Tras varios meses de construirse esta barrera de concreto con la que se intenta frenar el flujo de indocumentados hacia la Unión Americana, los visitantes y residentes de Hidalgo, Texas, ya chocan con la nueva imagen de la ciudad, que se extiende -como una serpiente- sobre franja limítrofe con México.
José Manuel Meza Hidalgo, Texas.
A las 4:45 de la mañana, cuando el frío desértico entume los huesos y el cuerpo exige más horas de descanso, el sonido de trascabos, grúas y camiones comienza a taladrar los oídos de los pobladores cercanos a la frontera texana.
Después de casi medio año sometidos a esta estruendosa rutina, personas como Lucía Hernández intentan mitigarla con un cerro de almohadas sobre su cabeza, mas peor resulta abrir los ojos y mirar por la ventana un ejército de obreros levantar la muralla antimigratoria del legado Bush hijo.
Resignada, la joven mujer de bonachón aspecto coexiste con las molestias causadas, que añade, violentan su manera de pensar porque la dividen del país donde nacieron sus padres y seres queridos.
“Durante muchos años nuestros pueblos han estado ligados por lazos de sangre y ahora los quieren partir en dos aunque estén en distintos países, cosa que se me hace injusta.
“Si el gobierno (estadounidense) desea detener a los migrantes que vienen a trabajar para llevar el pan a sus hogares, entonces que busque otro método menos discriminatorio”, sugirió esta residente fronteriza, empleada de una estación de gasolina.
De todas maneras, aunque infinitos han sido los reclamos -individuales y colectivos- contra el también llamado “muro de la vergüenza”, la kilométrica obra muestra considerables avances:.
En Hidalgo (una de las puertas más importantes a Texas), quienes circulan al sur de la calle 23 pueden divisar a su derecha interminables metros de construcción que posee esta barda color hueso, reforzada por brigadas de la Patrulla Fronteriza, torres de vigilancia y cámaras de video.
De hecho, la imagen contrasta con las importantes cadenas de restaurantes, hoteles y estaciones de autoservicio que se encuentran representadas a unos metros del muro.
Irónicamente el mundo de máquinas que se mueven a sus lados es operado por trabajadores de origen hispano, quienes enmudecidos, se rehúsan a explicar su parecer. Al fin al cabo les pagan por un trabajo que pretende paliar las desbandadas de migrantes ilegales y el cruce de estupefacientes, aún oponiéndose a sus dogmas raciales.
Lo cierto es que frente a incalculables siglos de inamovible existencia este paraje dejó de ser el mismo y quizás en unos años también lo será la intrínseca relación entre la gente que habita en los alrededores, como Lucía, quien asimila forzosamente la imperante ‘postal’ que se cierne por su ventana.
Ambigüo cercar frontera
Otros ciudadanos como José Paz Gutiérrez, coinciden en que levantar un muralla de cinco metros de altura no es el mejor modo de atender los problemas migratorios de esta nación, sino atajarlos por un momento.
“No va a servir de nada, porque como quiera los indocumentados van a seguir viniendo para acá, dado que lo hacen por necesidad.
“Y sí, la construcción ya va muy adelantada, se calcula que en unos meses ya lo van a terminar”, mencionó este obrero.
El entrevistado consideró que el muro fronterizo lejos de alentar a los consumidores mexicanos da un mal aspecto de la nación más poderosa del mundo, porque ahora el ritual de compras incluirá un “tour antimigratorio” cuando salgan del país.
“Por eso se le denomina de la vergüenza, porque es una pena para las personas que vienen a comprar, porque no son animales para tenerlos así con un muro”, objetó.
Sergio González, otro de los habitantes de Hidalgo y cuyo negocio se localiza a unos 50 metros de este elemento de varilla y cemento, también lamentó la presencia de tener una muralla entre México y Estados Unidos: “Pienso que está mal para todos nuestros paisanos que vienen a buscar una nueva vida.
Soy nacido aquí, pero toda mi familia es de México y vino por necesidad. El muro no me agrada y ojala que no lo terminen nunca”, manifestó.
Duro crítico de los gestos de racismo este comerciante apreció que aún así seguirán surcando los “mojados” la línea fronteriza.
“Creo que ni eso nos va a detener a los hispanos que buscamos progreso”, agregó.
En ese sentido, Rodolfo Ríos, cuyos padres también ingresaron al ‘Estado de la estrella solitaria’ de forma ilegal, relata su frustración por este “negativo” acontecimiento.
“Yo no estoy de acuerdo porque muchos mexicanos buscan estar acá en los Estados Unidos para hacer vida productiva.
“Me sorprende que el muro vaya bien avanzado, no entiendo por qué lo hacen. Yo prefiero mejor que hagan hospitales y otras cosas más provechosas”, sugirió.
Anarquia y dispendio
Para Alicia Limón Cabrera, una de 172 consejeros del Instituto de los Mexicanos en el Exterior (IME), este asunto refleja falta de criterio del último gobierno de Estados Unidos, que en vez de estrechar lazos comerciales en tiempos de crisis, eligió dilapidar carretadas de dinero en una incongruente barda de concreto.
“Esto es triste, porque ¿cómo puede ir tan avanzado el muro cuando en comunidades como Los Ebanos, Mission, Hidalgo, Zapata y Río Grande faltan escuelas, faltan fuentes de empleo y oportunidades? “Es absurdo gastar tanto dinero en muros de vergüenza. Para mí no se vale”, condenó.
La también presidenta de Casa Guanajuato en McAllen, cuya labor es brindar asesoraría y protección a paisanos de aquel Estado de la República Mexicana, mencionó que los indocumentados no son una amenaza nacional, como pretende hacerse creer.
“Nosotros no somos un problema de seguridad sino personas buenas que venimos aquí a trabajar y queremos una oportunidad para sacar a nuestras familias adelante”, indicó.
Licenciada en Administración por el Politécnico Nacional, la también defensora de los derechos humanos, afirmó que ella misma llegó ilegalmente a la Unión Americana, luchó y obtuvo su ciudadanía.
Por eso conoce estrechamente las historias de sufrimiento que rodean a los migrantes, quienes tendrán en una muralla más posibilidades de perder la vida en su intento por alcanzar su ‘sueño americano’.
“Estamos totalmente en contra el muro. Los méxicoamericanos observamos que en eso el ex presidente Bush cometió un grave error, habiendo tantos problemas en la economía.
“México y Estados Unidos somos hermanos, nos queremos. ¿Por qué vamos a tener una valla entre hermanos?”, refutó Limón Cabrera.
La originaria de Cortazar, Guanajuato, reiteró que en este momento lo que se necesitan son oportunidades de progreso para las familias de los inmigrantes y no medidas discriminatorias.
Aunque para la desgracia de cerca de 12 millones de mexicanos quienes radican en este país sin documentos legales, no habrá marcha atrás, porque el odiado muro es ya una de las caras más negativas de esta frontera.