Con engaños, Sarah Ramírez firmó el acta de adopción de uno de sus niños cuando en realidad lo llevaba a registrar. Su propia cuñada, Gloria Alicia Sandoval, pagó sobornos para hacerse de la criatura en el municipio de Díaz Ordaz y, tras cuatro años de reclamos, el menor José Rogelio aún no es devuelto a su verdadera madre, quien irónicamente no puede verle porque se encuentra bajo apercibimiento.
José Manuel Meza McAllen, Texas.
Como una telenovela en la que el mal logra imponerse sobre la prudencia y la verdad, la vida de una joven originaria de Reynosa se ha convertido en un camino de espinos.
Tras el arrebatamiento del segundo de sus hijos, José Rogelio Ramírez Samaniego, de seis años de edad, esta mujer divorciada lidia diariamente un capítulo de desazón y tristeza pues desconoce cuándo se le hará justicia y volverá a tener al fruto de su vientre entre sus brazos.
“Es muy duro como madre llevar la afrenta de que le quiten un hijo. Existe esa sensación de que no está uno completa, porque algo de ti te necesita y no puedes tocarle.
“No es justo para mí ni para el niño que nos separen. Eso es no tener sentimientos ni amor por la vida. Sólo le pido a Dios que él esté bien y pronto pueda regresar a mi lado”, manifestó con sollozos Sarah.
Entrevistada en su vivienda en Mission, Texas, la afligida madre relató que depositó su confianza en su cuñada Gloria Alicia Sandoval, de quien afirma, se “aprovechó” para quitarle ilegítimamente al menor, aunque en el papel parezca todo lo contrario.
“Ella agarraba a los niños y se los llevaba a comer a las hamburguesas, a las pizzas, de ninguna manera podían notarse sus malas intenciones. Y ahora hace creer que yo le regalé a mi hijo y no lo quise”, agregó.
Nacido en el municipio de San Nicolás de los Garza, Nuevo León, el pequeño José Rogelio no tenía registro a sus dos años de edad, más que el acta del Hospital Metropolitano, donde fue dado a luz, foliada con el número 1351166, con fecha del 7 de abril de 2002 (la cual obra en poder de su ascendiente biológica).
Pero una vez que comenzó a requerir sus vacunas, a Sarah, su madre se le pidió el acta de nacimiento del menor, por lo cual acudió ante el Registro Civil del municipio de Díaz Ordaz –donde permanecía provisionalmente– para tramitarla.
A la cita del día 31 del marzo de 2004, la joven asistió acompañada de Gloria Alicia (residente de la calle Francisco I. Madero de dicha localidad), sin imaginar que sus motivos eran despojarla de la criatura.
La madre agraviada explicó que la “usurpadora” contrató por anticipado los servicios del abogado Humberto Almaguer García, quien se prestó al cohecho “a cambio de 30 mil pesos”.
Presa de su ingenuidad, Sarah mencionó que en la oficina gubernamental le fue solicitado un abogado para oficializar el acto y cayó en el engaño.
“Yo le dije a mi cuñada que no tenía el dinero para pagar un licenciado, pero ella me dijo que no me preocupara y que se haría cargo del cobro. En ese momento se puso en contacto con dicha persona, quien llevó a cabo el proceso de adopción sin que yo lo supiera”, abundó.
Sarah recordó que enseguida de plasmar su firma, el litigante continuó la “oscura” diligencia, mientras ella y su acompañante partieron a la casa de esta última. Añadió: “No tenía la menor idea de lo que le ocurriría”.
El rapto
Las limitaciones económicas por las que Sarah y sus demás hijos atravesaban, motivaron a esta familia a buscar progreso en suelo texano, por lo cual surcó ilegalmente la frontera.
Esta madre mencionó que no pudo llevarse a todos sus vástagos en el mismo viaje, de quienes su familia política se haría cargo de cuidar.
Las cosas marcharon con cierto éxito hasta que Gloria Alicia y su cónyuge Juan Fernando Ortiz desaparecieron con el niño José Rogelio.
“Ese día que me vine para acá (a Texas) ella se ausentó con mi hijo, creí que a lo mejor había salido de urgencia, ¿cómo pensar que tu propia cuñada te pueda jugar de esa manera?, así que continué mi camino.
“Me instalé con mis demás niños en Estados Unidos y al preguntar por José Rogelio descubrí que Gloria Alicia se lo llevó alegando que lo había adoptado, aunque en realidad lo tomó porque no podía embarazarse. En ese mismo momento me regresé a México y fui a la Comandancia de la Policía Judicial del Estado a levantar una denuncia en su contra”, describió esta madre con resquemor en sus palabras.
Para su sorpresa la querella no procedió porque, según las autoridades, voluntariamente renunció a la maternidad del niño y ya nada podía hacerse para recobrarlo.
“Yo busqué apoyo de la ley pero no obtuve respuesta. Mi cuñada estuvo confabulada para que no me fuera devuelta mi criatura, que ese entonces acababa de cumplir dos años”, dijo.
Con sus demás hijos (encargados) en territorio texano, Sarah retornó a Mission tras dos meses de inútiles intentos por reencontrarse con José Rogelio. Desde ahí comenzó una lucha en el Consulado de México en McAllen la cual hasta la fecha sigue vigente, aunque reconoce que enfrentarse ante el corrupto aparato de justicia de su país ha sido su mayor decepción.
“He tenido noches enteras de llanto y frustración.
De no saber a dónde ir ni qué hacer”, comentó.
Sin embargo, una luz de esperanza alienta a Sarah, pues los documentos de adopción de su hijo José Rogelio registran una serie de anormalidades.
“En el consulado una licenciada envió mi archivo con un experto en asuntos jurídicos, quien encontró que el trámite que mi cuñada realizó está mal hecho y las firmas que ahí aparecen son compradas”, indicó.
En esa vertiente, esta mujer solicitó que todo el peso de la ley sea aplicado a Gloria Alicia Sandoval y las personas que intervinieron en el despojo de su hijo, las cuales en consecuencia “deberían ser consignadas” por los delitos de abuso de confianza, robo de menores, difamación y falsificación de documentos.
Reencuentro y despedida
Luego de meses de no ver a su hijo arrebatado, circunstancialmente Sarah se lo topó con la familia adoptiva de éste en Estados Unidos.
Entonces, una marea de pensamientos inundó su mente: “De inmediato busqué una oportunidad para recuperarlo. Le llamé a un policía y le expliqué la situación y al final el niño (quien conoce la verdad) eligió irse conmigo”, relató.
Pero ni tres días José Rogelio permaneció con su verdadera madre, porque elementos de la Policía de Mission ingresaron abruptamente a su domicilio y sacaron al niño a la fuerza.
“Mi abogado, José Luis Díaz Mirón, me sugirió que cuando viera a mi hijo lo agarrara y le diera aviso a las autoridades. Eso hice, pero luego me lo quitaron, porque supuestamente ella (Gloria Alicia) trajo el papeleo de la adopción.
Los policías no saben ni lo que hicieron al haberse llevado al niño pa´trás.
“Además se metieron aquí sin una orden hasta la recámara y me sacaron al niño, el 26 de diciembre pasado”, mencionó molesta Sarah.
A raíz de este desencuentro, la afectada precisó, fue demandada del lado mexicano.
“Gloria Alicia me puso una orden de que si yo me voy a Díaz Ordaz me encierran, pero yo nunca he tenido problemas con la ley. No tengo ningún delito que me persiga, más que querer estar con mi hijo legítimo.
Aunque el menor José Rogelio se encuentra en óptimas condiciones de salud, Sarah refutó que las personas quienes se lo quitaron no lo aseen y eduquen como es correcto.
Debido a su ilegal situación migratoria en la Unión Americana (donde le nacieron más hijos), esta madre dijo no desesperarse para no entorpecer este proceso.
Actualmente el niño cursa el primer grado de la primaria “Elisa Guerra”, localizada sobre la calle San Miguel Hidalgo.
Opacidad y dudas
Para Alicia Limón, defensora de los derechos humanos en el Valle de Texas y empleada del Consulado de México, las condiciones en las que se presentó la “supuesta” adopción de este menor son opacas.
“No existe fundamento legal para esta determinación por parte de las autoridades mexicanas, pues se dieron irregularidades en las actas donde aparentemente Sarah cede sus derechos como madre a Gloria Alicia Sandoval”, dijo vía telefónica tras haber presenciado la ceremonia de poderes de asunción de Barak Obama en Washington, D.C.
A decir de esta especialista en asuntos migratorios y presidenta de Casa Guanajuato, existe un amplio archivo sobre este caso, el cual está en vías de girarse a Los Pinos, debido a la “incompetencia” de las autoridades en la frontera ‘chica’ para solucionarlo.
“A nosotros nos interesa mucho este asunto.
El presidente (Felipe) Calderón debe saber que esta gente (en Díaz Ordaz) está haciendo cosas chuecas. Ese juez no hizo las cosas como se deben y ese abogado que se prestó para el cambio de maternidad del niño José Rogelio tampoco. Eso es lo que está pasando en nuestro México con abogados rateros”, lamentó.
Entre las anomalías del acta apócrifa llama la atención que el domicilio que los padres adoptivos presentaron para oír y recibir notificaciones está ubicado en la calle Sexta número 401 esquina con Aquiles Serdán en Miguel Alemán, Tamaulipas, el mismo donde su abogado Humberto Almaguer García tiene su despacho.
“Esto se me hace muy raro, mira, ¡que jodones!, ¡no son tan tontos…! Y ninguno de los papeles tiene la identificación de Sarah.
“Normalmente en México son bien fregones y a uno le piden la credencial de votar o alguna otra identificación y si la persona no se identifica no se realiza el trámite. Con esa referencia cabe mencionar que el acta de adopción del niño no lleva ninguna firma de la verdadera mamá y la que existe fue falsificada, porque no es su letra”, apreció la entrevistada.
Limón manifestó que la madre perjudicada vive bajo constantes preocupaciones porque a su hijo “lo traen muy sucio”. Asimismo, condenó que la Policía de Missión “la trató como si fuera una delincuente” cuando la separaron del menor a finales de 2008.
“A Sarah se lo quitaron, se lo robaron, le secuestraron ese niño, pero su cuñada Gloria Alicia Sandoval dice todo lo contrario y que es suyo y que nadie lo va a apartar de su lado.
“Aquí lo que se necesita es un peritaje de la letra de Sarah, porque estas personas la adulteraron.
Ella se apellida Ramírez Sarmiento y en el acta de adopción ni siquiera viene el apellido completo. Estos papeles son falsos”, replicó la activista social.
Mientras tanto, en un caso más de abuso de poderes en el México de hoy, pueden pasar meses, quizá años, para que esta madre e hijo vuelvan a estar juntos.