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Jóvenes zarandeados por la crisis

Jóvenes zarandeados por la crisis

José Luis Rozalén Medina*/Centro de Colaboraciones Solidarias

 “El capitalismo feroz ha demostrado su incapacidad histórica para aprender de sus errores: siempre acaba en lo mismo llevado por la avaricia y siempre los perjudicados son los mismos: los más humildes”. Lo dice Ricardo, un joven español de 21 años.

Natalia, licenciada en biología, dice: “Lo que no se puede admitir es que los políticos nos mientan continuamente, nos engañen con falsas promesas, nieguen la crisis, anuncien con bombo y platillo grandes planes económicos sin acometer reformas de fondo que nos saquen del pozo”.

 “Hace 5 años que me fui de España, porque me di de bruces contra un muro: enchufes (nepotismo, compadrazgo), desamparo legal, contratos precarios, mala educación, mentiras… Nunca me han tratado tan mal como en España. Pese a todo, espero volver cuando cambien las circunstancias. Es positivo salir fuera para ver otros horizontes, pero no porque no puedas trabajar en tu propio país”. Lo dice otro joven de 31 años.

El mercado laboral no ha sido justo con los jóvenes. Incluso aquellos que estudiaron carreras que habitualmente tenían muchas posibilidades laborales (ingenieros, arquitectos) se encuentran ahora ante un panorama muy complicado. Sin embargo, a pesar de todo, pienso que con imaginación, coraje y solidaridad podemos salir adelante. Arquitectos de entre 25 y 27 años, cuentan que, tras muchos intentos de buscar trabajo en una empresa del gremio y no haberlo encontrado, o tras recibir salarios ridículos en otras empresas del ramo, han decidido formar ellos mismos su empresa: “El pequeño salón de nuestro piso es ahora nuestro propio estudio de arquitectura. Después de comer, los platos y el mantel de la mesa dejan paso a computadoras y planos… Nos juntamos varios días a la semana para acabar proyectos con los que nos presentamos a concursos públicos, nuestra única salida por el momento… Empezamos a ver la luz. Estamos seguros de que el futuro es de los imaginativos y de los atrevidos”.

Pero, aparte de imaginación y valor, son precisas otras medidas. Es necesario, por ejemplo, que el Comité Económico y Social Europeo ponga en marcha un plan de acción sólido y concreto para los jóvenes. Si Europa ha dedicado 60 mil millones de euros para rescatar a los bancos, no puedo pretender solucionar el problema con 6 mil millones. Hay que tomar decisiones más arriesgadas y menos burocráticas e inútiles. Como escribe el propio presidente del Comité Económico y Social Europeo, Henri Malosse: “Los fondos europeos han servido para pagar demasiadas autopistas y demasiados aeropuertos. Ya es hora de que seleccione mejor sus prioridades. El espíritu emprendedor de los jóvenes constituye un potente factor en el que conviene invertir”.

Ahora bien, aunque lográsemos salir de esta crisis económica y financiera que ahora nos cerca, la sociedad debería comprender que sólo con un estilo de vida inspirado en la sobriedad, en el trabajo bien hecho, en la seriedad, en la responsabilidad compartida, en la solidaridad, en el consumo racional y sostenible, podremos construir un mundo mejor, más sólido y justo, más racional y feliz. Hay que aprender a vivir de otra forma. La felicidad no está en tener muchas cosas, sino en ser personas honestas, trabajadoras, solidarias; si aprendiésemos que hay que dirigirse hacia la región de la justicia social y el equilibrio moral (no hacia la especulación, la usura, el consumismo desenfrenado…), tendríamos mucho aprendido de cara a un futuro esperanzador e ilusionante.

Manifiestan algunos jóvenes que, aparte de las enérgicas y rápidas medidas que el Estado debería implantar con decisión para que el potencial intelectual y humano de los jóvenes se desarrolle dentro de nuestras fronteras y no se tenga que ir fuera para dar sus frutos, no podemos olvidar aquellas otras medidas personales, “aquellas que dependen de cada uno de nosotros, de nuestra nueva y generosa actitud ante la vida, de nuestra responsabilidad personal y social, de la obligación de luchar por una sociedad más justa y abierta que ofrezca más posibilidades de trabajo para todos”.

Este nuevo concepto de vida se basa en un nuevo concepto de educación, que habla de ecología, de respeto profundo a la naturaleza, de reducción no traumática del consumo, de otras alternativas sostenibles… En definitiva, en un nuevo concepto de educación que nos enseñe que un mundo nuevo no sólo es posible, sino que es urgente y necesario.

*Catedrático de filosofía