El mercado de estupefacientes prohibidos, drogas sintéticas y opiáceos es dinámico en el mediano plazo: hay cambios fundamentales que mueven los ejes estratégicos de la producción y comercio criminal de las mismas, por lo tanto, de la organización, operación y alianzas de las estructuras del crimen trasnacional, así como de sus estrategias de penetración y posicionamiento en distintos mercados nacionales, regionales y globales. Es el más reciente nuevo producto de acumulación de recursos financieros y de poder criminal trasnacional, y de igual manera hay un nuevo concepto asociado en toda esta trama mundial: las drogas falsas.
El National Instute on Drug Abuse (NIH) lo define como un “fuerte opioide sintético” similar a la morfina, pero 100 veces más potente y 500 veces más poderoso que la heroína. Se le llama también “agonista narcótico sintético opioide”. Se usa como anestésico y analgésico. Es un fármaco recetado que puede también usarse en forma ilegal. Al igual que la morfina, por lo general se prescribe a pacientes con dolores intensos, especialmente después de una operación quirúrgica. A veces también se usa para tratar a pacientes que sufren dolor crónico y presentan tolerancia física a otros opioides. Se emplea por vía transdérmica en forma de parches, por vía sublingual, en forma de spray nasal, comprimidos, vía intravenosa y vía epidural.
La tolerancia ocurre cuando se necesita consumir cada vez mayor cantidad de una droga o consumirla con mayor frecuencia para lograr el efecto deseado. Representa un grave problema en términos de su ilegal comercio y consumo porque los opioides sintéticos –incluido el fentanilo– son las drogas más comúnmente asociadas con las muertes por sobredosis en Estados Unidos. En 2017, el fentanilo fue parte del 59.8 por ciento de las muertes relacionadas con opioides, comparado con el 14.3 por ciento en 2010. Su consumo como droga alucinógena ha crecido exponencialmente.
The American Society of Health-System Pharmacists indicó que si bien puede desarrollarse tolerancia, de igual manera puede causar la muerte por los efectos secundarios comunes, que incluyen náuseas o vómitos, estreñimiento, sedación, confusión y lesiones relacionadas con la mala coordinación. Los efectos secundarios graves pueden incluir disminución de la frecuencia respiratoria (depresión respiratoria), síndrome serotoninérgico (afección potencialmente mortal que se produce por una actividad aumentada del sistema nervioso central que suele estar relacionada con fármacos. Los síntomas pueden incluir cambios en el estado mental, hipertermia e hiperactividad autonómica y neuromuscular), presión arterial baja o desarrollo de un trastorno por consumo de opioides.
El fentanilo actúa principalmente activando los receptores opioides mu μ (localizados principalmente en el cerebro y en la médula espinal, por ello funcionan como psicoactivos). Algunos productos análogos de fentanilo –como carfentanil– son hasta 10 mil veces más fuertes que la morfina. Por vía intravenosa tiene un comienzo de acción menor a 30 segundos y un efecto máximo de 5 a 15 minutos, con una duración de la acción de 30 a 60 minutos. Por vía epidural o intradural (uso como anestésico por vía raquídea o en zonas cercanas para bloquear el dolor), el comienzo de la acción tiene lugar entre 4 y 10 minutos después de la administración, el efecto máximo se alcanza en unos 30 minutos y la duración es de 1 a 2 horas. Se elimina fundamentalmente por metabolismo hepático.
El costo de los medicamentos farmacéuticos puede ser muy alto, sobre todo para padecimientos crónico-degenerativos o para enfermedades terminales, lo que lleva a los pacientes a buscar alternativas más económicas. Los medicamentos con su nombre genérico, pero con un mismo principio activo y dosis, ofrecen una opción más asequible; pese a ello, el mercado de medicamentos falsificados sigue prosperando y abastece a pacientes en todo el mundo. Un medicamento falso o falsificado es cualquier sustancia envasada o comercializada de manera engañosa. En la mayoría de los casos se trata de tabletas, cápsulas y líquidos que se parecen al medicamento real o que están empaquetados para imitar el producto original. Los medicamentos sin ingredientes activos o que contienen otras sustancias químicas que no tienen valor terapéutico o relevancia para la afección que se está tratando pueden acelerar la progresión de la enfermedad. Con afecciones graves, esto puede resultar fatal.
Es sabido que el mercado de opiáceos y la adicción a los mismos han crecido exponencialmente en Estados Unidos y otros países. La DEA emitió una alerta para advertir a los ciudadanos sobre el aumento en la letalidad y disponibilidad de píldoras que aparentan ser medicamentos pero que realmente contienen fentanilo y metanfetamina. Las redes criminales de tráfico de estupefacientes están produciendo píldoras falsificadas en masa y comercializándolas como legítimas. A través de apps, páginas falsas y en la llamada dark web, las oficinas se encargan de realizar acuerdos con cuantiosas ganancias sin dejar rastro.
Es una modalidad reciente de inundar un mercado con drogas psicoactivas “disfrazadas de medicamentos legales”. Estos se falsifican haciéndolos parecerse a los que contienen opiáceos legales, otorgándoles gran accesibilidad en las redes sociales y plataformas de comercio electrónico, por lo que cualquier persona puede adquirirlas, y en cualquier cantidad, mediante un teléfono inteligente, incluyendo menores de edad.
En 2020 en Estados Unidos murieron 93 mil personas por sobredosis, contra 72 mil 151 personas en 2019, casi un 30 por ciento más. Se ha detectado la presencia de estas drogas en 50 estados del vecino país, y los decomisos se incrementaron exponencialmente. En California, la organización civil Joint Criminal Opioid and Darknet Enforcement, conocida como JCODE, localiza y destruye centros de distribución y venta. La contraparte es la página Stealthgod, que en la deep web contactaba a personas interesadas en adquirir metanfetamina y MDMA.
La principal fuente de producción de fentanilo y análogos con destino a Estados Unidos son China e India, y en menor medida Canadá y México. Sus rutas abiertas consisten en envíos por correo de paquetes de menos de un kilo con purezas superiores al 90 por ciento. Además, desde China se realizan envíos de precursores del fentanilo a los países mencionados. Ahí, el fentanilo se mezcla con heroína, cocaína y metanfetamina, lo que es altamente letal. Desde 2019 Estados Unidos y China han negociado pactos para intensificar los controles en aduanas, frenándose los envíos de fentanilo y estableciéndose un mayor control de los precursores NPP y 4-ANPP desde China.
Sin embargo, los distribuidores chinos continúan enviando precursores no controlados (4-AP) a México. Para ello, desde China se han establecido relaciones con la India, aumentando los envíos a México con respecto Estados Unidos y Canadá. En México, los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación han sido los encargados de producir fentanilo e introducirlo en el vecino país del norte. Al endurecerse los controles, Myanmar ha sido una alternativa, pero bajo control de productores chinos. En el comercio con esta parte de Asia oriental, el control del puerto de Lázaro Cárdenas, en Michoacán, es fundamental, al igual que las zonas costeras, por ejemplo.
Pero en Europa se notificaron en 2021, 26 mil incautaciones de heroína, con un total de 7.9 toneladas. Se notificaron también grandes incautaciones en Bélgica (1.9 toneladas), Bulgaria (0.8 toneladas), Eslovenia (0.8 toneladas), Francia (1 tonelada) y los Países Bajos (1.3 toneladas). En Turquía, una de las fuertes vías de entrada de heroína hacia Europa occidental, se incautaron más de 20 toneladas en 2019, la mayor cantidad en una década. No se menciona la presencia de fentanilo en heroína y se hace el balance de una pureza de heroína en la venta al por menor de 11 a 51 por ciento, y una pureza media en todos los Estados de Europa del 18 al 31 por ciento (CATNPNUD, 2021). Un menor nivel de pureza le resta fuerza psicoactiva a la droga alucinógena. Allá en Europa el problema de este nuevo eje en el tráfico mundial de estupefacientes prohibidos no ha llegado al nivel crítico que en Estados Unidos; en ese sentido, el mercado estadunidense va a la vanguardia. En Europa gravita aún más la producción de Afganistán que la de China e India.
Hemos dicho que constituye el nuevo eje estratégico en expansión del tráfico ilícito de psicoactivos porque, según Scott Stewart, vicepresidente de la Inteligencia Geopolítica de Stratfor, el fentanilo da un margen de ganancias similares a las ventas del iPhone para quienes lo producen y venden. “Es ya considerado un producto tan letal y adictivo que en las calles le llaman ‘La Muerte’”. Por lo que este nuevo producto está revolucionando las ganancias del narcotráfico (CCNews, 2017).
Hoy en día, la cadena de suministro de la materia prima y los laboratorios procesadores, así como los mercados de comercialización, han sido integrados por los cárteles asiáticos, centroamericanos y mexicanos y han hecho del fentanilo un nuevo polo articulador del narcotráfico de estupefacientes, por ser un producto fácil de obtener, de transportar y barato para elaborar.
Con tan sólo un kilo de esta sustancia se podría drogar a una comunidad entera y hacerse sumamente rico. La demanda en Estados Unidos es cada vez más intensa, por desgracia. Según Stewart, un kilo de fentanilo equivale a 50 kilos de heroína, por lo que la producción podría capitalizarse en millones de dólares. Un kilo en polvo del químico es igual a 1 millón de pastillas. Un miligramo puede ser vendido en 10 dólares, es decir que tan sólo un kilo podría generar hasta 20 millones de dólares. Es un proceso de acumulación de recursos financieros que parece increíble, si multiplicamos estas cifras.
Fernando Castillo, de CCN News, ejemplificó: agentes federales mexicanos decomisaron 44 kilogramos de fentanilo en Sinaloa y Baja California, territorios controlados por el Cártel del Pacífico; con esa cantidad las autoridades estiman que los narcos habrían conseguido ganancias de hasta 500 millones de pesos, equivalentes al presupuesto anual de la gendarmería o al salario anual de 12 mil soldados mexicanos. Estos ingresos podrían solventar sin problemas varios ejércitos privados al servicio de los cárteles. Si las autoridades federales pierden el control de este tipo de decomisos, las consecuencias son impredecibles e imponderables.
Pero hubo otro decomiso más: en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, la Secretaría de Marina (Semar) y elementos de la Administración General de Aduanas decomisaron un cargamento de 204 kilogramos de fentanilo, el más grande encontrado en esta terminal aérea, cuyo valor en el mercado negro se calcula en más de 1 mil 600 millones de pesos. El hallazgo se efectuó el pasado 4 de agosto, cuando un binomio canino de la Armada inspeccionaba la carga de un vuelo comercial procedente de Hong Kong. Un año antes, también en el aeropuerto capitalino, la Semar incautó un cargamento similar de 113.5 kilogramos de fentanilo, oculto en bidones de plástico (La Jornada, agosto de 2021).
Estamos hablando de un poder multiplicador realmente descomunal. México, sus autoridades federales, civiles y militares tienen, en ese orden, un compromiso más que relevante con estos decomisos, su custodia y destrucción o buen uso. Se trata de un inmenso compromiso internacional.
Jorge Retana Yarto*
*Licenciado en economía con especialidad en inteligencia para la seguridad nacional; maestro en administración pública; candidato a doctor en gerencia pública y política social. Tiene cuatro obras completas publicadas y más de 40 ensayos y artículos periodísticos; 20 años como docente de licenciatura y posgrado; exdirector de la Escuela de Inteligencia para la Seguridad Nacional.
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