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Los golpes al corazón de la UACM

Los golpes al corazón de la UACM

La actual administración de la UACM, que encabeza Esther Orozco, ha presentado iniciativas ante el Consejo Universitario que modificarían el modelo educativo de la Universidad; algunos cambios ya son un hecho: se obliga al estudiante a “certificar” talleres para poder inscribirse al ciclo básico; y se estipula la entrega de becas con base en el promedio y la edad. Ambas disposiciones, en conflicto con la legislación de la institución

Flor Goche/Isabel Argüello
 
El 26 de abril de 2001, por decreto oficial, se creó la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). El 5 de enero de 2005 obtuvo su autonomía. Su carácter público, el ingreso irrestricto, la no exclusión, la flexibilidad y el apoyo a quienes más lo necesitan son parte de los principios que rigen formalmente a esta casa de estudios. También la caracteriza la peculiar composición de sus órganos de gobierno.
 
A diferencia del grueso de las instituciones de educación superior en el país, sean públicas o privadas, en esta Universidad el mecanismo de ingreso estudiantil es por sorteo y no por examen de selección; a los alumnos no se les cobran cuotas de inscripción, colegiaturas, materiales, o uso de equipo e instalaciones; además, al menos en el papel, sus estructuras de gobierno son horizontales.
 
Durante el rectorado de María Esther Orozco Orozco, y particularmente desde 2011, cuando inició el conflicto que atraviesa esta institución, se han presentado diversos intentos de modificar el proyecto original de la UACM. Éste es considerado por Hugo Aboites Aguilar, doctor en educación por la Universidad de Harvard, como un modelo puntero e innovador a nivel latinoamericano: responde a 30 años de neoliberalismo en las universidades y a las demandas del movimiento estudiantil de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que en 1999 aglutinó a miles de estudiantes en contra del cobro de cuotas en esa casa de estudios.
 
Algunas de estas modificaciones son ya un hecho. La redacción de El proyecto educativo de la UACM. Documentos de apoyo académico –editado por esta universidad– ha sido modificada, principalmente en lo que se refiere al Programa de Integración, compuesto por los talleres de matemáticas; expresión oral y escrita; e identidad, conocimiento y aprendizaje.
 
En la versión elaborada durante el rectorado de Manuel Pérez Rocha se lee: “El Programa de Integración es flexible y está abierto permanentemente para todos los estudiantes de la Universidad que busquen apoyos específicos relacionados con el desarrollo de habilidades para el desempeño académico”. En cambio, en la versión vigente, la hecha durante la rectoría de Esther Orozco, se suprime el término “flexible” y se estipula que dicho programa “se debe cursar necesariamente al ingresar a la Universidad”, lo que le imprime un carácter de obligatorio.
 
De la misma manera, establece que “los talleres que conforman el semestre inicial del Programa de Integración se deben certificar para poder inscribirse al ciclo básico de cualquier carrera de la Universidad”, cuando antes esto no era requisito de inscripción a las licenciaturas que imparte la UACM. Aparentemente se trata de una medida “transitoria”, según el Acuerdo UACM/CU-2/EX09/056/11 aprobado el 31 de mayo de 2011 por el Consejo Universitario.
 
“El Programa es como la oferta que da la Universidad para tratar de solventar las dudas y deficiencias que tienen los muchachos que provienen de otras escuelas. La actual administración pretende transformarlo en una especie de examen de admisión; si no pasas Integración no te puedes inscribir a lo que sigue. Se pretende poner filtros, desde muchos sentidos, para poder convertirnos en una escuela tradicional. La UACM es muy noble y se le trata de quitar la nobleza al proyecto”, explica Joel García León, enlace de la Academia de Matemáticas.
 
En cambio, para la Comisión de Asuntos Académicos del Consejo Universitario; la Coordinación Académica y los colegios de Ciencia y Tecnología, Ciencias y Humanidades, y Humanidades y Ciencias Sociales –que en noviembre de 2011 emitieron el Comunicado sobre las Modificaciones al Programa de Integración– “no es un filtro o supone una condicionante para que los estudiantes de nuevo ingreso a la UACM sean considerados plenamente como integrantes de nuestra comunidad universitaria”.
 
Durante la Novena Sesión Extraordinaria del Consejo, Isabel Contreras Lee, coordinadora de Certificación y Registro, consideró “indispensable” la evaluación del Programa de Integración porque, de acuerdo con un estudio preeliminar, el 45 por ciento de los estudiantes no se presenta a la evaluación de matemáticas y de expresión oral y escrita, y del resto sólo el 28 por ciento acredita. En el mismo sentido se pronunció Minerva Camacho Nuez, coordinadora académica: “Que este Programa sea certificable, sin llegar a representar ningún crédito, para que el estudiante pase al Ciclo Básico”.
 
En dicha sesión, celebrada el 31 de mayo de 2011, el académico de Cuautepec Eduardo Flores Soto enumeró los criterios a los que debería alinearse este programa: ser “obligatorio”; la certificación es “imprescindible” para poder inscribirse al ciclo básico; se “incrementará el número de horas” que el estudiante debe cubrir; y “aquel estudiante que no certifique la evaluación semestral tendrá, en una evaluación extraordinaria realizada durante el periodo intersemestral, una oportunidad adicional para lograrlo”.
 
El 17 de noviembre pasado, consejeros de diversos planteles solicitaron al secretario técnico Adalberto Robles Valadez que convocara a una sesión extraordinaria para derogar el Acuerdo del 31 de mayo de 2011. Para Aideé Tassinari Azcuaga, Esther Muñoz Cervantes, Fernando Rodríguez Ochoa, Javier Gutiérrez Marmolejo, José Carlos Luque Brazán, José Luis Fernández Silva, Julio César Ibáñez Rangel, Karla Montalvo de la Fuente, María de los Ángeles Gutiérrez Castillo y Salomón Ochoa Alvarado se viola la Ley de la UACM y el Estatuto General Orgánico, pues los talleres del Programa de Integración no cuentan con créditos ni se han incluido en los planes de estudio que ofrece la Universidad; de ahí la imposibilidad de exigir que sean certificados para la inscripción de los estudiantes de nuevo ingreso al Ciclo Básico.
 
El tema fue discutido en la sesión del 16 de diciembre pasado. Como consta en el Procedimiento para la inscripción al semestre 2012-I de los estudiantes que ingresaron a la Universidad en agosto de 2011, se convino que el estudiante recibirá el resultado de la evaluación diagnóstica que se le aplica al inscribirse y las actas cualitativas de cada taller para que, en conjunto con su tutor, defina un Plan Formativo Personalizado.
 
El Programa de Integración es parte esencial de la UACM pues está ligado al mecanismo de ingreso estudiantil que, acorde con los principios de no exclusión y equidad, practica esta casa de estudios: el sorteo. En diversos trabajos, Aboites Aguilar –cuya ponencia La crisis de la nueva educación se incluyó en El proyecto educativo de la UACM– ha evidenciado la discriminación contra las mujeres y los jóvenes de clases populares que acompaña a los tradicionales exámenes de admisión estandarizados, como los del Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior, que datan de principios del siglo pasado.
 
Massimo Modonesi, profesor con licencia de esta casa de estudios, sabe que tocar el programa de integración es hacerlo también con el acceso libre que caracteriza a la UACM: “Modificar o desparecer integración quiere decir orientarnos hacia un eventual examen de ingreso porque integración es la antesala para nivelar o para hacer que los estudiantes sean aptos para estudios universitarios”.
 

Promedio y edad, condicionantes de becas

 
Ser estudiante de tiempo completo, con promedio mínimo de 8, un avance académico constante, tener máximo 28 años de edad, residir en el Distrito Federal, no trabajar para la UACM, no contar con otra beca o apoyo, y entregar la documentación en los tiempos y forma establecidos, son los requisitos para obtener una de las 850 becas de nivel licenciatura que, por acuerdo de la actual administración de la UACM y la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, otorga el Fideicomiso del Fondo de Apoyo a la Educación y al Empleo de las y los Jóvenes del Distrito Federal.
 
Tales requerimientos se contraponen con los que establece el Reglamento de Becas de la Universidad Autónoma de la Ciudad de Méxicoque, en apego a los principios que rigen esta casa de estudios, deja fuera condiciones como las del promedio y la edad. Al respecto, lo único que se pide a los estudiantes es una carta compromiso en la que expongan sus razones para obtener el apoyo económico y los compromisos académicos que contraerán, así como estar inscritos en al menos tres cursos del semestre para el que se solicita la beca.
 
Durante la reciente gestión, este Reglamento de Becas ha sido cuestionado. El Comité Temporal de Becas de la UACM –integrado por Gloria Luz Alejandre Ramírez, consejera académica; Laura Elizabeth Moreno Bautista, consejera estudiante; y Éricka Araiza Flores, coordinadora de Servicios Estudiantiles– planteó la aprobación de un nuevo reglamento de becas, lo que implicaría la derogación del modificado el 2 de julio de 2010. El documento presentado al Consejo Universitario cuenta con la “opinión jurídica y el visto bueno” del abogado general, José de Jesús Izquierdo Ubaldo.
 
La propuesta, con fecha del 15 de diciembre de 2011, se sustenta en una encuesta que el Comité realizó y que, se supone, “reflejó la aprobación por parte de los estudiantes a la obtención de una beca por esfuerzo académico, por promedio, por certificación de materias y conclusión de estudios sin rezago académico”.
 
Se consultó a 1 mil 66 estudiantes, de los 10 mil 697 activos hasta 2011, a los que la administración que encabeza Esther Orozco aludió en su Diagnóstico de la UACM. Desempeño académico. La mayoría consideró “más equitativo para ellos que se otorguen las becas tomando en cuenta el esfuerzo académico, tal y como se hace en el resto de las instituciones educativas; lo anterior debido a que contar con un modelo educativo diferente no excluye la excelencia académica”.
 
De acuerdo con esta inicitiva, que próximamente se discutirá por el máximo órgano de gobierno de la universidad capitalina, se agregarían a los requisitos que establece el Reglamento de Becas vigente que los estudiantes tengan promedio mínimo de 8, que presenten su historial, y que asistan a entrevistas con el “objetivo de corroborar la información proporcionada”. Se elimina “no tener relación laboral con la UACM”.
 

Largo, el camino hacia la democracia

 
El Consejo Universitario, máximo órgano de gobierno de esta casa de estudios, está conformado por 61 universitarios. Sólo uno de éstos es autoridad: la rectora. En la UNAM, en cambio, 55 de los 284 consejeros universitarios son autoridades: el rector, el secretario general y los directores de facultades, escuelas e institutos. Además, a diferencia de la UNAM, en donde el rector es el jefe nato, en la UACM la misma figura funge como coordinador y supervisor de la gestión universitaria.
 
Un orden de gobierno como el de la UACM suele ser incomprendido en un sistema de educación superior como el de México, en el que predominan las estructuras verticales. Por ejemplo, al diputado local Fernando Cuéllar Reyes le parece cuestionable que “se les dé demasiada fuerza a ciertos integrantes y a otros se les tase igual”, cuando para él es claro que un integrante del Consejo no es igual que la rectora, “quien tiene una responsabilidad mayor”.
 
En cambio, para Hugo Aboites Aguilar, el esquema de la UACM “representa el sueño de la autonomía materializado”: el de los estudiantes de la provincia argentina de Córdoba, que durante el siglo XX encabezaron un movimiento estudiantil que pugnaba por el fin de la “antigua y anacrónica estructura” de gobierno universitario.
 
No obstante, señala el también catedrático de la Universidad Autónoma Metropolitana, el rectorado de Esther Orozco ha evidenciado que el camino para “fortalecer los procesos democráticos” aún es largo. ¿Cómo volver realmente independientes a los órganos colegiados? Ésa  es la pregunta que aún no encuentra respuesta en la normatividad universitaria. Por ejemplo, la representatividad de los consejeros no es tema de la Ley de autonomía o del Estatuto General Orgánico de la UACM.
 
Y es que, a decir de integrantes de la comunidad uacemita, durante la actual gestión, el Consejo Universitario parece no tener independencia respecto de la rectora. “Cuando se empieza a ver que no se aprueban nunca cuestiones que vayan en contra de la autoridad, algo está mal, porque significa que la autoridad es perfecta o que hay un problema ahí en la representatividad”.
 
Ya durante la segunda sesión extraordinaria del Consejo, en la que Verónica Cuenca Linares fue designada contralora general para el periodo 2011-2017, Ruslan Vivaldi Posadas Velázquez había denunciado “presiones políticas” a la hora de integrar la terna de candidatos que contendrían para ese puesto. Por eso, el profesor universitario renunció a su cargo de consejero.
 
De acuerdo con la versión estenográfica de aquél encuentro, celebrado el 15 de febrero de 2011, Posadas Velázquez manifestó su desacuerdo con el dictamen de la Comisión Técnica encargada de elegir a la terna para la Contraloría General, pues “dejaron en segundo término los criterios de independencia y autonomía”.
 
Para el docente resultaba indispensable que dicha comisión, de la cual formaba parte, otorgara el mismo peso a lo “estrictamente cuantitativo” (la evaluación de los currículos, el plan de trabajo, el ensayo y los indicadores derivados de la entrevista) y a las evidencias sobre los vínculos entre los contendientes y las autoridades o líderes sindicales universitarios. Aludía, en concreto, a Cuenca Linares quien, de 2007 a 2009, se había desempeñado como contralora Interna en el Instituto de Ciencia y Tecnología del Distrito Federal (Icytdf).
 
Seis meses después de haber asumido el puesto de contralora de la UACM, Cuenca Linares fue una de las encargadas de fallar respecto de la revocación de mandato de la rectora. Su dictamen contribuyó para que, en la décima primera sesión extraordinaria del Consejo, del 18 de agosto de 2011, la solicitud promovida por la Asamblea Universitaria –organización estudiantil, académica y administrativa que asegura defender el modelo educativo de la UACM y su autonomía– fuera desechada. La titular de la Contraloría General determinó que Orozco Orozco, su vieja conocida, no incurrió en acciones u omisiones para fincarle responsabilidades administrativas.
 
Ese mismo día hubo otra baja en el Consejo Universitario: la de César Christian Hernández Guzmán, crítico de la gestión de Esther Orozco y a quien por llegar tarde le fue anulado su derecho a voto. El estudiante explicó al pleno que el motivo de su demora fue que el personal de Protección Civil de la Universidad, que estaba haciendo filtro, le impidió la entrada a la plenaria que discutiría la revocación de mandato de la rectora; después renunció a su cargo.
 
Cuenca Linares –quien en 2000 enfrentó un juicio político, junto con otros cinco servidores públicos entonces adscritos a la Secretaría de la Reforma Agraria, por su presunta omisión para sancionar a responsables del saqueo de bienes instrumentales, como consta en el número 535 de la Gaceta Parlamentaria de la Cámara de Diputados– no es la única empleada universitaria que formó parte del equipo de Esther Orozco, cuando ésta se desempeñó como titular del Icytdf.
 
También Karina Chaparro Alvídrez, tesorera; Érika Araiza Flores, coordinadora de Servicios Estudiantiles; Claudia Magdalena Macedo Ramírez, coordinadora de Comunicación; Yadira Rivera Saucillo, jefa de Control Presupuestal; Tabata Marianela Rivera Jiménez, subdirectora de Recursos Humanos; Olga María Castro Alcaráz, jefa de Pagos y Contabilidad; Laura Martínez Gutiérrez, asistente de rectoría; Elizabeth Castro Solís, asesora; y Guilibaldo Rebollar Martínez, chofer. En tanto, Nora Isabel Huerta Guajardo, coordinadora de Difusión Cultural y Extensión Universitaria, fue proveedora, a nombre propio y de la asociación civil Teatro Cabaret Reinas Chulas, de este Instituto.
 
A la fecha, los vínculos entre universitarios y el Icytdf continúan. De mayo a diciembre de 2011, el consejero estudiantil Luis Miguel Hernández Ruiz sostuvo un contrato por honorarios con el Instituto que le aportó una remuneración mensual de 15 mil 500 pesos.
 
Indicios como éste, de que algunos integrantes del Consejo están a sueldo del Instituto de Ciencia y Tecnología o de algún otro órgano de la administración capitalina, han generado entre los sectores más críticos de la comunidad universitaria la impresión de que el máximo órgano colegiado de esta institución educativa ha sido corrompido.
 
Lo que sí es un hecho, asegura Massimo Modonesi, es que durante la reciente gestión se han generado una serie de prácticas que crispan el ambiente: los despidos de gente crítica al rectorado de Orozco o la “pretensión de domesticar a los órganos colegiados”. También, una “especie de presidencialismo que no es propio de la constitución de la UACM”.
 
Lo anterior atenta contra el espíritu de comunidad democrática –que implica la “construcción de ambientes de cooperación, a partir de relaciones de equidad y respeto entre sus integrantes”– al que alude El proyecto educativo de la UACM, impreso durante el rectorado de Manuel Pérez Rocha.
 
“No es un problema sólo de reglamentos”, advierte Hugo Aboites. Éstos deberían estar precedidos de prácticas democráticas, como que los representantes se reúnan periódicamente con sus representados o que estos últimos tengan la capacidad de destituir a los primeros.
 
La comunidad uacemita tendrá que sortear al menos otro obstáculo: la subrepresentación de su actual Consejo Universitario. Y es que, en estricto apego al Estatuto General Orgánico, este órgano de gobierno debería constituirse por 128 consejeros. No obstante, debido a la baja participación en el proceso electoral de junio de 2010, sólo lo integran 61 personas.
 

Antecedentes de las modificaciones

 
Desde el proceso de elección de rector para el periodo 2010-2014, del que salió triunfante Esther Orozco, algunas voces como la de Hugo Aboites, uno de los tres contendientes a la rectoría universitaria, advertían las pretensiones de manosear el corazón de esta joven universidad: su proyecto educativo.
 
En la octava sesión extraordinaria del Consejo Universitario, del 20 de abril de 2010, el especialista en educación planteó que “después del periodo inicial y más creativo y dinámico de una institución, que se conoce como el de la zaga o la leyenda del origen, no es raro que venga un intento de reforma que busca limitar o incluso borrar los rasgos más innovadores del nuevo modelo universitario”.
 
Luego, increpó así a los presentes: “Algunos de ustedes tal vez pensarán que la UACM no tiene por qué caer necesariamente en este patrón. […] Sin embargo, creo que no se puede descartar esta hipótesis porque hay algunos indicios que parecen importantes y que parecen apuntar precisamente en esta dirección de una revisión del modelo”.
 
En entrevista con Contralínea, el docente indica que detrás de ese proceso de sucesión rectoral se encontraba también la intención de “ciertos grupos”, los más conservadores de la UACM, y del Gobierno de Distrito Federal, de dar un cambio a la institución. “No sólo en que llegue [a la rectoría] determinada persona, sino que eso es instrumental. Es decir: ‘Queremos que llegue determinada persona para cambiar el modelo’”.
 
En aquella contienda, la formación científica de Esther Orozco, doctora en biología celular, también se comentaba. En algunos, alimentaba la expectativa de que ella sería la indicada para resolver el desorden administrativo que a la fecha prevalece en esta casa de estudios. Las mismas personas deseaban que convirtiera a la UACM en un centro científico y tecnológico de “excelencia”, aún en detrimento de su carácter humanístico, indispensable para el desarrollo de las perspectivas multidisciplinarias propias de este proyecto.
 
Otros, en cambio, consideraban que el perfil de Hugo Aboites y José Enrique González Ruiz, ambos críticos del modelo educativo neoliberal, era el más adecuado para encaminar a la Universidad hacia la definición y consolidación de su proyecto original. Esto, sin dejar de lado que, a diferencia de Esther Orozco –quien en diciembre de 2006 había sido nombrada directora del entonces recién creado Icytdf, por Marcelo Ebrard, titular del Ejecutivo local–, ninguno de ellos tenía la cercanía suficiente con el Gobierno del Distrito Federal como para garantizar la asignación de un adecuado presupuesto.
 
No es sino hasta abril de 2011 que las intenciones de transformar la esencia de esta universidad se clarifican, comenta José Enrique González Ruiz, coordinador del Programa de Derechos Humanos de la UACM. Entonces, las autoridades universitarias presentaron dos documentos que generaron el descontento de un importante sector de la comunidad, que después se agruparía para exigir la revocación de Esther Orozco: el Diagnóstico de la UACM. Desempeño académico y un desplegado publicado en diarios de circulación nacional.
 
Y es que, en el análisis hecho a la trayectoria de 10 mil 697 estudiantes activos, que cuestionaba su desempeño académico y el tiempo que tardan en acreditar su carrera universitaria, la rectoría parecía olvidar el principio de flexibilidad curricular, en ritmos y duración de estudios, que contempla el proyecto de la UACM. Sus conclusiones: en una escala de cero a 10, el 52 por ciento tiene un coeficiente académico menor a 2.5 por ciento y sólo el 15 por ciento superior al 5.
 
Días después, en entrevista con la periodista Denise Maerker, la actual rectora se refirió a la UACM como “una especie de pantano en donde prácticamente nadie se puede mover porque no hay reglamentación”. También dijo: “No califico a la Universidad como un fraude, al contrario, la califico como un gran proyecto. Lo que considero como un fraude es lo que se ha venido haciendo que no da como resultado la formación del estudiante”.
 
A decir de Guillermo West Silva, presidente de la Comisión de Educación de la Asamblea Legislativa, parece ser que, a pesar de haber integrado el Consejo Asesor de la UACM, a la actual rectora se le “olvidó que la Universidad no tenía estos cartabones curriculares(…). Si se va a juzgar a esta universidad es importante que se tome en cuenta que su diseño curricular es diferente”, manifiesta el diputado del Partido Revolucionario Institucional.
 
Joel García León, doctor en matemáticas y quien desde septiembre de 2006 labora en la UACM, llama a revertir, de una vez por todas, “la cultura de que si un estudiante es reprobado es un idiota; aquí es al revés, quiere decir que si un estudiante reprueba necesita más ayuda para salir adelante”.
 
Definir a la UACM como un “pantano”, puede derivarse de la experiencia que acompaña a Esther Orozco, como directora del Icytdf y secretaria de Planeación del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados, considera Ruth Guzik Glantz, una de las fundadoras de esta Universidad. “Caminar desde una institución armada donde las decisiones seguramente tiene rutas muy claras, a meterse en una institución en plena construcción, realmente es un camino terrible que ella interpreta como un pantano”.
 
Consciente de lo “controvertido” que puede resultar el proyecto de UACM y de que ninguna “escuela viva” puede asumir que su propuesta educativa está acabada, la profesora investigadora de la Academia de Comunicación y Cultura no abandona el optimismo. Para ella, el conflicto por el que atraviesa esta casa de estudios, así como las modificaciones que ha emprendido la actual administración aceleraron y profundizaron una “discusión que se iba dando de manera más lenta”, lo que ha derivado “en un mejor entendimiento de nuestra misma propuesta educativa”.
 
Agrega: “Ahora estamos agobiados de la cantidad de alumnos que están cuidando este espacio y la manera en que lo hacen  y que a mí me parece conmovedora: es a través del trabajo. Me parece que hicimos bien la tarea porque los estudiantes están trabajando mucho. Estamos agotados por un exceso de trabajo con los estudiantes y entre nosotros. Sí hay una discusión sobre la propuesta educativa y lo grave sería que esa discusión se dejara de dar en una Universidad. No creo que haya ninguna institución educativa de prestigio que no esté en crisis, o sea, que no esté todo el tiempo pensándose y tratándose de resolver”.
 
Iván Gomezcésar Hernández, excoordinador de Enlace Comunitario y ahora profesor-investigador en el plantel Cuautepec, espera que se resuelva el conflicto interno. “La clave era trabajar en la construcción de consensos. Las tensiones eran inevitables, pero hubiera sido mejor formar un equipo con la propia gente de la Universidad; a mí me parece que eso no fue lo que sucedió, se empezaron a tomar medidas de manera unilateral (sin discusión) y eso es lo que nos tiene entrampados. Espero que estemos a tiempo de corregir, tenemos una gran oportunidad: el Congreso Universitario”.
 
Para la realización de este trabajo se solicitó entrevista con la rectora Esther Orozco. A través de un correo dirigido a las reporteras, la doctora manifestó: “No tengo la intención de defenderme de las infamias que se publican y dicen algunos sin pruebas desde el mes de abril, por eso mi negación a darles entrevista”. También: “Me parece que ya es bastante con lo que el llamado grupo ‘destituyente’ publica para seguir yo lastimando más a la Universidad” (sic).
 
 
 
 
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