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Argentina: antiguo granero del mundo, a pique

Argentina: antiguo granero del mundo, a pique

La crisis económica, la peor sequía en 100 años y –entre otros factores– el alza de impuestos, desploman al sector agrario argentino. En este año, la productividad agrícola del otrora granero de mundo caerá 30 por ciento

Marcela Valente / IPS

Buenos Aires, Argentina. La cosecha de granos de Argentina, que creció sin pausa durante los últimos cinco años, caerá más de 30 por ciento en esta zafra a causa de la persistente sequía, considerada la peor en un siglo; la disminución voluntaria del área sembrada, y una mínima inversión tecnológica para mejorar el rendimiento.

“El panorama es complicado, muy desalentador, vamos a perder mercados”, vaticina ante la consulta de Inter Press Service (IPS) el ingeniero agrónomo Fernando Vilella, director del Programa de Agronegocios y Alimentos de la estatal Universidad de Buenos Aires y hasta octubre pasado ministro de Agricultura de la oriental provincia de Buenos Aires, una de las mayores productoras agrícolas.

Las perspectivas no lucen mejores. “Para el próximo año se prevé que siga mermando la superficie sembrada, es decir que en una situación climática normal la cosecha será igual a la de este año. Si en cambio se repitiera la sequía, escasamente podremos cumplir con el consumo interno”, alerta el experto.

Según datos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, correspondientes a los últimos días de abril, las fuertes bajas en los cultivos de soya, trigo y maíz, que representan 85 por ciento de la producción de granos del país, llevarán la cosecha de este año a unas 65 millones de toneladas frente a 97 millones de la anterior.

La producción de soya, primer cultivo de exportación y motor de la prosperidad del sector agropecuario hasta 2008, bajó 30 por ciento. De 47 millones de toneladas recogidas el año pasado, un volumen récord, las proyecciones bajaron a 34 millones y podría incluso seguir cayendo a medida de que se termine de levantar la cosecha.

“Si uno tiene en cuenta que la superficie sembrada de soya aumentó por el retraimiento de los demás cultivos, queda claro que hubo una baja en el rendimiento por hectárea”, interpreta Vilella. De acuerdo con el área sembrada, la previsión era de 50 millones de toneladas, pero ahora se estima que apenas se llegaría a 34 millones.

La merma en la producción de trigo, que pasará de 16 a 8.5 millones de toneladas entre el último y actual periodo, se explica por la falta de lluvias y también porque se sembró 22 por ciento menos que en 2008. Los empresarios aducen la escasez de incentivos ante precios internacionales en baja y un impuesto a la exportación del cereal de 23 por ciento.

La superficie sembrada de trigo ya es considerada la más reducida desde que se tiene registro a comienzos del siglo XX, cuando este país era conocido como granero del mundo por su producción agrícola. Las causas son múltiples, tanto económicas como de tipo político, sostiene el exfuncionario.

Para asegurar el abastecimiento interno, el gobierno centroizquierdista de Cristina Fernández ha dispuesto el cierre de las exportaciones de trigo con cierta frecuencia.

Argentina es uno de los grandes productores mundiales de este cereal y Brasil es su principal cliente, pero Vilella advierte que ya estaría buscando proveedores alternativos para asegurarse el consumo. El gigante sudamericano es su principal socio en el Mercado Común del Sur, que incluye a Paraguay, Uruguay y a Venezuela, esta última en proceso de adhesión.

En el caso del maíz, la producción caerá de 22 millones de toneladas a 14 millones. “Hay una disminución de la superficie cultivada de 22 por ciento y una caída significativa en los rendimientos por hectárea debido a la falta de inversión en fertilizantes y otras tecnologías”, cuestiona el ingeniero.

Esta explicación fue confirmada a IPS por Omar Barzetta, de la Federación Agraria Argentina, la gremial que agrupa a pequeños y medianos productores. “Comparada con el año pasado, la producción tuvo una merma tremenda en todos los granos”, afirma el dirigente.

“En parte fue por la sequía, pero también por la falta de incentivos. Se hizo una siembra con menos de lo indispensable en materia de fertilizantes y nutrientes y eso se ve porque aun en zonas donde llovió bien cayó la rentabilidad debido a las plagas y a otros problemas que revelan la escasa inversión”, dice.

Como en un círculo vicioso, los productores prevén que contarán con menos capital de trabajo para la próxima zafra. “Vamos para atrás”, lamenta Barzetta.

La producción argentina enfrentó en los últimos meses una sequía considerada por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria como la peor en los últimos 100 años, sobre todo en la zona más productiva del país como es la llamada pampa húmeda, que abarca gran parte de las provincias de Entre Ríos, Córdoba, Buenos Aires, Santa Fe y La Pampa.

Pero la falta de lluvias fue el golpe de gracia para un sector que arrastra conflictos con el gobierno.

En marzo de 2008, la presidenta Fernández anunció un fuerte aumento de las “retenciones” (como se denomina en este país al gravamen a las exportaciones agropecuarias) para las oleaginosas. Y también se dispuso, sin embargo, que en caso de la caída de los precios internacionales, la baje.

En ese momento y debido a los precios récord en torno a los 600 dólares por tonelada en los mercados internacionales, el tributo en el caso de la soya debería haber aumentado de 35 a 44 por ciento.

Pero el gobierno se vio obligado a retroceder finalmente porque la iniciativa desató un enfrentamiento con la asociación de grandes empresarios y productores agropecuarios que se prolongó por cuatro meses, lo cual provocó un proceso de pérdida de popularidad de la presidenta, que había asumido apenas en diciembre de 2007.

Luego sobrevino la crisis económico-financiera global que repercutió en la caída del precio internacional de los granos. Por ejemplo, el precio de la tonelada de soya, de la cual Argentina es el tercer mayor productor mundial después de Estados Unidos y Brasil, cayó de 600 dólares a la mitad como consecuencia del sacudón.

La menor producción agropecuaria se hará sentir en las arcas fiscales. Se calcula que este año se recaudará 40 por ciento menos que los 9 mil 400 millones de dólares obtenidos en 2008.

“El gobierno debería entender que, si baja el impuesto a las retenciones al maíz, por ejemplo, de 23 a 13 por ciento, con lluvias normales las exportaciones pasarían de 600 (millones) a 1 mil 600 millones de toneladas y la recaudación impositiva por estas ventas en lugar de ser 130 millones serían 200 millones”, calcula Vilella.

No obstante, las autoridades no tienen previsto bajar estos impuestos.

La Secretaría de Agricultura, que demoró la difusión de datos sobre cosechas habitualmente publicados en marzo, reconoció entonces que la caída en los rendimientos agrarios sería de 30 por ciento por la sequía, pero luego relativizó las cifras al explicar que eran datos “preliminares”.