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El nuevo gobierno: riesgo y rendimiento

El nuevo gobierno: riesgo y rendimiento

A estas alturas se ha hablado ampliamente de la gran victoria electoral que obtuvo la coalición Juntos Haremos Historia, liderada por Andrés Manuel López Obrador. Muchos han hablado lo que llevó a esta victoria: desde el hartazgo de la sociedad de la administración actual y de otros sexenios, hasta la labor de convencimiento que hizo el que ahora es virtual presidente de la República.

Como nunca ahora surge el apoyo, incluso de aquellos que lo atacaron y de mucha población que por fin ve una esperanza de que se mejore la situación del país, primordialmente en estrechar la desigualdad económica, en lograr seguridad en el país y erradicar la corrupción.

En una semana las actividades del virtual ganador han sido intensas en pro de una reconciliación de los diferentes sectores de la sociedad y de dar certidumbre en la situación económica. Los empresarios han aceptado de buen gusto colaborar con el próximo gobierno y así lo han hecho saber. Algunos de estos empresarios, durante la campaña electoral, estuvieron en contra de Andrés Manuel y alentaron una campaña de miedo. Muchos esperaban que el 2 de julio México estuviera incendiado y que la inestabilidad económica causara incertidumbre. Incluso algunos, habían hecho un plan para el día después. ¿Qué pasó? Simplemente nada de lo que se pudo pronosticar como negativo; al contrario, hubo beneplácito.

Haciendo una similitud en finanzas, siempre hay un dilema: el riesgo y el rendimiento. A mayor riesgo mayor rendimiento y viceversa, aunque en muchas ocasiones el riesgo se puede diversificar y reducirlo.

Desde antes, durante la campaña electoral López Obrador había dado a conocer quiénes serían sus secretarios de Estado, con los cuales apuesta cumplir los compromisos hechos, entre ellos combatir la corrupción, reducir la desigualdad social y económica, lograr una mayor seguridad en el país, dar estabilidad económica y darle oportunidades a la población primordialmente la que está sumida en la pobreza (alimentaria y de capacidades).

De hecho en la reunión con los empresarios hay una propuesta para contribuir a que los jóvenes de este país tengan la oportunidad de ser contratados como aprendices en las empresas. Lo que se ha difundido es que parece que la carga salarial sería cubierta por el gobierno federal. La segunda, es aumentar la pensión para adultos mayores y pensionados discapacitados. Durante la campaña electoral siempre se dijo, principalmente por el candidato Meade, que era complicado cubrir estas posiciones populistas, aunque todos los candidatos, a excepción del Bronco, hicieron promesas de este tipo. Ubicando el dilema riesgo y rendimiento en este contexto, el primero se da por la limitación de los recursos fiscales para hacerlo y que provoque un desajuste en las finanzas públicas; y el segundo, se traduce en que los beneficiados estarían conformes con lo prometido en campaña y el capital político del gobierno aumentaría.

Realmente, ¿se provocaría un desajuste en las finanzas públicas? Creo que no, si se aplica la disciplina fiscal que ha anunciado el virtual presidente. Y agregaría que para que el presupuesto sea eficiente y eficaz es necesario modificar la forma de asignar los recursos presupuestales. Mi propuesta, desde que estuve en áreas presupuestales de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) y que reflejo en mi tesis de doctorado, es necesario, aunque cueste un poco de trabajo, instrumentar un sistema de costeo que permita asignar con precisión el gasto público en las partidas presupuestales y no ubicar dinero en exceso en algunas partidas y que después sea complicado utilizarlas. Claro, esta propuesta debería ser aplicada a todo el gasto público.

Otra cuestión que puede ayudar es no regalar el dinero público. Los programas sociales deben estar concatenados con los aspectos productivos, es decir, aprovechar las capacidades que tienen las personas en las diferentes poblaciones. Por ejemplo, en Teotitlán del Valle en Oaxaca hay una industria en donde traducen el arte en tapetes tejidos, lo apoyos sociales se deberían de traducir en fomentar esta industria. Este ejemplo se podría reproducir en todo el país.

En los aspectos sociales es importante tener en claro la multifuncionalidad, es decir, que el apoyo a las actividades económica de un pueblo o región sirvan para fomentar actividades como la agricultura, la industria, el comercio y los servicios. Generalmente las actividades económicas están desligadas y eso sólo produce bienestar a una parte de la población y no a todos.

Un reto que tiene la administración que entrará en funciones es erradicar la corrupción del sector público. Aquí tenemos un problema: la corrupción que irradia a la población y la corrupción en la administración pública no pueden ser aisladas. En el caso de la administración pública, escuché a Carlos Urzúa, próximo secretario de Hacienda y Crédito Público, decir que una forma sería controlar las compras del sector público y ponía un ejemplo de Amazon.

Se entiende que se subirá al internet la necesidad de las compras del sector público así como las empresas que pudieran proveer los bienes y servicios. Se analizaría y digitalmente se haría la adjudicación y el pago. Agrega que no habría negociación de los funcionarios públicos con los proveedores porque allí era la raíz de la corrupción. Sin embargo, olvidó decir que actualmente existe una ley que regula las adquisiciones públicas y para poder llevar acabo la propuesta del futuro secretario de Hacienda se requiere modificar la ley para proponer el nuevo mecanismo que, entiendo, ya no sería una licitación pública. Pero la corrupción no es un problema de mecanismos ni de modificaciones de leyes. Es un problema de ambición de seres humanos y que generalmente no se realiza dentro de los procedimientos establecidos, sino que se hace, como lo he mencionado en otros artículos, bajo la mesa. Lo importante es eliminar esa mesa. El riesgo es que la corrupción se potencialice si no da resultado esta propuesta. El rendimiento sería al eliminar la mesa de la corrupción y fiscalizar a los funcionarios públicos encargados de las áreas de adquisiciones, incluyendo a su entorno.

Las otras propuestas que se han dejado escuchar pueden funcionar. Son muy complicadas, como la de brindar seguridad a la población. El problema es que se ha dejado aumentar a un grado superlativo y muchos funcionarios han estado inmersos en esto. Es más, en muchos casos son parte del crimen organizado. Considero que no es una cuestión de propuestas las que van a reducir la inseguridad. Es cuestión de un diseño y aplicación de políticas públicas y eso lleva tiempo. No dudo, para nada, que el próximo gobierno lo pueda lograr, pero se requiere tiempo. El riesgo puede ser la impaciencia de la población ante la falta de resultados inmediatos. El rendimiento es lograr la reducción de los delitos que con mayor frecuencia se presentan.

Otros retos que se tienen es lo referente a los gasolinazos, las reformas energéticas y la reforma educativa. Cualquier modificación que se quiera a hacer implica una modificación a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. El riesgo es que, por sí sola, la coalición Juntos Haremos Historia, no tendrá el capital político en el Congreso para hacer modificaciones constitucionales, por lo que tendrá que negociar con los partidos políticos que fueron derrotados, lo cual puede resultar muy complicado si no les da concesiones políticas. Además de que estos partidos derrotados estuvieron de acuerdo con las reformas estructurales. El rendimiento es iniciar una cultura de consultas a la población, en la cual los partidos políticos se encuentren involucrados.

En fin, estamos frente a retos importantes que pueden crear bienestar en la población, si realmente existe la voluntad política para hacerlo.

Oscar Enrique Díaz Santos*

*Doctor en Economía por la Universidad Nacional Autónoma de México y especialista en gasto público y presupuesto

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