábiga y otros territorios circundantes de lengua, raza, cultura y etnia árabe, no está relacionado con la religión que profeses, puedes ser árabe y ser cristiano, protestante, judío, ateo o musulmán; ser musulmán (suníes, chiítas, jariyies, sufistas) significa que crees en Allah (Dios en lengua árabe), practicas el Corán y todo lo que ello implica, es un término religioso y no está relacionado a la lengua, raza, cultura ni etnia: puedes ser musulmán sin ser árabe; ahora podemos entender que ser palestino no implica ser musulmán exclusivamente, existen palestinos cristianos, ortodoxos, protestantes, drusos, samaritanos y bahaíes. Palestina es el nombre que los griegos le dieron a la tierra de los filisteos bíblicos (actual Franja de Gaza y Cisjordania, más los territorios ocupados por asentamientos ilegales fuera de la zona delimitada por la Organización de las Naciones Unidas, ONU); ser terrorista es una acepción hecha por occidente para referirse a grupos extremistas: son el wahabismo, una deformación que se le quiere atribuir al islam, usan el islam como disfraz de las atrocidades que cometen, es el dogma ideológico del ISIS, son conocidos como “salafistas”, su cultura es integrista, militante y pedestre; es una secta fundamentalista que se expande gracias al apoyo económico de los reinos petroleros (Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Qatar), y son tolerados por los países occidentales como Estados Unidos, Francia o Inglaterra. Ésa es la corriente creada para estigmatizar el Islam, queda claro que ser musulmán o árabe no implica ser terrorista; ser yihadista es cumplir la yihad (el “esfuerzo” por cumplir y hacer cumplir el islam), la fuerza de voluntad de cumplir con el Corán (la voz de Dios) para ejercer la “responsabilidad de defender la justicia divina” (yihad mayor). Y en el caso de que el territorio y la fe musulmana sean atacadas con la intención de destruir su existencia, entonces el Profeta llama a realizar la yihad menor (responsabilidad de defender el territorio, la vida y la fe ante los enemigos que atacan), dejando claro que la yihad mayor se debe realizar durante toda la vida del creyente musulmán; queda claro que ser yihadista no implica ser terrorista.
Volviendo a la conversación con mi amigo, le aclaré que como existió el grupo extremista radical Sendero Luminoso en Perú (de origen cristiano), no significaba que los cristianos sean terroristas. Aun así me confeso que a pesar de entender lo comentado, estaba plenamente convencido de que yo había sido captado por los terroristas para defenderlos: esto hace afianzar más mi convicción de que la verdad de Palestina y del mundo árabe deben ser urgentemente divulgadas por todos los puntos cardinales y por todos los medios posibles.
Al-Quds, (como los palestinos conocen en su idioma la ciudad de Jerusalén), es la puesta en escena de apartheid moderno y el genocidio silente más atroz del siglo XXI. Los palestinos que desean orar en los templos sagrados deben mendigar el acceso a la ciudad, son vejados físicamente, obligados a realizar largas colas bajo el sol inclemente para pasar puntos de control dónde se decide si eres apto para acceder o no, esto si logras llegar a dicho punto ya que existe represión de fuerzas armadas para no acceder al punto de control; producto de ésta represión a diario mueren niños, jóvenes y adultos palestinos sin importar su religión.
Adicionalmente, se implantó un genocida bloqueo de fronteras para controlar lo que a duras penas llega a la población, se bombardea y destruyen hospitales, escuelas, bibliotecas, jardines, plantaciones de olivos y árboles frutales, la estrategia: exterminar la cultura, memoria, etnia, lengua y gentilicio palestino a manos del sionismo. Palestina debe ser libre, merece derecho a existir y a sus tierras ancestrales, Al-Quds es la Jerusalén de todos. Hablemos fuerte con voz de pueblo unido todas las razas y religiones del mundo para salvar a Palestina del exterminio.
Luis Agüero/Telesur
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