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En el contexto de la descomposición social por el aumento de la sangrienta inseguridad, donde los delincuentes y los capos con sus sicarios son ya un poder desafiando al tríptico de los órganos: legislativo, judicial y presidencial, diariamente y a todas horas se dan hechos de homicidios, secuestros, feminicidios, desapariciones, etcétera. Esta lacra social se da el lujo de retar, además, al brazo armado de las instituciones militares, marinas y policiales. Y es en ese contexto, pues, donde continúan imparables los asesinatos de periodistas. A otros constantemente les escupen amenazas, obviamente con el propósito de cumplirlas, como es el caso de Héctor de Mauleón quien, con sus bien informadas y críticas columnas que publica en el periódico El Universal, una vez más ha sido puesto en la mira de esa infame canalla, porque se atreve a cumplir con su deber en ejercicio de las libertades de buscar y dar información.

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Por enésima ocasión, la punta de lanza de la criminalidad y sus cómplices del narcotráfico así como sus demás modalidades, maliciosamente han usado como medio las redes sociales para no dar la cara, y desde la oscuridad del anonimato enviarle mensajes de muerte, como fines para advertirle que deje de opinar y que debe autocensurarse en esos temas; porque de contrario, su vida estará en peligro de muerte.

No hay como la veracidad de la información, acompañada de la crítica, exhibiendo los abusos –que es el caso de Héctor de Mauleón–, al insistir que son los narcotraficantes y sus perversos poderes los que quieren cancelar la actividad del periodismo. Ya han privado de la vida a muchos reporteros y columnistas por cuestionar la impunidad de la delincuencia organizada. Y con sus advertencias temibles quieren el total silencio informativo acerca de sus actividades. Tal y como se lo han hecho saber al columnista, una y otra vez, quien valientemente acaba de responderles de la siguiente manera: “Desde hace más de 14 meses, cada vez que esta columna aborda el narcomenudeo en la Ciudad de México –me pasó al tocar lo de la Delegación Cuauhtémoc y ocurrió más tarde al hablar de Tláhuac–, me llegan amenazas proferidas desde las redes sociales. Por terquedad informo que ahora más que nunca seguiré escribiendo sobre el tema y esperando que las autoridades den por fin con los responsables de este inaceptable intento de amedrentamiento” (El Universal, 17 de agosto de 2017).

Así que desde las sombras, esa lúgubre amenaza pretende no solamente intimidar sino cancelar el derecho a la libertad de trabajo de Héctor de Mauleón y a sus libertades de prensa, las que ejerce para el desempeño de su labor de informar, analizar y presentar sus opiniones. En esta última ocasión, la amenaza es ya un ultimátum. Los autores hasta publicaron un video con la fotografía del periodista, a la que le disparan. Debe deducirse que están a punto de cumplir su torvo juramento. Esto es lo grave, lo peligroso, de tan temible amenaza.

Y es que los delincuentes llevan más de 1 año enseñando los dientes contra De Mauleón, encolerizados por el trabajo periodístico de insistir en poner el dedo en la llaga del terrible narcotráfico y su modalidad del narcomenudeo. La sistemática campaña de amagos no busca solamente agraviar, quieren cumplir sus intimidaciones. Y han amartillado sus pistolas como lo demuestra el video. Por lo que siguen los pasos del periodista para tratar de privarlo de la vida.

Álvaro Cepeda Neri

 

Destacado:

Héctor de Mauleón

Contralínea 555, del 4 al 10 septiembre de 2017portada-contralinea-555-fb

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