Ante la indignación mundial, el martes 20 de febrero en Nueva York, Estados Unidos volvió a vetar una nueva resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) que pide “un alto el fuego inmediato” en Gaza.
Luego de vetar las resoluciones del 18 de octubre y del 8 de diciembre, es la tercera vez que impide que prospere una iniciativa en este sentido en el CSNU desde el inicio de la guerra genocida de su aliado israelí contra la Franja de Gaza. Así, Washington exhibe su inmoral e inhumana política. Abiertamente, da “licencia para matar”.
Argelia presentó el proyecto de resolución en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). De sus 15 miembros, 13 votaron a favor, Reino Unido se abstuvo y Estados Unidos votó en contra. Es sabido que los miembros permanentes –Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido– tienen derecho de veto en una organización compuesta por 193 países… Y todavía Washington alardea de defender la democracia y la libertad.
La resolución rechazaba el desplazamiento forzado de la población civil palestina y exigía el fin inmediato de esas violaciones, así como un acceso humanitario sin restricciones a la Franja de Gaza. Demandas que buscan hacer cumplir las leyes internacionales vigentes. Sin embargo, para Estados Unidos no existen tales leyes, sólo cuenta su “orden basado en reglas”. Es quien impone las reglas.
El mundo entero se moviliza ante el genocidio en Gaza. Suman 28 mil muertos, entre los cuales 12 mil 500 son niños y niñas; 8 mil 300, mujeres; 340, personal sanitario; 152, trabajadores de la ONU, y 130, periodistas. El 85 por ciento de la población ha sido desplazada y bombardeada en Rafah, donde se concentran 1 millón 500 mil refugiados.
El lunes 19 de febrero, expertos de la ONU emitieron un comunicado. En éste, expresaron alarma por las “acusaciones creíbles” de atroces violaciones de derechos humanos que las mujeres y niñas palestinas siguen enfrentando en la Franja de Gaza y Cisjordania por parte de las fuerzas de Israel.
El lunes 19, se dio a conocer un video en las redes sociales, en el cual se puede ver cientos de civiles desesperados por recibir ayuda. Corren hacia un camión de las Naciones Unidas, mientras se oyen disparos (Hispantv).
Asimismo, el martes 20, el canal de Al-Jazeera informó que el ejército de Israel abrió fuego contra una multitud de palestinos. Se habían congregado para recibir ayuda humanitaria en la calle Al-Rushd, al oeste de la ciudad de Gaza.
En México, Estados Unidos, Canadá, Europa, Asia y Medio Oriente, millones de personas exigen el alto al fuego. Los gobiernos de Bolivia, Colombia, Indonesia y Sudáfrica han roto relaciones con Israel. Chile y Honduras han retirado a sus embajadores. Cuba y Venezuela se han separado desde hace mucho del Estado sionista.
Ahora el presidente de Brasil, Ignacio Lula da Silva, ha denunciado el genocidio. El domingo 18 de febrero, comparó la ofensiva militar israelí sobre la Franja de Gaza con el Holocausto cometido por Adolfo Hitler contra los judíos.
El canciller israelí ha reaccionado ante esas declaraciones. Ha tildado al primer mandatario brasileño de “persona no grata” y “antisemita”, ante lo cual Brasil ha roto relaciones diplomáticas con Tel Aviv. De esta manera, mostró la ruta que deben seguir los gobiernos del mundo, como lo están demandando los pueblos en todos los continentes.
Exigen la unión de todas y todos contra la barbarie, como se hizo en contra del Eje nazi-fascista y en contra del Apartheid en Sudáfrica. Las naciones y sus gobiernos tienen la obligación de parar al sionismo criminal. Nadie debe cerrar los ojos. La complicidad es un crimen.
La entidad sionista no logra sus objetivos. El Eje de la Resistencia está demostrando que un pueblo, el cual defiende su soberanía hasta con su vida, no puede ser derrotado.
Israel posee un arsenal incalculable, luego de ser financiado durante décadas por Estados Unidos, con más de 260 mil millones de dólares; es una de las grandes potencias militares, y cuenta con aproximadamente 400 bombas nucleares. Sin embargo, no ha podido derrotar al oprimido pueblo palestino, cuya moral es alta a pesar de sufrir tantos crímenes durante tantos años.
El Estado sionista ha lanzado 70 mil toneladas de bombas, 35 kilos por persona, el equivalente a cuatro bombas atómicas en un territorio reducido de tan sólo 365 kilómetros cuadrados. Sin embargo, no puede doblegar a los palestinos. El régimen cuentan con el apoyo de Estados Unidos y de las potencias occidentales, pero se han estrellado contra una resistencia tenaz.
El genocidio está prohibido por la ONU desde 1948; debe ser castigado. Sin embargo, en el mundo, la mayoría de los gobiernos cierran los ojos. Se declaran cómplices o “neutrales”. Asimismo, muchos gobiernos del Medio Oriente son colaboradores soterrados de Israel. Aun así, los pueblos se levantan, como debe ser, contra el genocidio transmitido en vivo y en directo.
La política exterior de nuestro país es clara. El artículo 89 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos defiende la autodeterminación de los pueblos, la no intervención, la solución pacífica de los conflictos, la protección, el respeto a los derechos humanos y la lucha por la paz.
Esos principios son violados abierta y descaradamente por Israel cada día. Por tanto, México, en congruencia con su Constitución y su tradicional política exterior, debe romper relaciones y exigir el alto al fuego.
Recordemos que Lázaro Cárdenas fue el primero en denunciar las invasiones de los nazi fascistas. México fue el único en negarse a romper relaciones con Cuba. Y, en la XXX Asamblea General de la ONU en septiembre de 1975, votó a favor de la condena del sionismo como una forma de racismo y discriminación.
Esta resolución fue votada y aprobada el 10 de noviembre de 1975 por 72 votos a favor –entre ellos, México–, 32 abstenciones y 35 en contra. Ese mismo año, el gobierno mexicano rompió relaciones con España en protesta de la ejecución –por órdenes del dictador Francisco Franco– de cinco presos políticos, quienes fueron asesinados con el método medieval “garrote vil”.
En el mundo, se condena el genocidio. En apoyo al pueblo palestino, a la resistencia en Gaza y frente a la agresión israelí a varias aldeas del sur del Líbano, la Resistencia Islámica ha continuado atacando los sitios ocupados por los sionistas cerca de las fronteras con la Palestina ocupada.
Los medios israelíes han informado de daños a edificios de Yarun por misiles antitanque disparados desde el Líbano. También, informan de cortes repentinos de energía eléctrica en las principales ciudades y asentamientos israelíes.
Por otra parte, el mar Rojo sigue bloqueado a embarcaciones israelíes por los hutíes, mientras el pueblo de Yemen en masa apoya la lucha contra Israel y Estados Unidos, a pesar de sufrir decenas de ataques de la mencionada potencia y Reino Unido.
El martes 20 de febrero, Yemen anunció haber atacado varios buques de guerra estadunidenses en el mar Rojo y mar Arábigo, así como un barco israelí en el golfo de Adén y sitios estratégicos en Eilat.
Washington no sólo es cómplice del genocidio de la entidad sionista en la Franja de Gaza, sino también es un socio del régimen. Descaradamente, es culpable del crimen. Su careta de defensores de los derechos humanos y la democracia ha caído en el lodo a los ojos del mundo entero.
La humanidad tendrá que crear instituciones que abonen a la armonía y amistad de las naciones, al desarrollo pacífico y constructivo de la vida de los pueblos. Además de desechar la política actual de Estados Unidos y sus socios occidentales, quienes quieren destruir todo lo que no pueden controlar, sin importar el costo en vidas humanas.
Su afán es acumular ganancias para sus corporaciones, controlar mercados y apropiarse de territorios. No tienen freno. El genocidio en Palestina es la máxima prueba del fracaso del “orden” vigente, en el cual se pueden cometer los crímenes a los ojos del mundo sin consecuencias.
La derrota del Eje nazi-fascista dio lugar al nacimiento de la ONU. Hoy, el mundo debe derrotar al sionismo y a sus aliados estadunidenses y occidentales. Debe unirse con el objetivo de crear nuevas instituciones democráticas, operativas. Éstas deben ser una defensa para la humanidad y no una trinchera para las potencias como lo está siendo el Consejo de Seguridad.
Existen las posibilidades de un futuro de bienestar para las próximas generaciones, como lo demuestra el enorme desarrollo de las fuerzas productivas: los avances tecnológicos y el desarrollo humano de las últimas décadas.
La capacidad de producción de la clase obrera y las aportaciones científicas recientes, los innumerables inventos que facilitan la vida de la gente con productos de gran calidad y muchísima duración –que han patentado y congelado las corporaciones capitalistas–, así como el afán de construir un mundo en paz y la urgente necesidad de una renovación democrática para que los pueblos decidan lo que les conviene.
Por eso, ha llegado el momento de democratizar las instituciones a nivel mundial y en cada país. La resistencia de los pueblos que luchan por su soberanía es la vía para lograr esa profunda transformación.
En esa lucha de los pueblos del mundo, los palestinos se han colocado al centro. Resisten sin doblegarse y dan batalla para afirmar sus derechos nacionales y sociales. Enfrentan a las potencias más perniciosas del mundo. Por eso, hoy se puede afirmar que en Palestina se juega el futuro de los pueblos. Su causa es sagrada para la humanidad.
No podemos ignorar que la actual política destructiva de Israel, Estados Unidos y aliados tiene como blanco a muchos países y desde luego a México. Nosotros, como los palestinos, hemos sido despojados de más de la mitad de nuestro territorio.
También han construido un muro. Y, de igual manera, centenares de mexicanos han sido reprimidos por la migra estadunidense. Los llamados por invadir a México para combatir a grupos de narcotraficantes –que ellos mismos arman, les compran drogas y les lavan su dinero– se han dejado oír con insistencia en los últimos meses.
Palestina ha pagado una cuota de sangre y sufrimiento tan grande que estamos seguros que no será en vano. La entidad sionista no logrará su objetivo. La lucha por la soberanía, la derrota del colonialismo y el neocolonialismo son claves para remontar esta era de oscuridad y violencia inhumana, para construir un mundo, en el cual se armonicen los intereses de los seres humanos y su relación con la naturaleza. La lucha de Palestina es la lucha por la justicia, los derechos y la paz en todas las latitudes.
Pablo Moctezuma*
*Doctor en estudios urbanos, politólogo, historiador y militante social