Las medidas para sanear la Cuenca del Alto Atoyac no es integral: se reduce a limpiar el agua, y deja fuera la remediación del suelo y el aire, y tampoco atiende el tema de la salud, alertaron organizaciones.
Hasta ahora, las autoridades federales encargadas en remediar la contaminación a lo largo de la Cuenca del Alto Atoyac “no tienen un plan integral de saneamiento”, criticó Alejandra Méndez, de la organización de base comunitaria Fray Julián Garcés.
“Han reducido el plan a una cuestión hídrica, solamente de plantas de tratamiento biológica”, como la Comisión Nacional de Agua, continuó la integrante del colectivo, quien señaló que estas plantas solamente se enfocan en residuos domésticos, pero no tratan los industriales.
“Y ya de plano están dejando de ver a la población enferma. Los datos que ahorita se presentan no están entrando en un plan de saneamiento que nosotras decimos ‘tiene que entrar como una parte […] la prevención, la atención y el apoyo a las personas, que eso ya está documentado”, resaltó la activista.
Además, en los planes de saneamiento se definieron siete regiones de la Cuenca, pretenden comenzar con dos, las menos afectadas por la industria, y “por lo menos en la zona uno de Tlaxcala hay un corredor industrial y algunas industrias que están desechando plomo, cadmio, arsénico, están conectadas a los drenajes municipales, y eso no lo han contemplado”, advirtió Alejandra Méndez, en el seminario “Investigación e incidencia transdisciplinaria”.
“Notamos que sigue sin haber coordinación interinstitucional entre las diferentes instancias y niveles de gobierno, por lo que cada quien sigue realizando acciones de manera fragmentada y limitada a las facultades que cada quien tiene”. Se requiere que se generen procesos de articulación o generación de instrumentos para resolver el problema, comentó, por su parte, Marisol Flores, de la misma organización.
Añadió que han comenzado el diálogo con las autoridades federales a partir de la visita de la presidenta Claudia Sheinbaum y la secretaria de Medio Ambiente Alicia Bárcena a la Cuenca el pasado 22 de marzo. “Esperamos pues, que ahora sí, de manera horizontal, se dé la construcción de un plan de saneamiento de manera integral”, pues hasta ahora no existe ninguno.
No se atiende el fondo del problema
A pesar de reconocer la actuación de la administración federal pasada, con las acciones del entonces Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías, y el compromiso de la presidenta Claudia Sheinbaum respecto a sanear, entre otros, el río Atoyac, Marisol Flores consideró que las acciones hasta ahora no van al fondo del problema porque “se está promoviendo la construcción de plantas de tratamiento urbanas, que no tratan” la contaminación industrial”.
“Ahí es donde decimos que se están repitiendo los vicios del pasado: destinan millones de pesos a plantas de tratamiento doméstica, y la industrial, la obvia, la invisibilizan y entonces no funciona porque no está diseñada para eso”, agregó Alejandra Méndez.
Señaló también que las autoridades argumentan “que la mayor cantidad de agua no tratada viene de los municipios, sí, pero como ya lo vimos, benceno, cloruro, cloruro de vinilo, vienen de las industrias”. Otra cuestión que no contemplan es, por ejemplo, la extracción de miles de litros de agua que hace la empresa de agua embotellada y garrafones, Bonafont.
Por otra parte, ambas recalcaron que los costos que lleven estas acciones de remediación no significar un costo al erario público, pues son las empresas quienes deben aportar el dinero, culpables de las sustancias tóxicas en el río, suelo y aire que contamina el ambiente y a las personas.
Enfermedades causadas por la toxicidad
Los compuestos vertidos por la diversidad de industrias en la Cuenca, compartida entre los estados de Puebla y Tlaxcala, además de ser cancerígenos “son capaces de alterar varios sistemas al mismo tiempo”, advirtió la doctora Regina Dorinda Montero Montoya, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM.
Una investigación en la que participa, encontró que las comunidades aledañas tienen un riesgo tres veces mayor a daños por genotoxicidad, así como de estrés oxidante. Además, hay presencia importante de cadmio y arsénico en la sangre de las y los jóvenes estudiados, así como antimonio, plomo, hexaclorobenceno, o bifenilos policlorados.
En consecuencia, continuó, hay riesgo de enfermedad renal en la población, al igual que neurológico, pues “el 74 por ciento de los muchachos presentan que su colinesterasa está en niveles muy bajos. La colinesterasa es una enzima muy importante en la transmisión nerviosa y tiene que ver con la capacidad cognitiva. Quiere decir que su capacidad para aprender está disminuida, lo cual impide un desarrollo pleno”, junto con su inmadurez sexual y bajos niveles de testosterona.
El doctor Juan Carlos Núñez Enríquez informó, por su parte, encontró que “vivir a menos de 2.5 kilómetros de la zona aumentaba el riesgo de los diferentes subtipos de leucemia. Si nosotros colocamos a los casos de alto riesgo, las leucemias de alto riesgo están todas concentradas en las zonas de mayor concentración de metales pesados”.
A pesar de estos hallazgos, “el sector salud [tanto de Puebla como de Tlaxcala] siempre nos está pidiendo que demostremos que son los contaminantes los que están provocando el daño, porque no nos creen cómo demostramos” y no lo entienden, reclamó la doctora.
Asimismo, “las decisiones se están tomando muy lejos de donde viven estas personas y son decisiones enfocadas a producir capital, no salud, no bienestar ni derechos humanos”. De tal manera que señaló: “esta exposición la está permitiendo las autoridades del estado y no están haciendo nada”.
Con posibilidad de retirar el diálogo
Marisol Flores recalcó que la organización, de la mano con las comunidades afectadas, las y los científicos que apoyan con sus investigaciones, buscan lograr una disminución en la contaminación y enfermedades crónicas no transmisibles.
Ya tuvieron una reunión con la secretaria Bárcena y el comisionado encargado en atender los problemas de la Cuenca, Alejandro Isauro Martínez Orozco, afirmó Alejandra Méndez. Hoy, “aunque ha habido un discurso distinto, en la práctica se siguen repitiendo los vicios del pasado”.
Se ha solicitado que todo lo anterior se tome en cuenta para el diagnóstico; que haya un plan con acciones a corto, mediano y largo plazo; que contemplen el suelo, el aire, la salud y el ecosistema; aunque sea un plan transexenal que lleve tiempo. Y advirtió, “mientras vaya habiendo apertura, seguiremos sentadas en la mesa. Si eso no ocurre, y se repiten los vicios del pasado, nosotros nos vamos”.
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