Los métodos terroristas de Estados Unidos e Israel están a la vista de todo el mundo. Propinan golpes sorpresivos, sin declaración de guerra, y sin contar ni con el permiso del Congreso. De modo sistemático, violan las leyes internacionales, como sucedió de forma flagrante con los ataques de Israel, el 13, y luego el bombardeo estadunidense el 20 de junio. Además, Washington viola el espacio aéreo de otros países, como el de Irak, para atacar a Irán.
Estas prácticas significan pisotear el derecho internacional y la Carta de la ONU, en particular de los principios relativos al respeto a la soberanía de los Estados y a la solución pacífica de los conflictos.
Estados Unidos atacó a Irán con bombarderos B2 por órdenes de Donald Trump, quien anunció que golpearon tres importantes sitios nucleares. El B-2 es capaz de transportar las cargas útiles más pesadas. Esto incluye la bomba anti-búnkeres GBU-57, una ojiva de 13.607 kg capaz de penetrar 61 metros bajo tierra antes de explotar.
Esa bomba fue la única arma capaz de destruir instalaciones nucleares iraníes que se encuentran enterradas a gran profundidad. ¿Dónde están los 400 kilogramos de uranio enriquecidos al 60 por ciento? Y más allá, ¿había uranio enriquecido al 90 por ciento necesario para fabricar una bomba nuclear? Brillaron por su ausencia.
Dicen atacar a Irán por la posibilidad de que fabrique una bomba nuclear, cuando Estados Unidos tiene más de 5 mil ojivas nucleares; e Israel, de 90 a 500. Esto sin que la OIEA (la Organización Internacional de la Energía Atómica), institución creada y sostenida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), los moleste por el tema, como sí lo ha hecho con Irán, a quien no le han quitado la lupa de encima.
El 31 de marzo, Trump había declarado que estaba considerando acciones militares y aranceles secundarios si Irán no aceptaba un acuerdo nuclear. “Si no hacen un acuerdo, habrá bombardeos y serán bombardeos como nunca antes han visto”, dijo en un comentario transmitido por NBC News.
Con el mismo pretexto que maneja desde hace 30 años –el supuesto peligro de que Irán fabrique bombas nucleares–, Israel atacó por sorpresa a Irán, el 13 de junio. Asesinó a altos mandos militares y a científicos del país, cuando el país árabe negociaba para llegar a un nuevo acuerdo nuclear y levantar las sanciones impuestas por la potencia norteamericana.
Una semana después, Estados Unidos atacó a Irán, el cual se defendía de la agresión sionista con éxito sorpresivo. Este golpe de mano de Israel se dio en un intento desesperado de desviar la atención del genocidio y la hambruna del pueblo palestino en Gaza, así como la intención de descarrilar las conversaciones para un alto el fuego en los territorios palestinos ocupados.
El bombardeo estadunidense fue con el fin de apoyar a Israel y al genocidio contra Palestina, para luego arremeter contra su principal enemigo: China. Llevan a un caos a Oriente Medio y al mundo entero, al tiempo que buscan arrinconar a Rusia.
En febrero de 2024, el senado de Estados Unidos aprobó un proyecto de ley de ayuda exterior por el valor de 95.300 millones de dólares para Ucrania e Israel. El 17 de noviembre de 2024, el presidente Joe Biden autorizó a Ucrania a usar misiles estadunidenses de largo alcance contra objetivos militares en Rusia, indicó a AFP, un alto funcionario de Washington.
A la llegada de Trump, se cambió el blanco: de Rusia pasó a ser China. Ahora, Estados Unidos se enfocó en el régimen iraní para cercar al gigante asiático. Y, en primera instancia, esperaban que Israel pudiese abatir con facilidad a Irán.
Con la operación “León naciente”, el bombardeo de Israel a Irán se efectuó con más de 200 aviones de combate de la Fuerza Aérea israelí, los cuales participaron en los primeros ataques.
Lanzaron más de 300 proyectiles contra un centenar de objetivos, según comunicaron las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Y patéticamente el secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, justificó al día siguiente el ataque no provocado de Tel Aviv contra instalaciones nucleares y militares en territorio iraní. Aseguró que fue en la propia defensa de Israel y por la necesidad de tomar medidas contra las capacidades nucleares.
Según reportes, aeronaves similares de varios países occidentales participaron en el apoyo a los esfuerzos de reabastecimiento aéreo de las Fuerzas Aéreas del país hebreo para facilitar los ataques contra Irán.
El despliegue de dicho contingente aéreo estadunidense tuvo el objetivo de apoyar al agresor. Para su ataque, contaron con todo el apoyo logístico y de inteligencia de Estados Unidos.
Israel y Estados Unidos actúan al unísono y con los mismos objetivos. Son cómplices en todo su actuar genocida, el cual desembocó en una serie de ataques militares coordinados y premeditados contra múltiples ciudades de Irán.
Uno de los objetivos principales de esa agresión fue la Central Nuclear de Natanz, con instalaciones legales, perfectamente permitidas y controladas por la OIEA.
Ese 13 de junio de 2025, fueron asesinados el general de división, Hossein Salami, como jefe del hermético Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI); y también el general de división, Mohammad Bagheri, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Irán.
De igual manera, fueron muertos a sangre fría por Estados Unidos/Israel Ali Shamkhani, estrecho colaborador de Jamenei, quien operó el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Arabia Saudita; Ali Hajizadeh, comandante de la Fuerza Aeroespacial de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC); entre otra docena de miembros de la cúpula militar y científica de Irán.

Un método preferido por Estados Unidos e Israel es el descabezar los liderazgos de los países que se les oponen. Usan sistemáticamente el método de los asesinatos selectivos.
Desde un búnker –en el cual se encuentra refugiado–, el líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jameneí, habría nombrado a tres posibles sucesores en caso de morir en un ataque israelí o estadunidense.
Jameneí habría instruido a la Asamblea de Expertos de su país, el órgano clerical responsable de nombrar al líder supremo, para que eligiera rápidamente a su sucesor entre los tres clérigos de alto rango que propuso.
Conoce bien las tácticas asesinas de Washington y Tel Aviv. En enero de 2020, Trump ordenó el asesinato del héroe nacional iraní, Qasem Soleimani. Asimismo, Israel ordenó las muertes de Hassan Nasrallah –dirigente de Hezbolla en Libano– y de Ismail Haniyeh –líder palestino de Hamas–, que fueron blanco de ataque en sus espacios de residencia o trabajo.
Sin embargo, Israel no logró los resultados en Irán como los logró en El Líbano. Expertos y analistas israelíes consideraron que los ataques sionistas no causaron daños significativos a los sistemas de misiles de la República Islámica de Irán, lo que llevó a que el conflicto se encaminara hacia una guerra de desgaste.
El 23 de junio, el experto en seguridad del régimen sionista, Yossi Melman, reconoció que la República Islámica de Irán había mantenido su capacidad misilistica de gran envergadura, con sus misiles hipersónicos, capaz de infligir daños irreparables al régimen sionista.
Esta situación obligó a Estados Unidos a exhibir su apoyo ahora directamente con la entidad sionista. Atacó a Irán de forma alevosa, horas después de que Trump había declarado que se tomaría 15 días para tomar una decisión y que “tal vez no o tal vez sí atacaría a Irán.
Durante 12 días, Irán sorprendió al mundo con su preciso ataque en el que la cúpula de hierro manifestó su ineficacia. Sistemáticamente, atacó Tel Aviv, Haifa, Jerusalén, Haifa, Bat Yam, Petah Tikvah, entre otras.
Estas ciudadas fueron alcanzadas por una lluvia de misiles balísticos iraníes, mientras los bombardeos israelíes golpearon plantas de producción de misiles y lanzamisiles en Teherán.
Irán manifestó su capacidad militar. Netanyau tuvo que pedir repetidamente la intervención abierta de Estados Unidos, quien ataca el domingo 22 de junio, pues Israel no pudo abatir a Irán.
El martes 23 y en respuesta al bombardeo de Estados Unidos, Irán lanza de forma fulminante un ataque contra la base militar estadunidense de Al Udeid, en Qatar, la más grande del país norteamericano en Oriente Medio.
Tras este ataque, quedaba claro que una guerra contra Irán era insostenible tanto para Israel como para Estados Unidos. Por lo que Trump, en una maniobra clásica en él, reculó y manifestó; “Felicidades al mundo, es tiempo de paz”, en su red social Truth Social.
Calificó como “una respuesta muy débil” al ataque de Irán contra la mayor base estadunidense en Oriente Medio. “Se han disparado 14 misiles: 13 fueron derribados y uno fue liberado, ya que se dirigía en una dirección no amenazante”, indicó, al confirmar que “no ha habido estadunidenses muertos ni heridos”.
Irán proclamó victoria tras obligar a Israel a anunciar el alto el fuego. Celebró su resistencia y aseguró haber obligado al régimen israelí a detener la guerra, tras esos 12 días de enfrentamientos en los que probó su capacidad ofensiva estratégica.
En los últimos años, Estados Unidos e Israel han mostrado sus planes genocidas y violentos. Estos buscan el exterminio del pueblo palestino; además del dominio de Ucrania y Oriente Medio, con el fin de arrinconar y vencer a Rusia y a China, todo en aras de mantener la hegemonía mundial que ha perdido en esta etapa final de su decadencia.
Un obstáculo en Oriente Medio ha sido la enorme resistencia de Palestina apoyada por sus pueblos hermanos. De forma solidaria, han defendido a los palestinos contra sus agresores, como a los hutíes en Yemen.
Por lo que, en este 2025, Gran Bretaña y Estados Unidos han lanzado sucesivos ataques aéreos con gran número de víctimas. Buscan disuadirlos de bloquear el Mar Rojo a barcos al servicio de Israel.
En plena decadencia, Estados Unidos “salta hacia adelante” para recuperar su hegemonía. En el frente externo, Trump emprende guerras comerciales en contra de China, Canadá, Europa y el mundo. También, amenaza a Groenlandia y Panamá. Quiere recuperar su débil hegemonía.
En febrero de 2025, las fuerzas estadunidenses llevaron a cabo ataques aéreos en el norte de Somalia, específicamente en la región de los montes Golis. Causaron varias muertes de milicianos. Entre 2022 y 2025, Estados Unidos ha llevado a cabo diversas operaciones militares en el extranjero; principalmente en el Oriente Medio y África.

En particular, busca retomar pleno control de América Latina. Con el retorno de Donald Trump a la presidencia, se reinstauraron sanciones económicas. Esto incluyó la inclusión de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo y la reactivación del Título III de la Ley Helms-Burton, lo que permitió demandas en contra de empresas extranjeras que realicen negocios con propiedades en Cuba, confiscadas después de 1959.
También, se redoblaron las sanciones contra Venezuela y su injerencia en el Esequivo, a través de la Chevron y el gobierno de Guyana. Mientras refuerza a sus aliados en El Salvador, Perú, Ecuador y Argentina.
La lucha del pueblo palestino, de Yemen, de El Libano, de Irán es la lucha de cada ser humano. Si prosperan estos métodos neocoloniales de guerra, si se normalizan los crímenes bélicos y la falta de derecho internacional –sustituido por el “orden basado en reglas” dictadas por Washington–, muchos países, y desde luego México, estarán en peligro. Lo que observamos en Medio Oriente puede pasar aquí, en nuestra patria.
El 27 de noviembre de 2024, la revista digital Rolling Stone publicó un reportaje que llamó la atención de diversos analistas en México y Estados Unidos. Éste está relacionado con una posible intervención militar estadunidense a territorio mexicano para contrarrestar a los cárteles de las drogas.
La revista de espectáculos que, aunque no cita la fuente, señala que un destacado miembro del equipo de Trump, cuestiona “¿hasta qué punto deberíamos invadir México?”.
El 14 de marzo de 2025, Ronald Johnson, embajador de Estados Unidos, sugirió que el uso de fuerza militar contra los cárteles de la droga “estaba sobre la mesa”. Este hombre es un exmilitar de fuerzas especiales y veterano de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
En marzo de 2025, un buque de gran calado con armas de alto poder hizo labores en marzo de patrullaje en el Golfo de México, en la frontera de los límites marinos estadunidenses. El USS Gravely es un destructor con armas de alto poder. Dice que para combatir el terrorismo, tráfico de armas, drogas y migración ilegal.
El ataque contra las y los mexicanos en Estados Unidos, las redadas, la movilización de infantes de la Marina en Los Ángeles, la intensificación de las operaciones de deportación, especialmente en Texas, Florida y California y los miles de arrestos en fábricas, tiendas, construcciones y comunidades muestran el ánimo de dominación de Washington tanto en el ámbito externo como en el interno.
Sin embargo, los pueblos se movilizan en Estados Unidos. Más de 2 mil protestas se desarrollaron el sábado 14 de junio en los 50 estados. Éstas coincidieron con un controvertido desfile militar en Washington, el cual también sucedió en el cumpleaños número 79 de Trump.
Éste ha sido criticado por los convocantes y otras figuras que consideran que el presidente busca alimentar su ego, con un evento que en realidad se celebra para honrar el 250 aniversario de la fundación del Ejército de los Estados Unidos.
La jornada de protestas ha sido bautizada como “Día Sin Reyes”, pues las organizaciones detrás de las mismas consideran que el neoyorquino está actuando como uno desde su retorno a la Casa Blanca.
Así que los planes de Washington se enfrentan a un pueblo que repudia la guerra en su propio país. El 70 por ciento de los estadunidenses rechazan la intervención en Irán.
Estados Unidos se desnuda. Su discurso de defensa de la democracia y del orden basado en reglas se exhibe ante los pueblos cada vez más conscientes que aumentan su resistencia.
Son los pueblos del mundo los que son decisivos, no las armas, no los planes para dominar el mundo, no los crímenes contra la humanidad de los que Estados Unidos, Israel, y las potencias occidentales son responsables hoy.
Pablo Moctezuma Barragán*
*Doctor en estudios urbanos, politólogo, historiador y militante social
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