Comenzamos el 2024 con el corazón roto debido al genocidio israelí contra las niñas, los niños, las madres y las familias de Palestina; contra la gente que vive en Gaza, su tierra ancestral que les pertenece y es ocupada por los sionistas.
La humanidad, consciente, se levanta en apoyo a Palestina… que resiste. Se multiplican de manera impresionante las manifestaciones, no sólo en el Medio Oriente y América Latina, sino también en Europa, Estados Unidos y Canadá. Hoy, la causa del pueblo palestino es la causa del mundo entero.
Es hora que los gobiernos dejen de cerrar los párpados. Desde el 7 de octubre, se han sufrido más de 25 mil asesinatos en Gaza; 10 mil, son niñas y niños, y el 70 por ciento, mujeres. Han muerto 400 médicos y más de 100 periodistas –esta información es ocultada por los grandes medios de desinformación–. Además, han fallecido 140 funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) hasta el momento de escribir este artículo, sin embargo, las cifras van rápidamente en aumento. El drama es intenso. De los 2 millones 200 mil habitantes de Gaza, han desplazado a 1 millón 900 mil. Estas personas han sido empujadas al peligro y la hambruna… ¡Alto!
Sigamos la tradición mexicana de defensa de los pueblos ocupados. La voz del gobierno de Lázaro Cárdenas fue la primera que se escuchó en el mundo cuando la Italia fascista invadió a Etiopía y a Albania en 1936. En Ginebra, resonó de nuevo para protestar contra la consumación del Anschluss de Austria, y más tarde en contra del despojo de Checoslovaquia y el ataque de Polonia.
Hoy, el mundo testifica el genocidio del pueblo palestino. Ya Bolivia rompió relaciones con Israel. Colombia, Chile, Honduras y Sudáfrica llamaron a consulta a sus embajadores. Cuba y Venezuela –que no tienen relaciones con el ente sionista desde hace tiempo– han denunciado el genocidio. La Asamblea General de la ONU aprobó un alto al fuego con la mayoría de 120 paises.
El 29 de diciembre, Sudáfrica presentó una demanda ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), por “actos de genocidio contra el pueblo palestino en Gaza”. Hasta ahora, ha sido respaldado por 57 miembros de la Organización de Cooperación Islámica (OCI), incluidos Maldivas, Namibia, Pakistán Irán, Irak, el Líbano, y Arabia Saudita, así como Malasia, Turquía, Jordania, Bolivia y Venezuela.
Sin embargo, la masacre sigue en Palestina. Llegó la hora de que los gobiernos rompan relaciones con Israel. De igual manera, deben llamar a consulta a sus embajadores en Washington. Esto hasta que Estados Unidos deje de vetar la votación democrática que exige el alto al fuego en la Asamblea General de la ONU.
Es hora que México se sume a la demanda de Sudáfrica y siga sus valientes tradiciones, además del imperecedero ejemplo de Lázaro Cárdenas, en cuyo gobierno nuestro país se levantó, digno y poderoso, a denunciar los crímenes de Hitler y Mussolini.
En nuestro nombre, el gobierno mexicano debe romper relaciones con Israel y denunciar este crimen que pisotea las leyes internacionales. El Estado sionista se niega a cumplir con las resoluciones 242 de 1967 y 2334 de 2016. Asimismo, ocupa territorios y desconoce la existencia de Palestina. En 2024, llega la hora de la dignidad y de la solidaridad. ¡Alto al fuego!
Han pasado más de tres meses de agresiones Israel-Estados Unidos. Sin embargo, no han logrado doblegar la resistencia palestina. Por lo tanto, han optado por atacar a los negociadores. Recientemente, fue asesinado un negociador por la paz, Saleh al-Arouri, en el Líbano.
De 57 años, era el jefe adjunto de la Oficina Política de Hamas. Ayudó a establecer el acuerdo de intercambio de prisioneros Shalit en 2011 y estaba en el centro de las “negociaciones” llevadas a cabo por Qatar y Egipto. Su muerte revela la intención israelí de cerrar el paso a las pláticas y continuar con sus ataques en Gaza y ahora también en Cisjordania.
El gobierno de Israel ha usado más de 65 mil toneladas de bombas sobre los habitantes de Gaza. Esto equivale a 3.5 bombas atómicas. Por cada palestino, Israel ha lanzado casi 30 kilos de bombas.
El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció los derechos humanos fundamentales por primera vez. Deben protegerse en el mundo entero y reconocen las garantías individuales: seguridad, igualdad, libertad de expresión y de reunión.
De igual manera, reconocen los derechos económicos y sociales: salud, alimentación, vestido, techo, educación, libre tránsito, trabajo, género e infancia. Además de los derechos políticos y de los pueblos: soberanía, medio ambiente, la paz. Hoy, Israel viola todos y cada uno de esos derechos en Palestina.
Gaza ha quedado inhabitable luego de que destruyeran hospitales, ambulancias, carreteras, el abasto de agua, escuelas y barrios enteros. Estados Unidos vetó “el cese al fuego” en las reuniones del 18 de octubre y el 8 de diciembre de 2023, en el Consejo de Seguridad de la ONU. Y, mientras los pueblos del mundo denuncian el genocidio, la mayoría de los gobiernos cubren sus ojos ante el peor crimen contra un pueblo en el siglo XXI.
El 6 de enero, unas 20 mil personas se manifestaron en la plaza Habima, Tel Aviv. Asimismo, se celebraron concentraciones más pequeñas en Haifa y frente a la residencia privada del primer ministro, Benjamin Netanyahu, en Cesarea.
Exigieron nuevas elecciones nacionales inmediatas. Igualmente, pidieron que el gobierno dé prioridad al regreso seguro de los cautivos israelíes retenidos por la resistencia palestina. Esta postura es vista como una condena de la continua agresión genocida israelí contra Gaza.
La manifestación recibió el apoyo de las decenas de miles de personas que han sido evacuadas de sus hogares en zonas cercanas a la Franja de Gaza y la frontera norte con el Líbano. De igual manera, participaron familiares de los fallecidos en los acontecimientos que siguieron al ataque inicial de Hamas, el 7 de octubre de 2023.
Israel no sólo intensificó su campaña asesina en Gaza y Cisjordania, además de sus ataques contra los palestinos con ciudadanía israelí, sino también amenaza con una guerra contra el Líbano y el movimiento de resistencia Hezbolá.
Los movimientos de resistencia palestinos están unidos en su posición de que no habrá negociaciones con Israel hasta que haya un alto el fuego, las fuerzas israelíes se retiren de Gaza, entre otras cuestiones. La resistencia es firme en Palestina.
Las familias de los 13 civiles israelíes asesinados en Be’eri el 7 de octubre están pidiendo al ejército israelí que investigue la causa de las muertes, informaron los medios israelíes, el 7 de enero.
Solicitan la investigación debido a la probabilidad de que la mayoría hayan sido asesinados por un general israelí, quien ordenó que un tanque disparara en contra de una casa, donde estaban cautivos por combatientes de las Brigadas Qassam de Hamas.
La acción del 7 de octubre fue una respuesta dirigida contra los militares israelíes en territorio ocupado de Palestina. Fue un golpe para romper el cerco que han establecido sobre Gaza desde 2006. Y también fue para mostrar la debilidad del ejército israelí.
Esta acción se desarrolló después de 75 años de matanzas contra los palestinos. No sólo invadieron su territorio, día a día han derribado casas en Palestina para construir viviendas para colonos de Israel. Además, les cortan el agua y tienen un bloqueo, con el cual no dejan que entre casi nada a Palestina. Al interior, están sujetos a puestos de control en su propio territorio. Es una cárcel a cielo abierto.
El ataque fue un acto de resistencia. Si tomaron 200 rehenes, fue para tener poder de negociación –ya liberaron a 100–. La cifra de 1 mil 200 muertos fue proporcionada por Israel y los medios de información hegemónicos controlados por Estados Unidos. No se sabe en realidad cuántos civiles murieron, ni se sabe cuántos israelitas fallecieron a causa de la respuesta de Israel. El Estado sionista se dedicó a disparar sin control y mató compatriotas. Se tienen noticias de que para disparar a combatientes no les importó que hubiese bajas de civiles.
El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, “esbozó el 4 de enero sus planes para la próxima etapa de la guerra de Israel en Gaza y su visión de un acuerdo futuro que vería el enclave dirigido por un organismo palestino bajo el control general de la seguridad israelí”, informan las agencias de noticias.
Según un comunicado emitido por la oficina del ministro, “en la región norte de la Franja de Gaza, haremos la transición a un nuevo enfoque de combate de acuerdo con los logros militares sobre el terreno”.
La oficina de Gallant dijo en un comunicado que las operaciones israelíes incluirían redadas, demolición de túneles, ataques aéreos y terrestres y operaciones de fuerzas especiales. “Continuará durante el tiempo que se considere necesario”.
Después de la guerra, indicó que Hamas ya no controlaría Gaza. Israel se reservaría su libertad de acción operativa, con un grupo de trabajo multinacional liderado por Estados Unidos, en asociación con la Unión Europea. Los socios regionales asumirían la responsabilidad de rehabilitar el territorio.
Gallant señaló que “los organismos palestinos estarán a cargo, con la condición de que no haya acciones hostiles o amenazas contra el Estado de Israel”. Asimismo, “proporcionará información para guiar las operaciones civiles” y continuará inspeccionando los bienes que ingresan a Gaza por “razones de seguridad”.
El Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) respondió con un comunicado: “el día después de la guerra será un día de derrota y retirada completa de la agresión y un día de victoria para la resistencia”.
“El día siguiente”, se lee, “será un día de colapso y derrota para la ocupación y victoria para la resistencia. Los soldados del ejército israelí no encontrarán en Gaza nada más que la muerte a manos de su resistencia”.
El FPLP continuó: “ningún partido palestino cooperará con estos proyectos”. Y advirtió que “cualquier presencia en Gaza bajo el paraguas de la ocupación será respondida sólo con balas y fuego” (TML Monthly, 10 de enero).
La humanidad debe disponerse ya a transformar esa situación y apoyar las justas demandas del pueblo palestino. Debemos participar y movilizarnos para acabar con esta situación, en la cual Israel, Estados Unidos y las viejas potencias cometen crímenes a los ojos del mundo sin que las viejas instituciones respondan a la emergencia.
El sistema de relaciones internacional debe cambiar sobre la base de la soberanía y la autodeterminación de los pueblos. Debe llamar a un mundo de paz y justicia, donde los derechos humanos sean una realidad. ¡Alto al genocidio! ¡Todo el apoyo al pueblo palestino!
Pablo Moctezuma Barragán*
*Doctor en estudios urbanos, politólogo, historiador y militante social
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