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La detención del general de división Salvador Cienfuegos Zepeda parece indicar que cualquiera que haya ocupado un cargo en las estructuras del Estado mexicano está a tiro de la “justicia” estadunidense. No hay intocables. El lance resulta una arriesgada apuesta de Andrés Manuel López Obrador aún a costa de la imagen del país. Resulta difícil suponer que una aprehensión de tal relevancia se realizó sin el acuerdo del gobierno mexicano.

Crujen las estructuras del Estado y la “4T” adquiere mayor capacidad de maniobra en su batalla interna con las fuerzas priístas y panistas enquistadas en la administración pública. La “limpieza” en algunas áreas va en serio. La detención del exsecretario de la Defensa, como la de Genaro García Luna, deja huérfanos a varios mandos de los ámbitos castrense y policiaco.

La aprehensión ha sido una inmejorable justificación para el relevo de mandos en la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). Un día después de la detención del general de división en retiro, en su conferencia matutina López Obrador anunció que separará de sus cargos a quienes hayan laborado con el militar en desgracia. ¿Quién se va a oponer? ¿Habrá quién entre las filas castrenses se sienta tentado a insubordinarse? Nadie, pues el exalto mando está acusado de narcotráfico. Con ello, el presidente tiene la posibilidad de imponer un relevo, incluso generacional, en las filas castrenses.

Lo que no se vislumbra es una reforma en las Fuerzas Armadas Mexicanas. Acabar con la corrupción es una demanda necesaria e inaplazable. Pero transformar las estructuras militares que hicieron posible el asesinato de Rubén Jaramillo, la masacre del 2 de Octubre, los Halcones, la “tierra arrasada” en la Sierra Guerrero, la Guerra Sucia, Acteal, El Charco, El Bosque, Tlatlaya, Ayotzinapa… es otra empresa que reclama más que detenciones selectivas en el país vecino.

Estados Unidos, por su parte, ¿en serio apenas tuvo los elementos para ejercer una accion contra los funcionarios mexicanos involucrados en el crimen organizado? ¿Han sido los únicos que debían ser alcanzados por el brazo de su justicia? ¿Y qué decir de la contraparte criminal en ese país? ¿Eran tan duchos Cienfuegos Zepeda y García Luna que ellos dirigían el trasiego de drogas a la Unión Americana sin la participación de autoridades cómplices estadunidenses?

Las sociedades de ambos países merecen una explicación. Que las investigaciones en serio lleguen a las últimas consecuencias y conozcamos, con nombre y apellido, a los que dirigen el trasiego de drogas allá y aquí. Se empezó con García Luna, un exsecretario de Estado encargado de la seguridad pública. Se elevó la apuesta con Salvador Cienfuegos, la máxima autoridad militar del país en el sexenio pasado. Si se sigue en ese tenor, lo que viene… Los expresidentes ya pensarán dos veces antes de vistar suelo estadunidense. Con lo bien que Salinas, Zedillo, Fox, Calderon y Peña la pasaban entre los dos paises, carajo…

Fragmentos

Los pueblos zapatistas de raíz maya, como cientos de comunidades de otros pueblos, tribus y naciones que pueblan México, no fueron conquistados. Su batalla no ha terminado. No han sucumbido. Tampoco han ganado. Están en pie de guerra contra un colonialismo que, representado por la Corona española en el siglo XVI y hoy por el “progreso” capitalista de Estados-nación “democráticos”, trae genocidio, etnocidio, despojo, saqueo y delitos contra la humanidad. No es un asunto del pasado. No es historia vieja. Es presente. Por ello, en “Una montaña en altamar” y “La mirada y la distancia a la puerta” desautorizan a quienes desde un México racista que sigue en guerra con ellos exigen a España y El Vaticano que pidan perdón. No en su nombre. No son piezas de museo. Son pueblos vivos que hoy, como en 1521, libran la misma guerra de exterminio que les fue declarada. Su territorio, su cultura y sus derechos están tan amenazados hoy como entonces… Ahí están también los nahuas, me’phaa, na’saavi y amuzgos de la Montaña y Costa Chica de Guerrero; los nahuas y purépechas de Michoacán; los mayos y yaquis de Sonora. Y claro, todos los pueblos, tribus y naciones del Congreso Nacional Indígena. Subsisten. Resisten… Ahora bien, sí es necesario recordar que en esta guerra de exterminio, que lleva más de 5 siglos, miles de comunidades de cientos de tribus pueblos y naciones sucumbieron. Crímenes sin castigo que arrasaron para siempre con culturas que hoy ya no están. Baste mencionar y sólo como homenaje a las naciones chiricahua, lipán, mo, kiowa y otras que bajo el nombre genérico de apachería terminaron de exterminar los liberales mexicanos y estadunidenses del siglo XIX a los que tanto se aplaude cada mañana…

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